A medida que se intensificaba la investigación de las armas químicas en los años 40, el Gobierno de EE.UU. no vaciló a la hora de involucrar al personal militar en sus experimentos.
Para probar la eficacia de las armas y métodos de defensa, se utilizaba gas mostaza y otros productos químicos que dejaban quemaduras en la piel y arruinaban los pulmones sin que los soldados lo consintieran o conocieran el experimento.
Probaban máscaras antigás y ropas de protección encerrando a los soldados en cámaras de gas, una práctica que evoca las imágenes de la Alemania nazi.
Entre los agentes utilizados se encontraba la lewisita, compuesto que fácilmente penetra la ropa e incluso la goma.
Al contactar con la piel, el gas inmediatamente provoca un dolor extremo, picor, hinchazón y erupción. Grandes ampollas llenas de líquido se desarrollan 12 horas después de la exposición en forma de quemaduras químicas sumamente graves. Y eso solo en el contacto de la piel con el agente.
La inhalación del gas provoca un ardor en los pulmones, estornudos, vómitos y edema pulmonar.
Lo que se refiere al gas mostaza, sus efectos son asintomáticos hasta aproximadamente 24 horas después de la exposición. Sus efectos primarios incluyen quemaduras graves que se convierten con el tiempo en ampollas llenas de fluido amarillo.
El gas mostaza tiene propiedades mutágenas y cancerígenas que han matado a muchas personas expuestas. Aunque hay un tratamiento disponible, las quemaduras del gas mostaza se curan muy lentamente y son extremadamente dolorosas. Las quemaduras que el gas deja sobre la piel son a veces irreparables.