Total que hoy tengo una resaca impresionante.
Desde que tengo memoria, la Semana Santa en mi pueblo, un rincón olvidado de Castilla La Mancha, se había celebrado siguiendo las tradiciones de nuestros antepasados. Procesiones solemnes, silencio respetuoso y la comunidad unida en una reflexión espiritual profunda. Pero este año, todo cambió cuando Álvaro, un hombre que había dejado nuestro pueblo hace décadas y regresó envuelto en rumores de riquezas y oscuridad, propuso una nueva forma de conmemoración: una Semana Santa satánica.
Al principio, la gente se lo tomó como una broma de mal gusto. Pero Álvaro no bromeaba. Empezó a organizar reuniones nocturnas en su antigua mansión, a la que había regresado para habitar. Los más curiosos o aquellos tocados por la promesa de algo diferente, comenzaron a asistir. Yo, movido por una mezcla de escepticismo y la sed de un escritor por historias sin contar, decidí unirme.
La primera noche, la atmósfera era eléctrica, cargada de una anticipación que rozaba lo prohibido. Álvaro nos habló de una celebración que abrazaba las sombras de nuestra fe, de explorar los rincones oscuros que la luz de la iglesia buscaba siempre iluminar. Argumentaba que entender la oscuridad era la única manera de apreciar verdaderamente la luz. Cada noche de esa semana, realizamos rituales que, aunque en principio parecían inofensivos, poco a poco se fueron tiñendo de una seriedad y profundidad que muchos de nosotros no esperábamos.
Los fenómenos inexplicables no tardaron en manifestarse. Sombras que se movían solas, susurros en la noche, la sensación de ser observados. El pueblo se dividió entre los que veían nuestras acciones como una afrenta directa a las tradiciones y aquellos que, como yo, se sentían inexplicablemente atraídos por esta nueva celebración.
Pero entonces, durante el clímax de nuestra semana, algo se manifestó. Algo antiguo y hambriento, liberado por nuestras invocaciones y rituales. Lo que comenzó como una exploración de la fe y la duda se convirtió en una lucha por nuestra alma y la del pueblo.
Enfrentados a la oscuridad que habíamos desatado, tuvimos que buscar respuestas en las tradiciones que buscábamos redefinir. La verdadera naturaleza de la fe, la luz y la oscuridad se reveló a nosotros de formas que nunca podríamos haber imaginado.
Yo no ansío riqueza como @_Ferraro_ yo sólo busco la verdad.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.