Hijo de la carretera

Mi día a día es una montaña rusa de emociones en la carretera. Me levanto temprano, aún con la adrenalina de la noche anterior corriendo por mis venas. Preparo mi camión, reviso la ruta y estoy listo para partir. La carretera se extiende ante mí, prometiendo aventuras y desafíos.

Mientras conduzco, la música estruendosa de la radio me mantiene despierto, pero siempre tengo un as bajo la manga: un poco de cocaína para mantenerme alerta y concentrado. No puedo evitarlo, la sensación de euforia que me da es adictiva, como si estuviera volando sobre el asfalto.

A lo largo del día, hago paradas estratégicas para reabastecerme. Aprovecho cualquier oportunidad para tomar un par de líneas y recargar mis energías. No importa si el sol está en lo alto o la lluvia golpea mi parabrisas, siempre encuentro un momento para mi pequeño placer.

Por las noches, cuando el cansancio finalmente me alcanza, busco un lugar tranquilo para estacionar. Pero incluso en la oscuridad de la noche, la cocaína me llama, prometiéndome unas horas más de vigilia y excitación.

Mi día a día puede ser agotador y a veces peligroso, pero la cocaína es mi fiel compañera, dándome el impulso que necesito para enfrentar la carretera una vez más.

Pues oye. Es un texto inspirador de las aventuras de @Farly. No le pongas nervioso Solaje. Que no duerme hoy...