no existe la fuerza de voluntad

si colocas una bola de acero en una lona de goma sostenida dentro de un marco, la bola de acero deformará la lona. Pongamos que la lona es el espacio euclídeo y la bola de acero un planeta con gran masa. Si sueltas una pelota de ping pong en la lona, describirá un movimiento de acercamiento entorno a la bola de acero hasta ponerse a dar vueltas alrededor y precipitarse a contactar con ella. Eso es la gravedad. Un campo. Y la fuerza una cuestión virtual. El planetoide o satélite es atraído en razón de una masa más poderosa.

la fuerza de la voluntad tampoco es una fuerza. No existe la voluntad sino la motivación. Lo motivacional es lo equivalente a lo gravitacional. Pero con una diferencia. La motivación es algo propio. Y sólo cuando tiene que luchar contra intereses ajenos es cuando genera sufrimiento. Alguien que hace algo que quiere no sufre. Se sufre cuando se hace algo que uno no quiere, cuando se hacen etapas intermedias para llegar a lo que uno quiere y cuando dichas etapas contienen pleitesías a la voluntad ajena o esfuerzos duros por poder encajar la voluntad propia. Por tanto lo único difícil de la voluntad es tener que fingir que sea propia.

no hay espacio euclídeo que pueda convecerme de actuar contrapropósito. O a mi manera o a ninguna. Eso es dignidad. No dejarse atrapar por espacios volitivos ajenos. Se vende el mito de la fuerza de voluntad como si el doblegarse al propósito ajeno fuese una suerte de calistenia o gimnasia indicativa de salud. Cuando en realidad es al revés. Cada cosa que hacemos o dejamos de hacer de manera deformada por la acción de otro, u otros, constituye un acto de debilidad.