El ad hominem, lejos de ser una falacia lógica como machaconamente nos dice el Sistema, no es sino la mayor prueba del algodón a la que se puede someter a un argumentador, porque ¿acaso alguien duda de que un gran experto en inversiones, trading y bolsa tiene necesariamente que estar forrado o de lo contrario es un estafador vendemotos?, si nadie duda en el caso del experto en trading ¿por qué nos cuesta aceptar el ad hominem en otros ámbitos?, la concordancia y la coherencia entre lo que se predica y la forma en la que se vive y se actúa es una exigencia, pero no una exigencia de coherencia moral, todo lo contrario, la exigencia se plantea en el campo puramente utilitarista y práctico, si alguien defiende ciertas ideas y su vida no es coherente con esas mismas ideas ni está ordenada siguiéndolas es que muy probablemente sean ideas erróneas, meramente especulativas o simples sofismas y en cualquier caso es todavía más probable que esas ideas lleven a sus seguidores a un mismo tipo de vida incoherente y desordenada.
El cuerpoescroto brazos de lápiz que se permite el lujo de dar lecciones de fitness y culturismo a otros físicamente superiores merece el infinito desprecio que él mismo ha demostrado a su propio cuerpo, a las teorías que defiende y a su propia coherencia personal, el gordo que da consejos de nutrición lo mismo. Y así con el millonario de cuna rentista que pretende establecer qué es el trabajo y el mundo de la empresa, el general de sillón que pretende dar lecciones estratégicas a los altos mandos, el gordo cervecero que piensa que puede corregirle la técnica boxística a un campeón del mundo o el cuñado de bar que cree saber mejor que tu mecánico qué es lo que le pasa a tu coche y de paso que alineación tiene que sacar Zidane el domingo.
Pongamos otro ejemplo, hipotético, si un chepudo jorobado, piojoso y con cara de camello que viste como un muerto de hambre intenta darnos lecciones de como debe gorbernarse una Nación necesariamente le habríamos de contestar que empiece por mirarse al espejo, porque alguien incapaz de presentarse en la arena política con una imagen personal decente nos da muchas razones para pensar que;
a) no se toma suficientemente en serio sus propias ideas, estas no le valen el esfuerzo de asearse física y mentalmente.
b) a quien no se toma en serio es a sus conciudadanos y antes ellos se presenta como se presentaría ante el repartidor de Glovoo un viernes a las once de la noche.
c) que sus ideas necesariamente conducen a ese grado tan absoluto de desaliñamiento, decrepitud y despreocupación higiénica y estética y que por tanto llevaran necesariamente a la decrepitud de la Nación.
Por eso el ad hominem es en realidad el primer contra argumento que hay que esgrimir, el primer test que un argumentador ha de pasar, ¿es que acaso las ideas llegan al debate volando o viajando sobre un efluvio de éter? No, la idea se presenta indisiociable del argumentador y no olvidemos que la Tizona o Durandal son espadas legendarias porque las empuñaron héroes de leyenda, y no al revés.