El pontificado de Formoso comienza el 19 de septiembre del 891. En el 892 es obligado a reconocer como sucesor del emperador carolingio Guido III de Spoleto a su hijo Lamberto. A la muerte de Guido en el 894, Lamberto es coronado en Rávena como nuevo emperador. Formoso convence al rey alemán Arnulfo de Carintia para que invada Roma y acabe con el poder de los Spoleto. Arnulfo asalta Roma en febrero del 896, expulsa a Lamberto y es nombrado nuevo emperador por Formoso. Poco tiempo después, en abril del 896, el papa Formoso fallece.
Le sucede como Papa Bonifacio VI, candidato apoyado por los Spoleto. Pero quince días después de ser elegido, muere de gota (firmando el segundo pontificado más corto de la historia, solo por detrás de los trece días de Urbano VII).
El obispo de Anagni por nombramiento de Formoso es apoyado por los Spoleto como nuevo Papa, tomando el nombre de Esteban VI. Ageltruda, viuda de Guido, y su hijo Lamberto hierven en deseos de venganza. En el mismo año 896 Arnulfo debe abandonar Italia por sus problemas de salud y las luchas de poder entre la baja nobleza alemana, lo que aprovechan los Spoleto para recuperar todo su poder.
En enero del 897, nueve meses después de la muerte de Formoso, Esteban VI es obligado por los Spoleto a promover un juicio eclesiástico póstumo contra él, siendo la principal de las acusaciones el haber accedido ilegalmente al papado. La razón era que seguía siendo obispo de Porto cuando fue elegido obispo de Roma al convertirse en Papa, una contravención del Derecho Canónico. Lo curioso era que esa acusación también podía hacerse contra el mismo Esteban VI con la diócesis de Anagni.
Comienza así en el Palacio de Letrán (Palazzo del Laterano, en italiano) el conocido como "Concilio Cadavérico" o "Sínodo del Terror": se exhumó el cádaver en avanzado estado de composición del Papa Formoso, se le revistió con los ornamentos papales y se le ató a un trono para que escuchara las acusaciones. En el Concilio romano del 898 se describe así la escena: "Un hedor terrible emanaba de los restos cadavéricos. A pesar de todo ello, se le llevó ante el Tribunal, revestido de sus ornamentos sagrados, con la mitra papal sobre la cabeza casi esqueletizada donde en las vacías cuencas pululaban los gusanos destructores, los trabajadores de la muerte". Un diácono fue nombrado abogado para que hablase en nombre del difunto, mientras Esteban VI presidía el concilio. No hubo sorpresas y fue declarado culpable.
Tras el simulacro de juicio, se declaró inválida su elección como Papa y se anularon todos los decretos y ordenaciones de su papado, lo que permitía a Esteban VI no poder ser acusado del mismo cargo que Formoso. Se despojó al cadáver de sus vestiduras, se le arrancaron de la mano los tres dedos con los que se impartía las bendiciones papales y su cadáver fue arrojado al río Tíber entre la indignación popular.
¿Había logrado Esteban VI salvar su papado siguiendo las órdenes de los Spoleto? No. Poco tiempo después una parte del pueblo romano le prendió en el Vaticano, fue desnudado y encarcelado, para morir estrangulado en agosto de ese mismo año.