la increíble ¿ suerte? de los niños comanches

En Estados Unidos, entre los primeros colonos, se dió un evento que cambió la vida a muchos niños: fueron raptados. Los indios robaron a los blancos igual que los blancos a los indios. El apache no fué otra cosa que un amerindio, un gitano, entre cuyos caprichos ( matar al padre, violar a la madre) se encontró el llevarse a la rubicunda y ojoazulada criatura como juguete para la muchajontas del poblado. Que como nueva madre amantísima de la novedad, adoptaría respecto del adoptado un rol especial fundamentado en el capricho de ser engendradora de tan angelical raza.

De pequeño le tenía grima a los gitanos. Y todavía se lo tengo. Pero mi vida ha consistido en probar coño de etnia. Casi ninguna blanquita he probado. Todo ha oscilado entre Venezuela y Uruguay. Con particular detenimiento en Colombia, Ecuador y Cuba. No ha sido el periplo de un viajero sino el de un frescales. Pero en cierto modo responde a una necesidad: la de experimentar cambios que, en el fondo, no han sido reales.

El que suscribe, ni tiene los ojos azules ni el pelo rubio. Pero le tengo tal asco a la ausencia de libertad del mundo civilizado, al que se le nota un tufo primitivo en sus reglas, que siempre he preferido la supervivencia en el autismo del apartarme del esclavismo laboral y económico. Simplemente me repele la definición que del trabajo se desprende en la carne propia. Para elegir la insania de vivir en el apartheid respecto de mi mismo, prefiero el apartheid respecto de los frutos del Edén. Le tengo envidia a los más ricos del cementerio. Pues peor es ser de los más pobres del paraíso.

El medio que nos rodea ejerce sobre nosotros una constante transformación que sólo en algunos casos se lleva bien. Si el chaval escribe hacia la izquierda, se le impone la diestra correcta para el puritanismo. Si escribe con la mano izquierda, se le obliga a cambiar a la derecha. Si pinta dinosaurios con Adán y Eva, en vez de considerar creatividad se le lleva al experto para valorar su estabilidad mental. Si pasa olímpicamente del amor y de la reproducción de la especie, se le conmina a sentir deseo por la hembra por más que, en realidad, lo único que le interese sea como mucho follar ( y no precisamente por algo distinto a la mera extinción de la sobrecarga nerviosa). Desde el principio del ser de cada cual, se aplica la vieja idea de que uno no es otra cosa que una pizarra en blanco. Sobre la que se puede escribir con impunidad cualquier cosa.

Se discute sobre si un niño debe preferir un arma de juguete a una muñeca de juguete. Se puede aplicar la idea de que la niñez es, desde el punto de vista del olor, neutral. Y una colonia puede valer como unisex. El libro se ve como buen regalo, pues la cultura debe ser un bien para todos. Pero lo mismo en la primera comunión faltan billetes y sobran biblias...

Cuando un niño era raptado y criado por otros padres, su suerte material cambiaba. Podía empeorar o lo contrario. Pero también su suerte educativa. Y el grado de tensión entre lo que el niño realmente traía " de fábrica" y lo que creían ver sus padres en él.

El verdadero sentido de la vida es la terquedad de profundizar en nuestro verdadero yo y realizarlo contra viento y marea. Seguir planes que en el fondo no nos agradan es tan absurdo que incluso la neutralización total de toda una vida se me antoja como perspectiva más adecuada que un insatisfactorio acto de falsedad.

Hay una bohemia impuesta igual que hay un conservadurismo impuesto. Personalmente encuentro el abuso de " lo cultural" como una especie de emputecimiento gitano y bohemio sobre una infancia que, en el mejor de los casos, debería ser educada en el Tener y en el poner diferencias y barreras entre ellos y los que son distintos. No mejores ni peores. Sino distintos.

Llenar colegios con niños de otras " culturas" es cargarse a nuestros hijos y ponerlos en la mala situación de tener que nadar apartando medusas venenosas que proceden de aguas que no tendrían porqué ser las suyas. He follado con etnias porque en el fondo las detesto.