amanecía y me tiraba a la hembra del grupo. Dado que la única posible competencia era concesionista u homo. Luego íbamos a por la comida de comedor social, que en aquellos tiempos de confinamiento era de catering. Aunque antes la putona nos calentaba los cafés jugando a servil. El juego que por naturaleza gusta a la mayoría. Una mierda de escenario para los promotores, empoderados, de la fobia al virus. Pero resultona con lo que había.