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Profesor Screen
Los militares, aliados con grandes compañías farmacéuticas a las que he representado, llevamos desde 1968 experimentando con la población humana. No hay consentimiento informado, y nadie toma en consideración la moral o la ética. Solo resultados.
Yo lo hago desde el año 2005. Tomamos a sujetos de unas condiciones determinadas, les pagamos un dinero y les sometemos a torturas psicológicas y físicas de toda clase. Se les aisla en nuestras instalaciones de Getafe (abandonadas desde 2016, y no diré donde están ahora) y durante días, semanas y meses, se les atiborra a drogas, se les priva del sueño, y se prueban en ellos nuevas técnicas de control mental desarrollados por laboratorios de psicología que no mencionaré.
La mayoría de los "voluntarios" adquieren trastornos mentales irreversibles a consecuencia de los experimentos. Algunos se convierten en adictos, otros se han suicidado, y unos cuantos se han vuelto peligrosos y viven internados en instituciones mentales. Las cardiopatías tampoco son extrañas entre nuestros sujetos. Todo por un dinero que no pasa de los 800 euros por semana de experimentación.
Nuestro objetivo era muy sencillo: saber si la tecnología podía modificar la conducta humana a un nivel subconsciente, con o sin apoyo químico. Queríamos hacer algo bueno, anular las respuestas emocionales violentas y extremas de los ciudadanos españoles... o intensificarlas en caso de guerra. Pero pronto se perdió de vista toda objetividad. Nos creíamos dioses. Teníamos todo el dinero público que quisiéramos, y todo lo que hiciéramos era absoluta y perfectamente legal. Éramos imparables y no había límites.
Ahora me pregunto por el precio. Desde 2016, muchas de nuestras técnicas de control mental ya se aplican en todos vosotros, mediante técnicas de control y encauzamiento de la voluntad mediante la tecnología: televisión, internet, redes sociales... sin saberlo, año a año aumenta el control que el Estado español tiene sobre vuestro subconsciente. Ahora me pregunto si fue para bien, y si todo el mal que hicimos tenía algún sentido.
Tenéis que saberlo, tenéis que creerme.