Han servido unas simples opiniones de Mourinho sobre la desproporcionada sanción que la FIFA ha impuesto a Luis Suárez por su acción con el italiano Chiellini para que la jauría de perros de presa que anida en la prensa de Barcelona haga acto de presencia. Han aparecido como lo que son, auténticas hienas que acechan su presa sin otra intención que lucir sus afilados dientes, morder como alimañas y soltar baba y rabia para que ningún otro de su especie pueda ni tan siquiera acercarse para llevarse una mínima parte de la víctima. Y la víctima que han vuelto a elegir es Mourinho, al que nunca pudieron hincar el diente mientras les hacía frente y al que ahora intentan despedazar en otra demostración de patético odio que sólo puede ser fruto de su eterna madriditis y vaya usted a saber qué otro tipo de ancestrales complejos. Porque no es de recibo y sólo puede explicarse por una patología incurable el sinfín de insultos y descalificaciones que se le han dedicado al ex entrenador del Real Madrid por algo tan "grave" como ser sincero y consecuente y no dudar en autoinculparse de haber caído en tiempos en comportamientos tan impropios como los de Luis Suárez.
Y eso es lo que no admite ningún tipo de justificación hacia estos farsantes de la pluma y la moral que, saltándose las más elementales normas de la ética periodística, han decidido obviar la autocrítica que el propio Mourinho se hace a sí mismo cuando recuerda que "yo mismo he cometido también algunos errores a nivel disciplinario. Cuando alguna vez pasamos estos límites, tenemos que reflexionar, controlar las emociones y educarnos a nosotros mismos". Este ejercicio de honestidad por parte de quien utiliza un medio de comunicación global sabiendo que sus opiniones durante el Campeonato del Mundo van a ser examinadas con lupa les quita la careta definitivamente a tipos como Mascaró y los de su especie, que desde sus columnas antimadridistas se han puesto en algo mucho peor que en evidencia.
En lugar de analizar con frialdad y rigor las opiniones de Mourinho han decidido soltar la bilis que durante tanto tiempo han tenido que contener. Lejos de admitir la posición de Mou como un perfecto ejemplo para que en el futuro algunas de las cosas que no hace mucho tiempo nos avergonzaron no se vuelvan a repetir, han optado por el menosprecio y la cobardía del insulto. "Sinvergüenza", "ruin", "manipulador", "hipócrita" y una colección de adjetivos que deberían empezar por adjudicarse a sí mismos. Porque nadie se puede mostrar más "sinvergüenza", más "ruin", más "hipócrita" y más "manipulador" que quien, a conciencia, decide desvirtuar el espíritu y el sentido de lo que Mou siente para presentarlo ante la opinión pública con esa intolerable carga de desprecio y asco. 'Olvidando' de forma premeditada y totalmente calculada el daño que de esa forma se puede inflingir. Y 'olvidando' que Mourinho es el primero en admitir su gran responsabilidad cuando se ha visto envuelto en episodios como el de Tito Vilanova, que ahora aprovechan estos fantoches para volver a escupirle a la cara como si no hubiera mostrado ningún arrepentimiento.
Durante un tiempo consideré la llegada de Mourinho al Real Madrid como el mejor antídoto posible para poder acabar con el abrumador dominio futbolístico que el Barcelona de Guardiola y cía estaba en condiciones de imponer. Mi convencimiento, y también mi entusiasmo, fueron decreciendo a medida que los comportamientos internos de Mourinho derivaron en un afán desmedido por estar permanentemente por encima de lo que el Real Madrid siempre ha representado. A pesar de mis conocidas diferencias y la decepción que para mí han supuesto muchas de sus decisiones, nunca dejaré de reconocer las notables influencias que en muchos aspectos, dentro y fuera del Real Madrid, Mourinho le ha entregado al fútbol actual. Siempre he reconocido el extraordinario carácter de competitividad que ha hecho reconocible a sus equipos, y tengo suficiente memoria para medir en el tiempo la trascendencia y el significado de buena parte de lo que se conoce como “mourinhismo”. En esa parte de mi memoria no hay nada que me impida denunciar esta injusta cacería desatada ahora en Barcelona contra Mourinho. Nada me impide pedir la justicia que también él se ha ganado.
Alfredo Duro