Los esconjuraderos, del aragónes esconchurar: conjurar, son construcciones características en la tradición pirenáica que se remontan a principios del S/XVI, aunque su uso se pierde en el tiempo y en la tradición pagana.
Normalmente estaban construidas cerda de la iglesia, con forma cuadrada y abiertas a los cuatro puntos cardinales. Pero, ¿para qué erán usadas estas sencillas construcciones? Los esconjuraderos se usaban para conjurar cualquier tipo de mal que acechase el pueblo, desde un mal de ojo hasta para alejar la peste de sus habitantes. Aunque su uso más frecuente era para ahuyentar tormentas.
Los rituales "mágicos" en el pireneo no son un fenómeno extraño, y por eso no es raro encontrar en la vida cotidiana un gran número de rituales relacionados con la protección de las casas/campos/ personas. Los espantabrujas en las chamineras o los cardos y patas de animales en las puertas de las casas son algo habitual.
Chaminera con espantabrujas
El rito para las tormentas no era muy complicado, y en cuanto se avistaban nubarrones negros en el horizonte los habitantes del pueblo junto al párraco se reunían en ellos, con una rociada de agua bendita y un conjuro en forma de palabras mágicas la tormenta era instada a abandonar aquel lugar. Y es que ya se sabe, una granizada en verano era hambre en invierno.
Las "palabras mágicas" más usadas, o al menos de las que se tiene constancia erán: "Boiretas en San Bizien y Labuerda: no apedregaráz cuando lleguéz t’Araguás: ¡zi! ¡zas!”
Una vez más, vemos como una ritual págano, pasó a manos de la iglesia, ya sé sabe, si no puedes con tu enemigo únete a él, y eso hicieron, por miedo a que se apropiasen de estas edificaciones la iglesia decidió monopolizarlas y participar en ellas, teniendo el control absoluto sobre ellas y la tradición.
Hoy en día en el pirineo aragonés hay rutas que visitan pueblos que todavía conservan estas edificaciones, y es que desde ellos podemos tener unas bonitas vistas, ya que siempre se construían aunque cerca de la iglesia en lugares donde se pudiese divisar perfectamente el horizonte.