Hermanos y Enemigos, impactante historia de baloncesto
Vlade Divac, serbio; y Drazen Petrovic, croata, fueron grandes amigos en uno de los mejores equipos del baloncesto mundial. Hasta que una guerra los separó a ellos y también a una selección dorada.
Alguna vez fueron hermanos, o como hermanos, pero terminaron distanciados, como enemigos. Es una historia común cuando los bandos estallan en guerra, pero en el caso del documental Hermanos y Enemigos de ESPN (Once Brothers, en inglés), involucra a dos de los más destacados jugadores del basket mundial. Y sin duda, las dos principales estrellas de la hoy extinta Yugoslavia campeona del mundo en Argentina 1990.
Los protagonistas de esta historia son el serbio Vlade Divac y el croata Drazen Petrovic. Ambos formaron parte de la generación dorada del baloncesto yugoslavo y llevaron a ese país a los más alto de este deporte.
![[DOCUMENTAL] Hermanos y Enemigos: Petrovic y Divac](http://g.cdn.mersap.com/basquetbol/files/2012/01/divac-petrovic.jpg)
Divac y Petrovic se hicieron amigos por el basket, pero una guerra los separó.
Divac admiraba a Petrovic, una figura en la liga profesional de su país que anotaba fácilmente 30 ó 40 puntos por partido. Por su parte, él era un pívot destacado que con sus 2,15 metros se imponía bajo el tablero, lo que hizo que fuera convocado a la selección yugoslava, un equipo de lujo en el que participaron otros nombres muy conocidos hasta hoy día, como Tony Kukoc y Zarko Paspalj.
Divac y Petrovic forjaron una amistad gigante, como su talento, y compartieron al mismo tiempo un destino común en sus carreras, pues pasaron de la gloria de integrar el histórico equipo yugoslavo a ser parte de la NBA, la liga más competitiva del mundo.
Divac fue seleccionado por los Ángeles Lakers y Petrovic por los Portland Trail Blazers, con lo que junto con trasladarse a Estados Unidos, ambos se hicieron todavía más unidos.
Esta amistad es retratada en primera persona por Vlade Divac en Hermanos y Enemigos, quien recuerda lo importante que llegaron a ser el uno para el otro.
Un quiebre impensado
Pero un hecho que en su minuto pareció irrelevante cambió el destino de ambos y, con ello, se apagó irremediablemente su amistad.
La selección de baloncesto yugoslava campeona del mundo en Argentina 1990.
Junto a la copa, con barba, Vlade Divac; sentado, más abajo, aparece Drazen Petrovic. Fue el día que la amistad empezó a quebrarse.
Fue durante la final del mundial de 1990 en Argentina -cuando Yugoslavia se tituló campeón sobre la Unión Soviética por 92-75-, que las sensibilidades por una posible guerra secesionista en Yugoslavia corrían paralelas a los logros deportivos. En aquel momento, mientras Divac celebraba en la cancha el campeonato junto a sus compañeros, un individuo irrumpió con una bandera croata, lo que motivó la indignación del pívot, quien se la arrebató, la arrugó y le dio un trato que mucho consideraron insultante.
Según dijo Divac después, estimó que el triunfo era de Yugoslavia, no croata ni serbio, pero su actitud, potenciada por su imponente estatura y los gestos que quedaron grabados frente a las cámaras de televisión, tuvieron una connotación política que a él, en ese entonces, le era imposible de dimensionar.
Los serbios lo consideroran un héroe; los croatas, un activista, un guerrillero. Nada fue igual desde entonces. Petrovic tomó distancia, ya no le contestaba el teléfono y lo eludía cuando coincidían en entrenamientos o en alguna actividad de la NBA.
Guerra civil en Yugoslavia
La guerra civil había estallado en Yugoslavia y los muertos se contaban por miles. Una reconciliación entre ambos se veía imposible. La guerra quebró no sólo la amistad, sino que a todo un país y también a la selección yugoslava, que se dividió en los representativos croata y serbio.
A las olimpiadas de Barcelona 92, sólo acudió la selección croata, que pese a estar debilitada avanzó hasta la final liderada por Petrovic. En esa instancia, perdió con el famoso Dream Team, que encabezado por estrellas como Michael Jordan, Earving “Magic” Johnson y Larry Bird, venció por 117 a 85.
Serbia, que no pudo asistir por enfrentar sanciones internacionales, debió mirar desde afuera esa final. Divac siempre se preguntó qué habría pasado si el equipo hubiera estado completo.
Hermanos y Enemigos recorre esta historia en que el basket es cruzado por la política, víctima de una guerra que sacrificó no sólo a la generación dorada yugoslava, sino a dos de los máximos talentos que ha visto este deporte.
Petrovic murió en un accidente de auto el 7 de junio de 1993 en Munich, Alemania. Jamás se reconcilió con Divac, quien carga con ese dolor desde entonces y cuya intimidad -en busca de redención- abre en Hermanos y Enemigos, un documental que todo fanático del basket debiera ver.