La persona de la que voy a hablar no se llama Antonio realmente, pero le llamaré así para preservar su anonimato al máximo.
Antonio es un chaval que iba a mi instituto, concretamente, al curso inmediatamente inferior, es decir, que es un año más joven que el menda.
¿Qué pasa con Antonio? Hacía tiempo que no sabía nada de él. Le tengo agregado al Facebook, es verdad, pero apenas lo miro últimamente; pero es que acabo de mirar mi Instagram y me ha salido una foto suya (no sabía que le seguía), una foto que describo a continuación: sale él en camiseta en la playa sonriendo (la típica selfie), pero es que sale con la cabeza rapada, intuyéndose en ella unas entradas gigantescas que yo no le había visto, y hablamos de un chaval de 22 pestes, con toda la vida por delante. No es un chaval especialmente guapo, tampoco es un adefesio, pero estas cosas, quieras o no, afectan y son difíciles de aceptar.
Antonio, tío, eres un crack. Te admiro por atreverte a hacer lo que muchísimos hombres no se atreven a hacer, y a una edad tan prontía: asumir tu alopecia rapándote. Enhorabuena por tu valentía y ojalá tengas suerte en la vida pese a tu condición capilar. Te lo mereces.
El ser humano es extraordinario.