Te cambio la última alfombra por mi cabra y mi mujer
En los años ochenta, la guerra de Afganistán estaba en su máximo apogeo. El conflicto bélico marcaba la vida de los afganos. Tanto es así que los artesanos locales comenzaron a inspirarse en él para sus creaciones.
A partir de entonces, las tradicionales alfombras persas y orientales comenzaron a llenarse de tanques, granadas, fusiles de asalto, helicópteros y otros motivos relacionados con la guerra. La popularidad fue tal que, con el tiempo, las alfombras con temas bélicos se convirtieron en un género en sí mismo.
Lo más curioso de estas alfombras es que, además de su atractivo estético, tienen un componente narrativo. A través de ellas se puede conocer la historia de los afganos y los pueblos cercanos.
Por ejemplo, no es lo mismo que los tanques que aparecen tengan el cañón levantado hacia el cielo o no. Si lo tienen levantado, es decir, en una actitud no beligerante, se trata de carros de combate rusos que abandonan el país derrotados. Si están apuntando de forma horizontal, son tanques afganos. De esta forma, lo que era un mero ornamento, se convierte en detalle de exaltación patriótica.
Otras alfombras no son tan sutiles. En ellas se muestran líderes de la época como Jomeini o Dostum o mapas. En estos últimos se detallan escaramuzas, batallas ganadas por los afganos o el recorrido de las tropas soviéticas en la retirada del país.
Los motivos representados en las alfombras también sirven para datar cuando fueron hechas. Las más clásicas suelen reproducir armamento soviético, como los fusiles AK-47. Las modernas incorporan armas de las tropas estadounidenses.
Lo mismo sucede con los hechos históricos. La intervención militar estadounidense en el país ha hecho que se sucedan los temas antiamericanos. Aquellas alfombras que narran el atentado contra las Torres Gemelas, por ejemplo, son un éxito de ventas entre la población.
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