¿ aclarar la dinámica rectora permitiría un deísmo final?

ya sabemos que el Tiempo no existe, que es una peligrosa inexistencia eficaz. Lo demostraron Taggart, Gögel, Einstein. Las series de taggart son series numéricas cronológicamente orientadas que representan eventos y que se pueden relacionar con las cadenas de markov de la probabilidad o con las redes de petri de la instrumentación industrial. Gödel las introdujo en su aparato conceptual propio: los universos de Gödel. Con dicho aparato se puede modelar un sistema universo y determinar su evolución futura como sistema físico introduciendo datos. Todo ello se aplicó en el marco de la teoría relativista de Einstein. El objetivo era dilucidar si existe una línea temporal absoluta que pudiera subsumir a todas las demás. La conclusión fué que no. El tiempo es sólo una abstracción sin existencia física real, sólo psíquica, y el universo es increado, siempre ha existido algo, con la demostración por tanto de la inexistencia de un creador y, subsiguientemente, la inexistencia del dios judeocristiano.

sin embargo sabemos que existen los procesos y, al menos en apariencia, los movimientos. Ya hemos visto que el metapensamiento puede darle las vueltas al empirismo por la sencilla razón de que la mente es un laboratorio más. Pero ¿ cómo explicar los procesos, la vejez, la enfermedad, la muerte...?. ¿ Existiría alguna solución en el marco metafísico?.

de algún modo, todos estamos en el " juego del calamar" . Vivimos una complejidad eterna que no parece tener sentido salvo el cambio en sí mismo. Tendentes a la excentricidad. En su versión sencilla es el huarong o puzzle deslizante. Tenemos piezas y movimientos:



si admitimos que la dinámica rectora de la realidad es, ante todo, una dinámica, hemos de dar por válidas dos cuestiones:

1º existencia de partes
2º movimientos de ordenación

Vivimos en un universo físico en el que desarrollamos una actividad psíquica y generamos ideas que, a su vez, provocan cambios en el universo físico en orden a la manifestación de todas sus formas en todas sus expresiones o versiones. No parece factible un metamisticismo ya que todo lo que sucede, a juzgar por una visión reduccionista, es " más de lo mismo". Sin embargo, y citando a Wittgenstein " si la respuesta no es de éste mundo, entonces por definición está fuera de éste". La realidad parece estar llamada a una constante versación o expresión de todas las posibilidades combinatorias.

el resultado de tal dinámica es una expresión por la expresión en sí misma. En donde " más de lo mismo" supone un reduccionismo inaceptable en orden al propio juego que exige la perpétua combinación sin cese posible. Mantenida por ese aliento de un Elán Vital místico asentado en los vivientes. Sean cuales sean.

Sólo considerando la zona vacía como un espacio entelequial inobservable pero real. Un espacio desde el que se orquesta una interacción psicofísica provocadora de cambios. Sólo olvidando a dios y tomándonos por entidades absolutas a nosotros mismos, y cargando con la carga monstruosa de tal menestar, podemos entender la realidad. Estamos llamados a ser partícipes de una dinámica eterna porque eterna es en sí misma la existencia. Y queda basada en el oficio de observadores con capacidad de diferenciar.

si,