Sin rentas no hay paraíso. Así de simple. Esa es la principal barrera de entrada por la que solamente un 15% de los inversores españoles compra bitcoins u otro tipo de criptodivisas, porcentaje que desciende hasta el 5% entre el resto de los españoles, aquellos que invierten de forma esporádica o no tienen un alto patrimonio. Según un estudio de la gestora francesa AXA Investment Managers, los españoles colocan su dinero, sobre todo, en activos o productos financieros que repartan parte del beneficio generado de forma periódica, como lo hacen los bonos con los cupones, las acciones con los dividendos o los pisos con los alquileres.

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En ningún caso la máxima exposición a bitcoin u otras criptodivisas supera el 20%. Este porcentaje se da en los españoles que tienen entre 22 y 30 años. La tasa más baja se sitúa en los mayores de 55 años, que apenas invierten un 6% en criptomonedas.

Ni la alta cotización del bitcoin sirve de acicate, cuyo cambio ronda en la actualidad los 8.200 dólares por bitcoin. Aunque la criptomoneda más famosa ha caído un 40% desde su máximo en el verano, en lo que llevamos de año sube un 125%. Incluso, el analista sénior de eToro Mati Greenspan aventura que "no hay ninguna duda de que Lagarde va a impulsar alguna clase de criptoeuro" en su mandato al frente del BCE. De hacerse realidad esta predicción, le daría al bitcoin y otras criptodivisas un espaldarazo institucional.

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Los inversores españoles buscan monetizar periódicamente parte de las plusvalías que obtienen con sus inversiones. Se trata de traer al presente una parte del beneficio futuro para gastarlo o para reinvertirlo. Por esta razón, un 90% de los inversores se decanta por la liquidez como forma de ahorro predilecta. Por detrás, los seguros de vida o salud (67%), los productos de inversión (58%) y la pensión (52%) son sus otras vías de ganarse ‘un extra’.

Curiosamente, a pesar de que una buena parte de las acciones dan dividendos, únicamente un tercio de los inversores españoles las usa como fórmula de rentas. Y esto tiene que ver con la ‘anomalía española’: los inversores de nuestro país entran en la bolsa muy poco. Ni siquiera en las edades más tempranas o medias, que es cuando la teoría financiera dice que más riesgo debe asumirse de cara a generar riqueza para la jubilación.

LA ANOMALÍA ESPAÑOLA

En la encuesta de AXA IM, se observa cómo los españoles son más conservadores incluso de lo que ellos mismos se piensan y no son consecuentes con lo que creen deberían hacer con sus inversiones en función de su edad. El estudio Voices confirma la teoría del apetito decreciente por el riesgo según se es más mayor. Los inversores entre los 22 y los 30 años están dispuestos a asumir un 34% de riesgo máximo en sus carteras, mientras que los mayores de 55 solo aceptan un 13% de riesgo.

Todo estaría en línea con el ciclo de vida si no fuera porque, sobre el terreno, los españoles no invierten más de un 10,2% en bolsa en promedio a lo largo de sus años como inversores, siendo el 11% el máximo (de 16 a 21 años) y el 9% el mínimo (contrariamente, en la franja de 22 a 30 años, cuando más riesgo están dispuestos a correr para lograr una mayor rentabilidad).

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