en cierto bar se nos acercaron unas chicas preguntando si el montadito era " grande o pequeño". Tu hermano dijo que pequeño. En su cabeza estaba seguramente la lince Dune que le procuraría su éxito creativo como añadido sobre su capacidad para la Biología. Recuerdo que me comentastes " podríamos haber mojado"... El bar sigue allí. Tú estás muerto desde hace veinte años y yo en vida desde hace algunos más.

En aquellos dias comentabas " parece que en la vida tuviésemos una especie de camino señalado de antemano". Seguramente era un comentario de tu depresión endógena que soñaba con volar pero que tenía que tener los pies en tierra sobre la base de una maravillosa capacidad que te había sido concedida. Y que, sin embargo, en tu momento no apreciabas. Eras tan bueno académicamente que cuando abrías la boca los profesores se acojonaban.

Simplemente pienso en aquella época. Que de bueno tenía lo que la juventud. Cuando Miami Sound Machine era un grupo de moda. Y cuando se podía aún soñar en un modo existencia equipotencial que tú, en tu sano juicio, supistes rechazar. Me aconsejastes letrar mi camino. Pero aunque no tuve tu adicción a las copas de fin de semana, sí que la tuve a mi desorganización cerebral. Quería poesía en la propia atomicidad de la existencia. Y al menos durante un tiempo funcionó.

Mi propio cáncer está cercano a dar la cara. Ya estamos en esa fase en la que sólo quedan los hechos desnudos. Y sin embargo sigo pensando en aquella época en la que podíamos dopar nuestra existencia con cierta amplitud sin que por ello hubiese grandes riesgos.

Guárdame un sitio en el cielo.