Tema serio Acabo de cerrarle el portón a un hombre que ha llamado a mi puerta

Estaba yo tan tranquilo foreando por el floro y contestando a diferentes shorleys cuando, justo había terminado de denegar otra invitación de amistad de alguien que no se quien, cuando han resonado los golpes secos que provenían de las maderas del portón. Me ha extrañado mucho que alguien llamara aquí y a estas horas, así que he revisado la chimenea para cerciorarme de que ningúno de los candentes troncos que ardían frente a mí pudiera rodar y quemarme el Ikea de hace dos siglos. He tomado la antorcha del pasillo y me he encaminado hacia el portón justo cuando los tres golpes secos se repetían.

- ¡Un momento! - dije yo, El Piro, para que no se impacientara quien fuese que estuviera allá afuera. No hubo respuesta mientras colgaba en la pared la antorcha. Hice palanca con el gozne del portón que al crujir, dejó mover las visagras. Entonces dejé la puerta preparada para abrirla mientras recuperaba la antorcha. Cogí aire y abrí el portón.

La noche era fría y la niebla comenzaba levemente a conquistar los espacios bajo las ramas de los sauces que se divisan en mi jardín. En el cielo, la luna seguía brillando con un cierto halo misterioso...
Acercando ligeramente la antorcha he preguntado quién andaba ahí.

Un hombre de una mediana edad, entre unos cuarenta y cinco y cincuenta años de edad me miraba tranquilo,mientras nos escrutábamos mutuamente la faz.

- Buenas noches, caballero - Me ha dicho con una voz leve y algo temblorosa.
- Buenas noches, señor. - Le respondí fugazmente - ¿Cómo ha conseguido salvar el foso?
- No ha sido difícil, he tomado prestada esa barca de allí- Dijo señalando con pesadez una de mis viejas barcas de repuesto.
- Ya veo...
- Siento molestarle a estas horas... - Asentí para mostrar amable conformidad con su sentencia - pero necesito su ayuda. No tengo trabajo y tengo dos hijos...yo, eh... si pudiera...
- Entiendo - Intenté analizar hasta el último movimiento y ropaje para tomar una decisión.- Espere aquí, un momento.

Cerré la puerta y medité las diferentes opciones durante unos segundos.

Lo primero que he hecho es pensar que podría tratarse de un bellaco, un ruín y perverso ladronzuelo de mala cuna. De ser así tendría rápidas respuestas, podía subir rápidamente por la torre y lanzarle el aceite hirviendo desde la ventana superior. O podía coger la espada y rebanarle en dos cual queso Philadelphia. Pero tal vez era demasiado para alguien que no me había atacado aún, además al fin y al cabo no me había pedido nada en especial, no me había pedido dinero ni comida... Asi que podía darle lo que yo quisiera.

Quizá ese hombre no tenía fuego y con el frío que hace ahí fuera que mata putas y mariposónes pues tal vez podría ofrecerle un tronco incandescente. O darle un paquete de lentejas, de arroz, de azúcar, un cubo de leche... o un mísero euro. Reconozco que estoy en contra de ayudar cuando la gente ha votado socialista. Pero algo en ese tono de voz y en esa mirada me hacía dudar que no pudiera ser cierta su necesidad.

Tras meditar mandarle a la mierda un par de segundos más, le escuché sollozar. Pero no de esos lloros de lágrimas de cocodrilo, no. Un sollozo sincero. Leve. Real. De un hombre que cree que nadie lo escucha.
Finalmente decidí que esa sería la única excepción. Ese señor se llevaría sólo una cosa y podría dar fe de que los habitantes de estas tierras y este castillo tuvieron piedad de él.
El último durante una larga temporada de socialismo bien merecido.

Al recibír un paquete de harina por mi parte, se ha emocionado, ha sonreído y se ha ido haciendo reverencias y repitiendo "gracias, ¡muchas gracias!"
Yo me he despedido recordándole que era harina, no otro tipo de sustancia de bellacos.

Y en la oscuridad de la noche se ha vuelto a subir a la barca mientras vigilaba como cruzaba de vuelta el foso, ondulando la plateada luna en la superficie del canal que rodea mi fortaleza, justo antes de desaparecer en la neblina.

Resumen: Me he apiadado de un señor de unos 45-50 que estaba pidiendo para poder dar de comer a sus hijos.