Un modelo tan alternativo al fútbol actual como irrealizable, pero que permitiría recuperar aquellos valores que engrandecieron este deporte, que consistiría en eliminar la financiación externa de los clubes (capitalización por parte del accionariado, ingresos publicitarios, televisivos...) limitándola únicamente al capital aportado por sus aficionados y a los ingresos por ventas de jugadores.
En base a esta lógica, los clubes con mayores ingresos y, por ende, más posibilidades de obtener éxitos deportivos serían aquellos con una mayor masa social, a quien se otorgaría la dirección del club, sistema de gestión que es utilizado por, entre otros, el
CAP Ciudad de Murcia, y que consiste en que las decisiones vinculantes se toman entre todos los socios de manera democrática e igualitaria, es decir, sin ninguna voz superior a otra, ya que no hay nadie que se sitúe por encima de otro en la toma de decisiones, por lo que no habría acciones ni, tampoco, una directiva al uso, sino que sería un mero formalismo.
Una vez aplicada esta medida, la financiación de los clubes sería mucho más limitada y haría inviable la organización económica del fútbol, por lo que se reduciría de manera notable la remuneración salarial de los jugadores, lo que acercaría más si cabe el fútbol al aficionado. Así pues, aplicando un poco de imaginación: un club de nivel medio de Primera -como podría ser el Celta- recibiría, aproximadamente, unos 6'5 millones (25.000 espectadores x 260€ de abono) anuales, lo que contrasta con los aproximadamente 40 millones que recibe en el sistema vigente. A esta cantidad queda restarle los salarios de los jugadores, los cuales podrían situarse sobre los 200.000€ anuales de media (dicho de otro modo, 16.000€/mes), lo que dejaría unos gastos de 5 millones en total en caso de tener una plantilla de 25.
Lo expuesto arriba sería una consecuencia, no el fin en sí mismo, pero tendría también efectivos positivos como acercar el futbolista al aficionado, ya que unos menores emolumentos eliminarían esa sensación de "burbuja" en la que, según Juan Mata, viven los futbolistas. Pero el verdadero fin de esta teoría tendría unas consecuencias similares, que se verían por ejemplo en:
- la recuperación de la importancia del aficionado en el club (aquello que es reclamado por movimientos como "Against modern football").
- más éxitos de los clubes generalmente denominados "históricos" (motivo de queja de aficiones como Racing, Cádiz u Oviedo es ver que su afición no se ve recompensada con glorias deportivas).
- reducción de diferencia en el nivel de los clubes.
- desaparición de los clubes que crecen de manera artificial gracias al capital extranjero (PSG, Manchester City...).
- una mayor presencia de jugadores locales en el club (con menos diferencias entre los clubes, también sería más habitual que los jugadores rechazasen moverse a equipos que ofrecen más).
- lo ya mencionado, el acercamiento de los futbolistas a la "vida real".
- desaparición de clubes "secuestrados" por un dueño que actúa en contra de los intereses de aficionado o del propio club.
- imposibilidad de perder la "tradición" del club (mediante cambio de escudo, nombre de estadio...).
Unos ejemplos de clubes que luchan contra el fútbol moderno son el ya mencionado CAP Ciudad de Murcia, AFC Wimbledon o el admirado por muchos aficionados FC United, un club semiprofesional fundado por los propios aficionados que estaban en contra de la inmersión de capital extranjero en su propio club y decidieron fundar uno preservando los valores del fútbol.
Nada más, una idea que se me ocurrió hablando con @
xa8vi y que me ha apetecido compartir.