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Incógnito
No sé por dónde empezar, supongo que narrar mis acontecimientos más recientes estaría bien, después ya me remontaré al pasado.
A mediados del mes de junio comencé a aprender el humilde pero digno oficio de mi padre, la carpintería metálica. Es una empresa pequeña y últimamente han tenido más faena, así que sus jefes le preguntaron por mí. Me encontraba mejor de ánimos y acepté para ganarme unos ahorros con los que pagar la matrícula de la uni y lo que hiciera falta.
A medida que trabajaba aprendía más y más cosas, y me hacía mucha ilusión que mi padre me enseñara el oficio como el mejor de los maestros, pues él es el oficial de primera del taller. Mi madre, en su empeño por apagar todas mis ilusiones, me lanzaba comentarios del tipo: "qué lastima me da verte con las botas puestas", "¿es que te gusta venir así de sucio y acalorado?", "¿esto es lo que quieres para tu vida?". He llegado a gritarle que dejara de comerme el tarro y que estaba empezando a disfrutar del trabajo, pero ella no hacía más que ponerse a la defensiva alegando que lo decía por mi bien, para que me diera cuenta de la baja realidad en la que me encontraba.
Este mes de agosto, el martes pasado, día 4, mis días en el taller llegaron a su fin, o al menos de momento. He tenido mis razones para ello: tras currar mes y medio desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde (excepto cuando íbamos fuera, que era de 6 a 3 por la jornada intensiva), y tras haber puesto toda mi voluntad en cargar hierros, manejar las herramientas y subirme en los tejados (incluso sin arnés), para nuestra sorpresa me dieron una miseria. Mi nómina es de casi 1500€ por 8 horas diarias, pero resulta que me han pagado 600€ estando 10 horas. Mi padre, que jamás ha sido capaz de defender lo suyo cada vez que le han bajado el sueldo, con menos razón ha defendido lo mío. Al principio le preguntaron si deberían darme la mitad que a los demás peones, él les respondió que lo que ellos vieran correcto. Se limitó a guardar silencio cuando la noticia llegó a mi familia.
Dije en mi casa que quería abandonar el taller porque me negaba a ser un esclavo, y que los jefes podían pagarme lo que me merecía si dejaban de darse lujos, como los coches caros. Mi madre y mi abuela, con tristeza, insistieron en que no dejara el trabajo porque "lo que me daban era poco, pero al menos era algo". Finalmente convencí a mi padre de que hablara y les ha dicho que me voy a cortar uvas porque son menos horas. Ahora mismo estoy con el teórico del carnet, pero mi padre ha apalabrado con otro que iré a cortar uvas, sin consultármelo siquiera. Este es el segundo verano que me pongo a estudiar el teórico para terminar yéndome a trabajar de algo que ellos me buscan y haciendo que deje el carnet a medias. Aunque luego siempre vienen exigiendo que me lo saque de una vez.
No pusieron su esperanza cuando estaba en bachillerato, sus comentarios fueron para desilusionarme; cuando entré a estudiar filosofía decían lo mismo porque "eso sin salidas de qué me iba a servir", y ahora que me queda poco para terminar la carrera tampoco creen que vaya a lograrlo. Dicen que hay gente trabajando y estudiando a la vez, y que eso mismo debo hacer. Ya estoy harto de que decidan por mí mientras me desalientan en todo aquello en lo que pongo mi voluntad. No tengo a nadie a quien contarle esto y que me consuele con su abrazo, por eso vengo aquí.
Según Charles Bukowski, la tristeza es causada por la inteligencia, pues cuanto más entiendes ciertas cosas, más desearías no comprenderlas. ¿Es mejor vivir feliz pero en la ignorancia, o vivir triste pero consciente de la realidad?
Siento mucho haberos dado el tostón con mi entretenida vida. Mi verdadero protector, mi lugar de refugio, mi escudo, mi más alto escondite, es el Señor.