Hoy os traigo uno de los momentos mas interesantes del siglo XX, el asedio por parte del ejercito rojo de la capital alemana y que supuso el fin de la guerra en Europa
En este hilo como en mis otros hilos históricos traeremos información que no suele salir en los libros de historia, como los saqueos y violaciones masivas de los soviéticos a la población civil
Viernes 20 de Abril de 1945
Soleado y despejado amaneció en Berlín el 20 de Abril de 1945, fecha del 56 cumpleaños de Adolf Hitler. A pesar de que debía haber sido una jornada apacible para el Führer; a las 10:51 horas de la mañana aviones B-17 estadounidense y Lancaster británicos le felicitaron a su modo arrojando centenares de bombas sobre el centro urbano pulverizando numerosos edificios. A raíz de este ataque que forzó la evacuación de 2.000 berlineses presas del pánico, la ciudad quedó definitivamente sin electricidad y por tanto sin servicio de correos ni de recogida de basuras.
Herman Goering, marsical del aire de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe), se despertó sobresaltado aquella mañana cuando proyectiles disparados por la artillería del I Frente Ucraniano, cayeron cerca de su residencia rural situada en Karinhall. Tal cosa sólo podía significar que el Ejército Rojo se hallaba más próximo de lo esperado a la capital, por lo que rápidamente tomó el coche hacia la Cancillería, donde en aquellos momentos estaba teniendo una reunión con motivo del cumpleaños de Hitler, estando presentes el Ministro de Propaganda Josef Goebbels, el Ministro de Industria Albert Speer y Heinrich Himmler que acababa de llegar desde el Sanatorio de Hohenlychen trayendo como regalo una botella de champagne. Pronto se unieron a la modesta ceremonia los generales Wilhelm Von Keitel, Alfred Jodl, Ernst Kaltenbrunner y Hans Krebs, quienes celebraron el aniversario brindando, antes de instar al Führer a refugiarse en Baviera, algo que él rechazó alegando que los soviéticos iban a recibir la derrota más sangrienta de la Historia de Rusia en Berlín.
A la caída de la tarde, muchos de los generales que habían asistido al cumpleaños de Hitler, se despidieron de él sin saber que la mayoría ya no le verían nunca más. Acto seguido, el Führer accedió a los jardines traseros de la Cancillería para visitar a unos niños combatientes de las Juventudes Hitlerianas que habían sobresalido valientemente por su acción batalla. Orgulloso de ellos, Hitler les apretó la mano y les condecoró con la Cruz de Hierro, expresando a continuación las siguientes palabras: “Sóis lo único bueno que le sobra a Alemania, pues los mejores han muerto”. Concluido el acto, el líder germano entró en el búnker de hormigón de la Cancillería y descendió a una profundidad de más de doce metros, desde cuyas salas y habitaciones inalcanzables para las bombas, dirigiría la batalla contra el Ejército Rojo.
Repentinamente la misma tarde del 20 de Abril, las piezas de artillería de largo alcance del Ejército Rojo abrieron fuego contra Berlín. El bombardeo que apenas causó daños en el distrito urbano occidental, se trató de una simple rivalidad entre los generales Georgi Zhukov e Iván Koniev por ver cuál de las dos agrupaciones bajo su mando, concretamente los I y II Frentes de la Rusia Blanca, era la primero en alcanzar la capital con sus proyectiles. Minutos más tarde, a las 18:00 horas, sería el I Frente Ucraniano del general Konstantin Rokossovsky en iniciar la marcha mediante una ofensiva de 314.000 hombres que con relativa facilidad conquistaron la ciudad de Zossen a tan sólo 29 kilómetros de la ciudad.
Nada más caer la noche de aquella jornada, todas las fuerzas extranjeras de las Waffen-SS que se desplegaban en torno a Berlín, comenzaron un repliegue táctico hacia el interior de la capital para organizar la resistencia final. Mientras eso ocurría en el exterior, la novia de Hitler, Eva Braun, ofreció una fiesta en el interior de la Cancillería a la que asistieron el director del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP), Martin Bormann, además del doctor Theodor Morell y otros invitados, quienes estando acompañados de buena música y mesas repletas de champagne y comida, bailaron hasta altas horas de la madrugada. Únicamente el Führer que no estaba de humor esa noche, se ausentó pensando en la batalla que tenía que librar al día siguiente.
Sábado 21 de Abril de 1945
A las 9:00 horas del 21 de Abril, la aviación estadounidense arrojó miles de toneladas de bombas sobre Berlín provocando el derrumbe de varios edificios y matando algunos civiles. Simultáneamente a la incursión aérea norteamericana, la artillería pesada soviética abrió fuego con obuses de 152 y 203 milímetros que tras las primeras descargas alcanzaron el centro ciudad, generando graves daños en la Plaza de Hermannplatz y provocando una matanza en los almacenes de Karstad, donde decenas de berlineses murieron mientras hacían cola para adquirir raciones. Una vez finalizado los bombardeos preliminares, el Ejército Rojo comenzó el primer asalto a gran escala contra los suburbios exteriores de la capital, chocando contra las barricadas protegidas por los milicianos “Volkssturm” que defendieron exitósamente los distritos de Weissensee, Lichtenberg, Friedrichshain, Pankow, Wedding y Wilmesdorf.
Fuera de Berlín, el I Frente Ucraniano con los tanques T-34 del IV Ejército Blindado de Guardias a la cabeza, avanzó sobre los campos y bosques exteriores haciéndose con las ciudades de Erkner y Jüterbog. Únicamente los Regimiento SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark” resistieron en Petershagen hasta que fueron bombardeados por lanzacohetes Katyusha, momento en que se replegearon a Mahlsdorf para ser atacados de nuevo y entonces refugiarse en la propia Berlín, deteniendo a duras penas la arremetida soviética a la entrada de la Calle Reichstrasse I.
Domingo 22 de Abril de 1945
Durante la madrugada del 22 de Abril, tres cuerpos del Ejército Rojo alcanzaron el Canal de Teltow al sur de Berlín, lo que facilitó a los rusos ocupar las ciudades de Teltow, Stahnsdorf y Schönefeld. Similar destino sufrieron al amanecer las vecinas Postdam, Beelitz, Spandau, Nauende y Jüteborg, capturando las tropas soviéticas en esta última el mayor depósito enemigo de armas y municiones que se situaba en el perímetro exterior a la ciudad. Simultáneamente, varias divisiones del Ejército Rojo avanzaron con la finalidad de cortar el nexo de unión entre los IX y XII Ejércitos Alemanes, intentando arrinconar a este último junto a las orillas del Río Elba donde se situaba el III Ejército Estadounidense del general George Patton dispuesto a cerrar la bolsa.
Terrible resultó el avance del Ejército Rojo sobre Berlín y ciudades adyacentes porque las tropas soviéticas fueron artífices de violentos actos de pillaje, asesinatos, saqueos y destrucción de inmobiliario, así como de ejecuciones sumarias a manos de la Policía Estatal Soviética (NKVD) contra aquellos que consideraban “enemigos del pueblo”. Vivienda tras vivienda los soviéticos irrumpían robando bicicletas, relojes y piedras preciosas, aunque otros se divertían gastando bromas a los vecinos realizando llamadas mediante la línea telefónica. Sin embargo uno de los actos más despiadados fueron las violaciones masivas a mujeres que se dieron en todas parte, normalmente por las tropas borrachas de segunda línea o los soldados reclutados forzosamente en Mongolia y tribus del Asia Central. Cada vez que los rusos entraban en una casa gritaban “¡Frau, frau! (¡mujer, mujer!)” para hacerse con su preciado botín sexual. No les importaba que fueran jóvenes, niñas o ancianas, teniendo también lugar algunos casos de homosexualidad. Incluso se violó y ultrajó a prisioneros rusas de su propio bando o supervivientes judías de Holocausto a lo largo de una interminable oleada de anarquía incontrolada y sufrimiento sin límites.
Lunes 23 de Abril de 1945
La noche del 22 al 23 de Abril, el general Wilhelm Keitel abandonó la Cancilllería aprovechando la oscuridad de la noche para dirigirse en coche al sector controlado por el XII Ejército Alemán. Allí se reunió con el general Walther Wenck, a quién ordenó siguiendo directrices del Hitler, dar media vuelta con sus fuerzas para efectuar una contraofensiva que liberase Postdam y a continuación alejase al Ejército Rojo de la capital. Por supuesto Wenck no creyó factible el éxito de tal operación, aunque no tuvo más remedio que acatar la decisión de Hitler, el cual estaba totalmente convencido del triunfo mientras seguía estudiando sus mapas con divisiones ya inexistentes sobre el tablero. De hecho, cuando decretó la retirada general de todas las unidades del Frente Occidental para acudir a la defensa de la capital, el general Alexander Hölle expresó: “Ya no existe el Frente Occidental”. Y lo cierto era que tampoco existía una cadena de mando efectiva, como por ejemplo le sucedió al general Hans Krebbs tras ser condenado a muerte por cobardía a consecuencia de un error burocrático. Afortunadamente para este último, el veterano militar tuvo la valentía de presentarse en el búnker ante el mismo Hitler para exclamar “¡yo no he abandonado mi puesto!”. Sorprendido el Führer por aquella enérgica reacción, le conmutó la pena e incluso le recompensó nombrándole comandante en jefe de la defensa urbana de Berlín.
Todo el plan defensivo de Berlín cambió con la elección del general Hans Krebs como máximo responsable de proteger la capital. Básicamente la defensa de ocho distritos se articuló en torno a la artillería pesada de 128 milímetros y baterías antiaéreas de 20 milímetros situadas en el triángulo que abarcaba el Búnker del Zoo, el Búnker Humboldthain y el Búnker de Friedrichstain, uniendo dichos puntos una línea de trincheras que excavaron octogenarios y niños pequeños, así como un gran número de prisioneros de guerra estadounidenses, británicos, rusos y canadienses. La guarnición de esta formidable fortificación la integraron 100.000 soldados del Ejército Alemán, milicias del “Volksturmm”, adolescentes de las Juventudes Hitlerianas, extranjeros de las Waffen-SS e incluso 6.000 marineros de la Marina de Guerra Alemana (Kriegsmarine) que ante la ausencia de barcos fueron parapetados en la capital. También se aprobaron otras medidas como la requisa de todos los vagones del metro en las líneas C, D y E; además de alimentar los motores de los únicos 30 tanques, entre estos algunos Tiger y King Tiger, la gasolina reservada a la Luftwaffe en el Aeropuerto de Tempelhoff.
Complicada se volvió la vida para los habitantes de Berlín durante mañana del 23 de Abril, la cual estuvo precedida por una visita de la aviación soviética que lanzó de miles de octavillas y panfletos instando a la rendición. Acto seguido, las piezas de artillería y lanzacohetes Katyusha volvieron a arrojar proyectiles contra la ciudad, lo que obligó a centenares de civiles a acudir a los refugios en los que ni siquiera había agua que beber y cuyas instalaciones tenían que ser potabilizadas trayendo cubos a mano. Solamente en los sótanos de la Estación de Anhalter llegaron a convivir hasta un total de 12.000 berlineses apiñados y sin lavabos en los que hacer sus necesidades. Por si fuera poco en el exterior, tampoco las cosas iban mejor porque miles de jóvenes alemanas buscaban desesperadas perder la virginidad con sus novios antes de ser violadas por los rusos. De hecho se produjo un episodio de gran horror cuando un grupo de soldados soviéticos irrumpieron en el Hospital de Beelitz-Heilstäten, abusando de todas las enfermaras presentes antes de asesinarlas, exactamente igual que hicieron con los pacientes en las camillas y el personal médico. No obstante en el lado alemán también los destacamentos de las SS actuaron cruelmente, ya fuese entrando en casas y oficinas en busca de desertores a los que ajusticiar y ahorcar sobre farolas con carteles que rezaban “Soy un traidor” o “He abandonado a mi pueblo”.
A las 15:00 horas de la tarde, el Alto Mando Alemán (OKW) reunido en el búnker, fue informado de que el III Ejército Panzer del general Felix Steiner acababa de modificar el rumbo hacia el Río Elba en lugar de socorrer Berlín. A raíz de estos acontecimientos, Hitler montó en cólera mostrando su lado más energúmeno tras ponerse rojo de rabia y temblarle manos y piernas, mientras lanzaba improperios y acusaba a sus generales de incompetentes y traidores. Tuvieron que transcurrir unos minutos, hasta que recuperada su compostura, convocó a los generales Keitel y Jodl, a los funcionarios Bormann y Geobbels, a su novia Eva, a las secretarias Traudl Junge y Gerda Christian, además del resto de oficiales en el búnker. Abatido y comprendiendo por primera vez la triste realidad, recomendó a todos los presentes que se marcharan de la capital y salvasen sus vidas. Sorprendentemente todos se negaron alegando a que permanecerían en Berlín hasta las últimas consecuencias. De hecho, solamente Eva le suplicó llorando que probara a escaparse, algo a lo que Hitler contestó besándola en público. Acto seguido, se dirigió a sus secretarias para elogiar su lealtad con las siguientes palabras: “Ojalá mis generales hubieran sido tan valientes como vosotras”. Fue así como todos optaron por quedarse en Berlín, incluyendo Magda Goebbels, esposa del Ministro de Propaganda, que esa misma noche se alojó en el búnker con sus seis hijos Helga, Hilde, Helmut, Holde, Hedda y Heide que comprendían edades entre los 5 y 12 años. Una vez la mayoría de jerarcas del Tercer Reich se hubieron instalado bajo la Cancillería, la suerte del régimen nacionalsocialista estaba echada.
Martes 24 de Abril de 1945
A las 6:20 del amanecer del 24 de Abril, cientos de piezas de artillería y oleadas de aviones soviéticos bombardearon el centro de Berlín demoliendo incontables edificios y ennegreciendo la ciudad. Acto seguido, tropas del I Frente Ucraniano y el Ejército Polaco, comenzaron a cruzar el Río Spree con balsas plegables y remos de madera, así como 11 lanchas motoras del modelo PG-117 prestadas por la Flotilla del Dniéper. Bastó poco menos de una hora para a que las 7:20, los soldados rusos y polacos estableciesen una cabeza de puente en la orilla opuesta a costa de haber sufrido en el agua numerosos muertos y el hundimiento de las lanchas Nº104 y Nº111.
Inesperadamente a lo largo de la mañana, un total de 80.000 soldados del XII Ejército Alemán al mando del general Walther Wenck y elementos del IX Ejército , la guarnición de Frankfurt y la 36ª División SS de Granaderos “Dierlewanger” compuesta por ex-reclusos de todas las cárceles de Europa, iniciaron la contraofensiva prevista por Hitler atravesando el Bosque de Spreewald. El primer choque contra el enemigo tuvo lugar sobre la ciudad de Beelitz, donde los niños de las Juventudes Hitlerianas se distinguieron destruyendo a 4 tanques T-34 rusos, aunque durante la lucha perecieron por culpa del fuego cruzado 76 civiles, entre ellos 15 menores de edad. No obstante, la sorpresa para los soviéticos fue tal, que finalmente optaron por retirarse, cediendo el control de Beelitz a los alemanes.
Oranienburg fue ocupada por el Ejército Rojo aquel mismo día 24, lo que forzó a los Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark” que cubrían el sector, a iniciar la retirada hacia el centro de Berlín. Curiosamente durante el trayecto, un grupo de 90 soldados noruegos se encontraron con el coche en el que viajaba Heinrich Himmler, quién tras saludar a sus hombres, emprendió la huída hacia el norte de Alemania con la misión de negociar en secreto con los Aliados. Sin embargo los escandinavos ajenos a todo eso, prosiguieron la marcha no sin antes ser atacados por un columna acorazada soviética. Afortunadamente la intervención rápida de blindados Tiger, Panther y Ferdinand, rechazaron a los rusos destruyéndoles 2 tanques pesados Stalin IS-2 y varios T-34, lo que facilitó a los noruegos y daneses el acceso a la capital.
Dentro de Berlín los combates continuaron violentamente durante todo el día y también los bombardeos efectuados por el III Ejército de Choque que derrumbaron 17 viviendas matando a 120 soldados alemanes. Desesperados a causa de los proyectiles, los defensores protagonizaron un contraataque apoyados por tres cañones que a punto estuvo de desbaratar las posiciones soviéticas de no ser porque un único soldado ruso, quién había estado a punto de morir en una explosión que le hizo caer al suelo, se levantó y tomó tres bazookas con los que fue disparando ordenadamente y provocando los siguientes daños: con el primer arma destruyó un cañón, con el segundo dejó a otro inoperativo y con el tercero ahuyentó a la dotación del último. Gracias a esta heroica acción personal se detuvo el asalto alemán, al mismo tiempo que el III Ejército de Choque consolidaba posiciones y recibía refuerzos procedentes de la Flotilla de Dniéper en forma de 16.000 nuevos efectivos y 100 piezas de artillería. Simultáneamente en otros distritos de la ciudad, también las cosas mejoraron notablemente para el Ejército Rojo porque los soviéticos ocuparon los Barrios de Neukölln, Zehlendorf, Schönenberg, Wilmersdorf y Tempelhof; y aseguraron los Puentes de Spandau, Charlotte y Pickelsdorf.
El Instituto de Física Káiser Wilhelm fue otro de los objetivos logrados por el Ejército Rojo aquella jornada. Famosa esta instalación por sus investigaciones avanzadas sobre energía nuclear, los soviéticos recopilaron valiosa información y recogieron preciadas muestras de uranio y agua pesada que trasladaron a Rusia a bordo de caballos y camellos traídos expresamente de la estepa. A raíz de esta operación que fue llevada a cabo bajo el más absoluto secreto de Estado, la URSS entraría a competir con Estados Unidos en la carrera de las bombas atómicas.
Miércoles 25 de Abril de 1945
Soleado y frío amaneció el 25 de Abril cuando el Ejército Rojo inició su ataque contra el Aeropuerto de Tempelhoff que en aquellos momentos se encontraba protegido por personal de la Luftwaffe y voluntarios escandinavos de los Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark”. La batalla comenzó con un potente bombardeo de la artillería y lanzacohetes Katyusha que destruyó a los últimos cazas Focke Wulf Fw 190 que todavía permanecían aparcados en pista y sin gasolina; justo antes de que los fusileros invadieran las instalaciones, forzando a los defensores a retirarse a la periferia ante su incapacidad por detener el ataque de los rusos.
Casi al mismo tiempo en que se sucedieron las operaciones para hacerse con el Aeropuerto de Tempelhoff, el Ejército Rojo desencadenó una ofensiva triple hacia el centro urbano que estuvo precedida por un ataque aéreo de 1.500 aviones, cuyos objetivos fueron los siguientes: los I y VIII Ejércitos de Guardias arremetieron contra Neukölln, el V Ejército Soviético contra el Parque de Treptow y el III Ejército Blindado de Guardias contra Mariendorf. A pesar de que durante las primeras calles los rusos avanzaron sin oposición, a la altura de la Plaza Hermannplatz fueron detenidos por voluntarios de 33ª División SS de Granaderos Francesa “Charlemagne” y 100 niños de las Juventudes Hitlerianas situados tras una barricada, quienes armados con unos pocos lanzagranadas Panzerfaust destruyeron 14 tanques T-34 soviéticos y forzaron a retirarse al resto. Tampoco los asaltantes tuvieron éxito en el intento de hacerse con el Puente de Halensee porque tres solitarios soldados alemanes repelieron con una ametralladora a los invasores causándoles decenas de muertos.
en los Bosques de Spreewald, aunque a diferencia del día anterior, pronto sus tanques y vehículos agotaron la gasolina y tuvieron que frenar su avance. Gracias a este imprevisto en la logística, combatientes ucranianos adscritos al III Ejército de Guardias aprovecharon la debilidad enemiga para bloquear la única autopista del bosque y levantar barricadas con troncos de árboles que dejaron totalmente incomunicadas a las fuerzas germanas.
Uno de los sucesos históricos más relevantes aquel 25 de Abril de 1945 fue la unión del Frente Oriental con el Frente Occidental, lo que dividió al Tercer Reich en dos mitades longitudinales a nivel geográfico. Se trató del encuentro entre la 69ª División de Infantería Estadounidense y la 58ª División de la Guardia Soviética que se dieron cita en la ciudad alemana de Torgau, estrechándose la mano soldados de ambos bandos y celebrando el acontecimientos con festejos.
Jueves 26 de Abril de 1945
Bajo una tormenta de frío y fuertes lluvias, la batalla por el Aeropuerto de Tempelhoff continuó en toda su intensidad cuando el I Ejército Blindado de Guardias y el VIII Ejército de Guardias lanzaron su último asalto contra las terminales y hangares que aún permanecían en poder del enemigo. Contra todo pronóstico y a pesar de la notable superioridad, los escasos niños de las Juventudes Hitlerianas acabaron con más blindados soviéticos, e incluso llegaron a la zona algunos tanques Panzer que equilibraron algo la balanza. Solamente la interminable masa de soldados rusos que parecía no tener fin y a que los T-34 fueron incendiando con sus torretas edificio tras edificio, forzaron a los defensores a abandonar el Aeropuerto de Tempelhoff que definitivamente pasó a estar controlado por el Ejército Rojo.
Sobre el Ayuntamiento de Berlín los soviéticos iniciaron el asalto aquella mañana del 26 de Abril. Protegido el edificio por unos pocos niños de las Juventudes Hitlerianas, éstos resistieron heroicamente varias horas hasta que fueron convertidos en antorchas humanas después de que soldados soviéticos armados con lanzallamas rociaran de fuego habitación tras habitación. Una vez ocupado el Ayuntamiento y sus alrededores, el Ejército Rojo accedió al Barrio de Zehlendorf que pasó a ser dominio del Ejército Rojo aquella jornada. Tampoco el XII Ejército Alemán rodeado en el Bosque de Spreewald tuvo suerte porque muy pronto los soviéticos comenzaron a estrechar el cerco sobre su perímetro, lo que obligó a los alemanes a comenzaron una discreta evacuación cruzando el mucho más seguro Bosque de Halbe.
Gradualmente la resistencia de Berlín se fue incrementando y el avance del Ejército Rojo ralentizando a medida que los soviéticos se internaban en las laberínticas avenidas de la capital. La razón del aumento del número de bajas entre los asaltantes fue que los defensores de las Waffen-SS, las Juventudes Hitlerianas y el “Volksturmm” abandonaron las habituales tácticas de protegerse tras las barricadas para apostarse en los edificios y ventanas de las calles, favoreciendo el fuego cruzado que acabaría con la vida de cientos de rusos. Tal cosa forzó a los soviéticos a buscar alternativas como organizarse en pequeños grupos armados de seis a siete hombres equipados con subfusiles, granadas, cuchillos o palas que tuvieron que ir desalojando apartamento tras apartamento. Sin embargo aquellas medidas no impidieron que las dificultades fueran cada vez mayores, especialmente con las voladuras de 248 puentes con dinamita, incluyendo los enormes Puentes de Schönenberg y Möckern; además de inundar los alemanes ciertas zonas del Canal de Landwehr que impidieron el paso y complicaron notablemente las cosas para el Ejército Rojo.
Una de las curiosidades de la jornada del 27 de Abril la protagonizó el teniente soviético Viktor Boev, quién hablando el idioma alemán de manera fluida, decidió ponerse en contacto con el Ministro de Propaganda Josef Goebbels después de encontrar en las Oficinas de Siemensstadt su número de teléfono en una agenda. La divertida conversación transcurrió de la siguiente manera: “Soy un oficial ruso. Querría hacerles algunas preguntas” (Boev); “Dígame” (Goebbels); “¿Cuántos días serán capaces de resistir todavía” (Boev); “Varios…” (Goebbels); “¿Cómo varios? ¿Días?” (Boev); “Oh, no, ¡meses! Ustedes defendieron Sebastopol durante nueve meses. ¿Por qué no vamos a poder hacerlo nosotros con nuestra capital?” (Goebbels); “¿Cuándo y por qué camino intenta usted dejar Berlín?” (Boev); “Es una pregunta demasiado impertinente para recibir respuesta” (Goebbels); “Le encontraremos aunque sea en el fin del mundo. Y ya le tenemos preparada la horca. ¿Desea pedirme alguna cosa?” (Boev); “No” (Goebbels). Y colgó el teléfono.
Viernes 27 de Abril de 1945
Oficialmente el 27 de Abril de 1945 se completó el cerco sobre Berlín cuando unieron sus fuerzas en Spandau el II Ejército Blindado de Guardias y el XLVII Ejército Soviético. Sometida desde entonces la capital a un sitio en toda regla, el III Ejército Blindado de Guardias inició el avance hacia el interior conquistando el Barrio de Charlottemburg; al mismo tiempo que destacamentos de fusileros se hicieron con la Plaza de Postdamerplatz, no sin antes expulsar a los defensores apostados tras las rejas de los Jardines de Wansee, los cuales superados en número se replegaron huyendo a través del metro. No obstante, las cosas no salieron tan bien en el Aeropuerto de Gatow porque el Ejército Rojo fue detenido debido a la heroica resistencia ofrecida por pilotos convertidos en infantes y personal de la Lufwaffe equipados con cañones Flak de 88 milímetros que pulverizaron numerosos tanques soviéticos. Igual de imprudentes resultaron los intentos de aproximación por parte del III Ejército de Choque hacia el Búnker de Humboldthain y del V Ejército Soviético hacia el Búnker de Friedrichshain que terminaron en masacre a causa del fuego de artillería alemán.
Aquel mismo 27 de Abril, los distritos gubernamentales de Berlín quedaron al alcance del I Ejército Blindado de Guardias y el VIII Ejército de Guardias cuando las tropas soviéticas cruzaron el Canal de Landwehr. El objetivo fue el Ministerio de Asuntos Exteriores que defendían marineros de la Kriegsmarine, donde tuvieron lugar cruentos combates sin resultados para el Ejército Rojo porque los alemanes aguantaron estoicamente todas las embestidas. De hecho, mientras los rusos era retenidos en los edificios de la administración estatal, la Cancillería y el búnker de Hitler fueron reforzados por unidades extranjeras del Regimientos SS de Granaderos Danés y Noruego “Norge” y “Danmark” acompañados de ocho cañones y dos vehículos blindados Hanomag, así como por elementos de la 15ª División SS de Granaderos Letona “Lettische I” y la Unidad SS Española “Ezquerra”.
Fuera de Berlín, la lucha se intensificó en el Bosque de Halbe por parte del XII Ejército Alemán que intentaba abrirse paso a través del cerco ejercido por el Ejército Rojo. A pesar de que los sitiados consiguieron liberar la aldea de Zesch am See y rodear a dos regimientos soviéticos a los que provocaron serias bajas, pronto continuar la marcha se hizo imposible porque la artillería y aviación soviéticas bombardeaban constantemente las arboledas, generando la fractura de troncos y haciendo saltar astillas en todas direcciones. Prácticamente inmovilizados y ocultos la mayor parte de los alemanes en agujeros improvisadamente excavados a toda prisa, el general Walther Wenck dio orden de suspender la ofensiva para liberar Berlín y dar marcha atrás sobre sus pasos para intentar salvar la vida de sus hombres.
Sábado 28 de Abril de 1945
Nuevamente la mañana del 28 de Abril comenzó igual de trágica que las anteriores. La población se ocultaba de los bombardeos en el metro, el hambre se agravaba y las violaciones de los soldados rusos aumentaban. También se incrementó la violencia de los destacamentos de Juventudes Hitlerianas y las SS respecto a la caza de posibles desertores, ya fuese ahorcando a ciudadanos a nivel individual o ametrallando las casas que mostrasen bandera blanca. De hecho uno de los ejemplos más brutales fue el fusilamiento público de un gran número de civiles en la Estación de Anhalter que infructuosamente habían intentado escapar hacia líneas enemigas.
Avanzada la mañana, tanques soviéticos del III Ejército de Choque remontaron la Calle Wilhelmstrasse e irrumpieron en el interior de los distritos gubernamentales antes de enfilar hacia la Cárcel de Moabit. Fue precisamente en esta prisión estatal que defendían soldados alemanes parapetados entre los muros y armados con cañones, donde tuvo lugar uno de los mayores encuentros de la jornada. El ataque de los rusos transcurrió mediante un bombardeo preliminar que eliminó a dos piezas de artillería emplazadas, lo que facilitó la apertura de una brecha en el muro y el posterior afluente de soldados soviéticos hacia el interior. Una vez dentro de la institución penitenciaria, se desarrolló un intenso combate cuerpo a cuerpo que dejó elevadas bajas por parte de ambos bandos, antes de que finalmente los alemanes se rindieran y los comisarios del Ejército Rojo liberasen a todos los presos políticos del Partido Comunista Alemán (KPD).
No muy lejos de la Cárcel de Moabit, los soldados soviéticos comenzaron a cruzar el Puente Moltke cuando repentinamente la explosión de cargas bajo su infraestructura engulló con una nube de humo a los asaltantes, matando a un gran número de ellos. Afortunadamente la tragedia no fue mayor porque los pilares no se vinieron abajo, lo que facilitó a las tropas del Ejército Rojo alcanzar la orilla opuesta y poco después apoderarse también del Puente de Halle. Igual de costosa fue la conquista del Estadio de Fútbol, donde 800 granaderos y milicianos del “Volksturmm” resistieron sobre las gradas del campo hasta agotar la última bala y ser completamente aniquilados, no sin antes llevarse por delante a decenas de soldados rusos. Sin embargo y a pesar de que el avance se hacía lento pero progresivo, menos suerte tuvo el Ejército Rojo en su aproximación al Ministerio del Interior debido a que los defensores apostados en las ventanas y puertas les repelieron tras una sangrienta emboscada en la Calle Moltkestrasse.
Bocas de metro y alcantarillas fueron otro medio de combate con los que el Ejército Rojo y el Ejército Alemán tuvieron que lidiar, los primeros atacando y los segundos defendiendo. Precisamente los germanos llevaron una ventaja abrumadora en este sentido porque simplemente salían del subsuelo para disparar contra las columnas enemigas y a continuación esconderse bajo tierra. Esto desesperó tanto a los soldados soviéticos que no tuvieron más remedio que descender a las alcantarillas y túneles ferroviarios para ser la mayoría de las veces emboscados en la más absoluta oscuridad, con el consecuente número de bajas que aquello acarreaba. De hecho, tan frustrantes fueron estas tácticas para los rusos, que desesperados llegaron a intentar introducir un tanque T-34 en una de las bocas de metro, el cual resbaló sobre sus cadenas por las escaleras y volcó rodando hasta explosionar contra el fondo.
A media tarde la tranquilidad imperante en el búnker bajo la Cancillería se vio alterada cuando Hitler enfureció su ánimo al saber que el Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, estaba negociando a sus espaldas con los Aliados. Tal fue su ira que ordenó la captura y ejecución de Himmler, algo imposible porque al encontrarse ausente, tuvo que castigar en su lugar al responsable de las SS en Berlín, Hermann Fegelin, quién fue sacado de su cama acompañado de una prostituta y llevado a un patio donde fue fusilado. De nada sirvieron las súplicas de Eva que insistió en perdonarle por ser el marido de su hermana embarazada que a punto estaba de dar a luz un bebé. Pero Hitler se negó acusando de traición a las SS y a también a la Luftwaffe, después de que el mariscal del aire Hermann Goering también hubiese intentado abrir una vía diplomática con los anglo-estadounidenses por su cuenta. Precisamente a raíz de este suceso, Hitler tuvo que buscar ese misma noche un sustituto para las fuerzas aéreas, por lo que la piloto Hanna Reitsch protagonizó una de las mayores proezas de la Historia de la Aviación tras aterrizar con una avioneta del modelo Arado Ar 90 en la misma Puerta de Brandenburgo esquivando los miles de proyectiles enemigos que rugieron contra ella. Consigo a bordo iba el mariscal Ritter Von Greim que tomó de las manos del propio Hitler el mando supremo de la Luftwaffe. Concluida la reunión, la aviadora Hanna Reitsch regresó con Von Greim a la Puerta de Brandenburgo y nuevamente emprendieron el vuelo siendo perseguidos por el fuego enemigo del que milagrosamente escaparon ilesos. Mientras eso sucedía, en la Cancillería Hitler condecoró a los cuatro últimos combatientes del Eje, concretamente tres voluntarios franceses y el español Miguel Ezquerra.
Caída la noche, tuvo lugar un suceso inusual bajo el búnker de la Cancillería cuando Hitler y Eva Braun contrajeron matrimonio. La modesta ceremonia civil y el intercambio de anillos que transcurrieron en poco más que diez minutos, estuvo presidida por el notario Walter Wagner y presenciada como testigos por Josef Goebbels y Martin Bormann. Nada más concluir el acto y salir al pasillo, la pareja recibió una lluvia de aplausos y felicitaciones por parte de oficiales, funcionarios y personal de búnker. A continuación, Hitler hizo llamar a su despacho a la secretaria Traudl Junge para dictar el testamento legado al pueblo alemán, el cual aseguraba no haber querido desencadenar la Segunda Guerra Mundial, señalando como máximos responsables a los judíos. También remarcó la importancia de la continuidad de Bormann en la secretaría del Partido Nacional Socialista y designó para sorpresa de todos al almirante Karl Doenitz como su sustituto y Jefe del Estado. Una vez redactado el documento y transmitido a todas las guarniciones militares de Alemania, todos se retiraron a dormir. Únicamente un grupo de miembros de las SS y soldados del perímetro defensivo adyacente, organizaron en las plantas superiores de la Cancillería una fiesta de alcohol y sexo con mujeres traídas de la calle que se prolongó entre orgías y borracheras hasta altas horas de la noche; todo un síntoma de que el final para todos ellos estaba ya muy cerca.
Domingo 29 de Abril de 1945
Desesperada era la situación del XII Ejército del general Walther Wenck en el Bosque de Halbe del 29 de Abril cuando la artillería y lanzacohetes Katyusha del Ejército Rojo machacaron las arboledas y la propia aldea de Halbe que redujeron a cenizas. Pronto todas las carreteras quedaron atestadas con decenas de vehículos en llamas y cadáveres o heridos en las cunetas, muchos de estos últimos tendidos en el suelo hasta morir aplastados por las cadenas de los tanques rusos. Tal era el pánico a quedar sepultado en el bosque, que tras el lanzamiento de 200.000 octavillas por parte de la aviación soviética, muchos defensores comenzaron a desertar, lo que forzó la intervención de las SS para evitarlo, derivando la situación en una serie de titoteos entre los mismos germanos, donde incluso mujeres combatientes fanáticas llegaron a disparar por la espalda a todo aquel hombre que emprender la huida.
Sentenciado el XII Ejército Alemán a su más completa destrucción en el Bosque de Halbe, Hitler comprendió que la Batalla de Berlín iba a perderse más pronto de lo esperado. Psicológicamente hundido por los acontecimientos, ese día también se enteró de que en Italia, su socio Benito Mussolini, había sido capturado por partisanos comunistas, ejecutado y su cadáver colgado públicamente de una gasolinera en Milán. Temiendo un destino similar, el Führer comenzó a estudiar cuál sería la mejor forma de suicidarse haciendo desaparecer su cuerpo y apremiando a sus mandos a hacer lo mismo. De hecho el general Hans Krebs solicitó un permiso que le fue concedido para abandonar el búnker y marchar a primera línea con la finalidad de poder morir combatiendo junto a sus hombres.
Increíblemente la mayor acción bélica que tuvo lugar durante la Batalla de Berlín la protagonizaron soldados franceses de la 33ª División SS de Granaderos “Charlemagne”. Ocurrió aquella misma mañana cuando una columna acorazada soviética fue emboscada y bloqueada en la Estación del U-Bahn por una barricada defendida por voluntarios galos, lo que obligó a los rusos a retroceder tomando la ruta de la Calle Wilhelmstrasse, donde sin ellos saberlo, se encontraban parapetados entre pisos y ventanas numerosos granaderos armados con anticarros Panzerfaust. Repentinamente los franceses se asomaron de sus escondites y vomitaron proyectiles cruzados contra los blindados que empezaron a arder uno a uno, al mismo tiempo que las tripulaciones que escapaban con vida eran acribilladas por armas cortas. Una vez pulverizada la columna al completo, los franceses apenas sin encajar bajas propias destruyeron un total de 128 tanques soviéticos, lo que constituyó el récord de mayor número de carros eliminados durante un sólo ataque en la Historia Militar de Francia.
La lucha por Berlín se fue acrecentando con el asalto del Ejército Rojo al Cuartel General de la Gestapo mediante varios batallones soviéticos apoyados por un bombardeo de artillería pesada, los cuales cargaron desde todas direcciones abriéndose paso entre las ruinas y oficinas hasta que finalmente los defensores se rindieron y los rusos tomaron el edificio a costa de muchas muertes. Mientras tanto entre el Parque del Tiergarten y el distrito de Kreuzberg, el VIII Ejército Blindado de Guardias comenzó a cruzar el Puente Postdamer usando una táctica innovadora: prendieron fuego a un tanque T-34 y lo lanzaron vacío contra las líneas enemigas. Los alemanes picaron el anzuelo creyendo que lo habían impactado con un proyectil, sin percatarse que detrás de la humareda una columna de blindados avanzaba hacia ellos, desatándose a continuación un cruento enfrentamiento que concluyó con la pérdida de numerosos T-34, aunque con la conquista soviética del Puente Postdamer.
Lunes 30 de Abril de 1945
A tan sólo 400 metros de distancia del Parlamento Alemán (Reichstag), uno de los principales objetivos de la Batalla de Berlín, el Ejército Rojo desencadenó el ataque la noche del 29 al 30 de Abril. Durante el primer asalto efectuado a los 6:00 horas de la madrugada los soldados fueron acribillados y masacrados a 50 metros de su punto de partida porque los alemanes se encontraban muy bien parapetados tras una serie de trincheras circundantes al complejo, así como en todos sus pisos, ventanas, jardines y la misma cúpula del tejado, además de situarse unos pocos francotiradores en la orilla opuesta del cauce de agua que atravesaba la Plaza de Königsplatz. Tampoco el segundo asalto cubierto por un bombardeo de 90 piezas de artillería fructiferó porque las tropas soviéticas fueron atrapadas en un fuego cruzado procedente del Teatro de la Ópera Kroll y las baterías emplazadas en el Búnker del Zoo que aniquilaron a dos batallones enteros, lo que forzó a los soviéticos a suspender más incursiones por el momento.
Simultáneamente en el Ministerio del Aire situado en la Calle Wilhelmstrasse, el edificio fue sometido a un duro bombardeo antes de producirse una carga con cientos de soldados rusos que fue repelida de forma sangrienta gracias a la determinación de sus defensores, entre los que se encontraban personal de la Luftwaffe, milicianos del “Volksturmm” y algunos extranjeros de las Waffen-SS. Igual resultado obtuvieron los soviéticos tras ser rechazados tanto en la Calle Vosstrasse como en la Iglesia de la Conmemoración “Kufürstendamm”, así como en el asalto protagonizado por el III Ejército de Choque y el VIII Ejército Blindado de Guardias contra el Parque Tiergarten y la Plaza Pariser después de que los rusos fuesen masacrados por el fuego de artillería del Búnker del Zoo. Precisamente en esta última posición, un pequeño destacamento de soldados alemanes se infiltró en el Zoológico desbaratando las líneas enemigas y apoderándose del vital enclave del Acuario.
Hitler se despertó a media mañana de aquel 30 de Abril sabiendo que sería el último día de su vida. Temeroso tras la traición de las SS de que existiese una conspiración para dormirlo y entregarlo con vida a los Aliados, el Führer ordenó probar la efectividad de unas cápsulas de veneno con su perra Blondi. Tal y como era de esperar el animal falleció al instante, al igual que sus cuatro cachorros que fueron matados a tiros en el jardían de la Cancillería para impedir que cayesen en manos de los rusos. Mientras tanto en otra sala del búnker, Eva Braun también comenzó a decir adiós a sus amigos, regalando un abrigo de piel de zorro plateado a la secretaria Traudl Junge. Hitler por el contrario, decidió pasar sus últimas horas tranquilamente y relajado comiendo un plato de spaguetis en salsa, a sabiendas de que en los jardines exteriores sus hombres de confianza preparaban bidones de gasolina. Terminada la comida, el Führer hizo reunir en la sala principal a los generales Wilhelm Burgdorf y Hans Krebs, a Josef Goebbles y su esposa Magda, a Martin Bormann y a las secretarias Junge y Gerda. Tanto él como Eva fueron despidiéndose de ellos uno por uno hasta retirarse a su dormitorio. Únicamente Magda Goebbels corrió hasta la puerta de su habitación para golpear la superficie y suplicar que buscase otra solución que no fuese la muerte. Sin embargo, de nada sirvió porque guardias de las SS la echaron del pasillo dejando a Hitler y a Eva en solitario. Curiosamente las últimas palabras que el Führer dejó por escrito fueron: “Yo mismo y mi esposa elegimos la muerte, para evitar la vergüenza de la destitución o la capitulación”.
A las 15:30 horas de la tarde del 30 de Abril de 1945, un disparo procedente del dormitorio del Führer, rompió el silencio del búnker bajo la Cancillería. Se trataba de Adolf Hitler, quién habiendo ingerido una cápsula venenosa de cianuro potásico, se acababa de pegar un tiro mortal en la sien con su pistola modelo Walter. Junto a él, Eva Braun yacía envenenada y sin vida en el sofá. Afectados por la macabra escena, los oficiales trasladaron los dos cuerpos hasta el jardín de la Cancillería, una operación nada fácil debido a que los proyectiles soviéticos caían constantemente removiendo la tierra, donde finalmente arrojaron los cadáveres a una fosa previamente excavada y les prendieron fuego utilizando una enorme cantidad de litros de gasolina. Acto seguido y mientras los restos del líder alemán se consumían entre las llamas, en el exterior Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs realizaron el último saludo nacionalsocialista en su honor. Así fue como Hitler, fundador del Tercer Reich y uno de los más directos responsables de la Segunda Guerra Mundial, desapareció para siempre.
Nuevamente al caer la noche, el Ejército Rojo protagonizó el último ataque hacia el Reichstag mediante un bombardeo previo de artillería y lanzacohetes Katyusha. Protegido el edificio por miembros de las SS, niños de las Juventudes Hitlerianas y marineros de la Kriegsmarine; las tropas y tanques soviéticos fueron recibidos por una lluvia de balas y proyectiles que causaron bajas muy elevadas entre los asaltantes y sus carros. Tuvo que ser un segundo grupo de soldados rusos que previamente habían ocupado la Plaza de Königsplatz y despejado las trincheras adyacentes, los primeros en infiltrarse por la planta baja del Reichstag. Una vez en el interior, fueron cogidos en fuego cruzado de todas direcciones que les provocó numerosas pérdidas, aunque poco a poco se abrieron paso a la segunda planta y los sótanos sin dejar de combatir. Tal fue la intensidad de la lucha que se produjo un enfrentamiento entre los mismos asientos de diputados del hemiciclo del Parlamento, e incluso en la misma tribuna donde Hitler pronunciaba acalorados discursos. Silenciada la última ametralladora entre la segunda y tercera planta, los soviéticos continuaron el ascenso al mismo tiempo que desde los boquetes del techo los alemanes les arrojaban granadas y artefactos explosivos. De hecho, cuando los soviéticos alcanzaron la azotea, todavía se produjo un contraataque suicida de unos SS rezagados que lógicamente fueron aniquilados, no sin antes sufrir los rusos incontables muertes. Finalmente a últimas horas de la madrugada y tras varias horas de sangrienta batalla, la bandera comunista de la hoz y el martillo fue izada simbólicamente sobre la cúpula del Reichstag.
Nada más tenerse noticias acerca de la caída del Reichstag, el general Hans Krebs abandonó la Cancillería con un salvoconducto que le fue concedido por el general soviético Vassili Chuikov. Escoltado por un grupo de soldados rusos hasta una casa al oeste del Aeropuerto de Tempelhoff, Krebs se entrevistó con Chuikov, informándole de que Hitler había muerto y de que Bormann y Goebbels eran los nuevos responsables al mando del Berlín. Como era lógico, Chuikov le explicó que Bormann y Goebbels no tenían ningún poder a sus ojos y que debían entregarse como criminales de guerra, además de procederse a la rendición de Berlín mediante una capitulación incondicional. A raíz de esta discusión y sin llegar a ningún acuerdo en claro, al menos se pactó un alto el fuego hasta las 10:15 horas de la mañana del día siguiente, con la amenaza por parte del ruso de que si los alemanes no mostraban bandera blanca antes de ese plazo, la capital sería arrasada hasta los cimientos.
Martes 1 de Mayo de 1945
A las 10:45 de la mañana del 1 de Mayo de 1915, solamente media hora después de expirar el plazo de alto el fuego, el Ejército Rojo reanudó el bombardeó sobre Berlín mediante piezas de artillería y lanzacohetes Katyusha que comenzaron a arrasar el centro ciudad. Prácticamente desmoralizados y sin esperanzas, muchas fueron los combatientes que comenzaron a rendirse como la Ciudadela de Spandau tras una cruenta batalla o los defensores del Parque del Tiergarten que se entregaron manos en alto al I Ejército Blindado de Guardias y el VIII Ejército de Guardias. También los artilleros del Búnker del Zoo abrieron negociaciones (aunque esto fue un farol para efectuar una salida durante la noche); mientras que las presos políticos comunistas encerrados en la Prisión de la Calle Prinz-Albrechtstrasse fueron liberados ésa misma mañana. Incluso los sótanos interiores del Reichstag que todavía resistían fueron definitivamente limpiados de enemigos con un saldo de 200 alemanes muertos y 500 heridos.
Más suerte tuvieron las fuerzas del Eje situadas a las afueras de Berlín como el IX Ejército Alemán del general Theodore Busse que abandonó el pueblo de Beelitz siendo acosado por las ametralladoras en vuelo rasante de los cazabombarderos Shturmovik Il-2 que se cobraron numerosas víctimas; aunque los alemanes milagrosamente recuperaron el control del pueblo Elsholz tras expulsar a los soviéticos gracias a la intervención de 4 tanques Panther, lo que abrió una vía directa de escape hacia la más segura orilla occidental del Río Elba. A partir de ese instante, tanto IX Ejército como el XII Ejército del general Walter Wenck unieron el grueso de sus efectivos y comenzaron la huída a contrarreloj; no sin dejar de ser perseguidos por las columnas acorazadas de T-34 que durante la retirada hicieron cientos de prisioneros alemanes y les destruyeron 3 tanques, 3 cañones y 28 vehículos.
Bien entrada la noche, el búnker bajo la Cancillería comenzó a ser abandonado por todos sus inquilinos entre los que se encontraban Martin Bormann, las secretarias Traudl Junge y Gerda Christian, numerosos oficiales y una escolta de soldados escandinavos compuesta por efectivos de las Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark”, así como un tanque alemán Tiger y un autopropulsado Stug. Inicialmente el grupo de fugitivos atravesó varias calles sin problemas e incluso el blindado Tiger eliminó de un fogonazo a todos los soldados soviéticos que custodiaban el Puente de Weidendammer. Sin embargo en cuanto comenzaron a cruzar la instalación, un destacamento soviético situado al otro lado de la Calle Ziegelstrasse les interceptó y disparó contra ellos. Primeramente el tanque Tiger fue destruido de un impacto, lo que forzó a los voluntarios escandinavos a realizar un ataque frontal con el autopropulsado Stug y un vehículo blindado Hanomag traído desde la reserva. Lamentablemente los asaltos fueron rechazados y el grupo tuvo que cambiar el rumbo hacia el distrito noroccidental, siendo alcanzado Martin Bormann durante el trayecto por un proyectil que acabó con su vida al instante. Apenas ninguno de los fugados consiguió sobrevivir, salvo unos pocos escandinavos y las secretarias Traudl y Gerda que lograron esquivar al Ejército Rojo y llegar a la periferia de la ciudad.
Alrededor de medianoche, la guarnición que defendía el Búnker del Zoo inició la evacuación tras haber negociado un farol con los mandos del Ejército Rojo, quienes impacientes esperaban la rendición. Tanto el personal de la Luftwaffe como numerosos niños y niñas de las Juventudes Hitlerianas consiguieron abandonar el castillo de hormigón y salir al exterior, librando una cruenta batalla a tiro de subfusil y lanzamiento de granadas entre el Puente Havel y el Barrio de Charlottenbrücke contra las vanguardias del XLVII Ejército Soviético. Por suerte y a pesar de las muchas bajas sufridas, la mayor parte de la guarnición logró traspasar las líneas enemigas y encaminarse hacia el oeste para alcanzar el Río Elba.
Miércoles 2 de mayo de 1945
A las 4:58 de la mañana del 2 de Mayo de 1945, Radio Berlín informó por primera vez a la capital de que Adolf Hitler había muerto. Mientras la noticia se difundía en toda Alemania, los generales Wilhelm Burgdorf y Hans Krebs se suicidaron de un tiro de pistola en la sien, justo antes de que el suboficial Rochus Misch, apagase las luces y abandonase el último el búnker de Hitler que quedó completamente vacío. Respecto a las secretarias Traudl Junge y Gerda Christien que se había fugado la noche anterior, al amanecer se ocultaron en los sótanos de un puesto de mando situado en la Calle Schönhauseralle. Nada más saberse que todos los allí presentes iban a rendirse, los oficiales se suicidaron de un balazo en la cabeza y los supervivientes salieron con los brazos en alto. Afortunadamente para las dos secretarias, tanto Traudl como Gerda se vistieron con uniformes y cascos alemanes para hacerse pasar como prisioneros y a continuación desviarse de la fila para escapar de Berlín rumbo hacia el Río Elba que controlaba el Ejército Estadounidense.
Una de las mayores tragedias ocurridas durante la Batalla de Berlín fue el incidente del Canal de Landwehr. Todo ocurrió cuando soldados escandinavos de los Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark” colocaron equivocadamente una carga de demolición en una zona del metro situada muy cerca del muro de contención con el Río Spree. Nada más producirse la explosión y abrirse el boquete, toneladas de agua del canal irrumpieron en el interior justo en un momento en que las estaciones del subsuelo se hallaban atestadas de refugiados, heridos y soldados rusos y alemanes que en aquellos instantes se encontraban combatiendo en las alcantarillas. Miles de personas fueron arrolladas por el agua, mientras otras desesperadas se abalanzaban a empujones hacia las salidas. De nada sirvió porque la gigantesca ola se llevó a multitud de civiles y a cientos de pasajeros atrapados en los vagones de los túneles que perecieron ahogados. También decenas de tropas soviéticas y alemanas al ver lo que se les venía encima, tiraron las armas y echaron a correr hasta ser irremediablemente absorbidas por el río. De hecho la peor parte la sufrieron los heridos porque al estar inmóviles en sus camillas, tuvieron una muerte agónica comprobando como el nivel de agua subía hasta cubrirles totalmente el cuerpo. Aproximadamente en el accidente perdieron la vida unas 15.000 personas, la mayoría civiles berlineses, aunque también incontables soldados alemanes, soviéticos, noruegos y daneses.
La Cancillería, último gran objetivo del Ejército Rojo, fue asaltada por una enorme concentración de tropas soviéticas cubiertas por un potente bombardeo de artillería preliminar. Protegido el edificio por una mezcla de soldados alemanes y voluntarios franceses, noruegos, daneses, letones, españoles, tártaros y británicos de las Waffen-SS, los defensores rechazaron varios ataques del enemigo en las columnas románicas de la entrada. Solamente cuando un obús derribó de cuajo la puerta principal, los rusos irrumpieron en el interior abriéndose paso planta por planta, entablando a continuación una cruenta lucha en todas las oficinas, salas, sótanos y el tejado. Poco a poco la resistencia de los alemanes fue menguando y también la de los extranjeros. Por ejemplo la mayor parte de los franceses fueron aniquilados no sin antes haber agotado la última bala; letones y españoles protagonizaron una carga suicida calle abajo para ser posteriormente abatidos; el único británico presente destruyó un tanque T-34 segundos previos a su muerte; y daneses y noruegos cayeron peleando en el jardín trasero de la Cancillería donde se ubicaba el búnker vacío de Hitler. Una vez eliminada la oposición del Eje, Anna Nikulina, una guapa soldado rusa, tuvo el honor de ser la primera en izar la bandera soviética sobre la azotea de la Cancillería.
3 – 8 de Mayo de 1945
La mañana del 3 de Mayo de 1945, se produjo un episodio de tensión en la demarcación del Río Elba cuando las columnas de los IX y XII Ejércitos Alemanes que habían escapado de Berlín, cruzaron los puentes a la orilla opuesta para ser desarmados por las tropas del Ejército Estadounidense. No obstante, los norteamericanos solamente admitieron personal militar, impidiendo el paso a los civiles, lo que propició escenas dramáticas de pánico cuando miles de refugiados, a veces familias enteras, se arrojaron al agua para intentar alcanzar el otro lado a nado. Fue entonces cuando los soldados estadounidenses abrieron fuego y ametrallaron a decenas de personas en medio del cauce del río. Aquel suceso que terminó con la muerte de muchos inocentes, fue la tragedia final que dejó la Batalla de Berlín. Afortunadamente una orden de Washington en última instancia, autorizó la apertura de la frontera en el Río Elba, lo que facilitó la entrada en estampida de decenas de miles de refugiados.
Mientras tanto dentro de Berlín, la batalla proseguía en el centro ciudad entre el Ejército Rojo y unos miembros fanáticos de las SS y las Juventudes Hitlerianas. De hecho aquel mismo día 3, los soldados soviéticos entraron por primera vez en el búnker de Hitler, encontrando para su sorpresa los cuerpos de los generales Burgdorf y Krebs con un tiro en la cabeza, así como los de los seis hijos de la familia Goebbels sin vida, tendidos en sus camas como si estuviesen plácidamente durmiendo. De Hitler ni rastro, salvo un hoyo humeante con cenizas en el jardín trasero de la Cancillería.
Karl Doenitz, almirante de la Marina de Guerra Alemana (Kriegsmarine), ostentó el rango de nuevo Jefe del Estado tal y como Hitler había estipulado en su testamento. Aquel nombramiento de una figura tan poco significativa en el Tercer Reich que sorprendió a muchos y también a él mismo, fue un completo acierto porque su breve gestión al frente de la nación alemana sería inmejorable por varios motivos: primeramente porque abrió negociaciones con los Aliados consiguiendo un alto el fuego; y a continuación porque facilitó que millones de soldados y refugiados alemanes alcanzasen la orilla occidental del Río Elba controlada por Estados Unidos, poniéndose de este modo a salvo del Ejército Rojo.
Oficialmente el último bombardeo del Ejército Rojo sobre Berlín tuvo lugar el 7 de Mayo tras la caída de numerosos proyectiles sobre el centro ciudad. Al día siguiente, el 8 de Mayo de 1945, Alemania firmó con Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia el Tratado de Reims, por el cual el Tercer Reich anunciaba su capitulación incondicional en todos los frentes, incluyendo la propia Berlín, donde miles de combatientes mostraron banderas blancas y se rindieron en masa cediendo el control de la capital a las tropas soviéticas. Con este último acto, la Segunda Guerra Mundial en Europa había terminado.
Conclusión
La Batalla de Berlín constituyó el último gran enfrentamiento del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Arrasada la ciudad hasta los cimientos (tras haber recibido 7 millones de proyectiles y 6.500 incursiones aéreas) y cubierta por 22.000 cadáveres de civiles fallecidos, así como cuerpos sin vida de soldados de ambos bandos e incluso animales del Zoológico; la capital fue un espejismo de aquel Tercer Reich que debía haber durado “mil años” según palabras del propio Adolf Hitler, también sepultado bajo el polvo de aquellas mismas ruinas.
El Komintern sufrió 364.192 bajas (361.367 soviéticos y 2.825 polacos) entre 81.116 muertos y 280.251 heridos, además de un material destruido de 1.997 tanques, 2.108 piezas de artillería y 917 aviones derribados.
El Eje sufrió 770.000 bajas entre 70.000 muertos, 220.000 heridos y 480.000 prisioneros.
“V-E Day” o “Día de la Victoria” fue como bautizaron los Aliados a la victoria en la Batalla de Berlín y la simultánea rendición incondicional del Tercer Reich. Aquel suceso marcó el inicio del fin de la contienda en Europa tras la rendición de Croacia el 15 de Mayo; mientras que en el teatro de operaciones de Asia y el Océano Pacífico se tuvieron que lanzar dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki que forzaron al Japón a capitular el 2 de Septiembre de 1945, dando por concluida la Segunda Guerra Mundial tras un saldo de 80 millones de muertos.
Berlín sin duda alguna representó el capítulo final en la Historia de un Tercer Reich que en 1933 había fundado Adolf Hitler. La lucha a muerte por el “Espacio Vital del Este” o “Lebensraum” que debía culminar en la colonización de la Unión Soviética y en el triunfo del “Nuevo Orden” sobre el comunismo; terminó más bien de forma contraria con la destrucción de forma total y absoluta del nacionalisocialismo. A raíz de este episodio que incuestionablemente acabó en la más dolorosa derrota sufrida por Alemania y en un coste humano gigantesco para Rusia, constituyó el episodio más oscuro y triste de la Historia de Europa.
El diario se descubrió entre las ruinas en llamas de Berlín, totalmente arrasada por el choque de dos ejércitos poderosos y desesperados.No había ningún nombre escrito en la portada, pero entre todas las historias de privaciones y luchas, una revelaba el infierno de una guerra que se acercaba a su apocalíptico final. La autora, una joven alemana, describía cómo había sido violada por los soldados del Ejército Rojo, que avanzaba ávido de tomar la ciudad y de vengarse de los alemanes.
«Cierra los ojos, aprieta los dientes, no digas nada», garabateó la mujer, recordando cómo se había inducido al silencio para soportar la agresión. «Pero cuando la ropa interior cae rasgada y los dientes rechinan involuntariamente, la última prenda...Estoy paralizada. No siento asco, sino una completa frialdad.Es como si mi espalda estuviera helada. Estoy mareada, tengo frío en la nuca. Antes de marcharse extrae algo del bolsillo y lo lanza sobre la mesa sin decir palabra; aparta la silla y sale dando un portazo. Ha dejado un paquete de tabaco arrugado.Es la propina».
Ha habido que esperar hasta ahora, 60 años después de que se produjera la violación de esta mujer anónima, para que se conozca la verdadera dimensión de la campaña de violaciones perpetrada por el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. El escritor británico Antony Beevor, ex oficial del Ejército cuya reconstrucción de la batalla de Stalingrado se convirtió en un éxito de ventas, está a punto de publicar un libro sobre la caída de Berlín. Al buscar entre archivos soviéticos, cuyo acceso había estado vedado a los historiadores hasta hace poco, Beevor descubrió una tormenta de venganzas que le dejó «totalmente consternado».
Se cree que unos dos millones de mujeres fueron violadas, agredidas o asesinadas por los soldados del Ejército Rojo en su avance sobre Alemania, pero el libro de Beevor revelará horrores aún mayores. «Cuando el Ejército Rojo llegó a Berlín, los soldados ya consideraban a las mujeres una especie de botín carnal», afirma.«Creían que podían hacer lo que quisieran, ya que estaban liberando Europa».
En algunos casos las mujeres de una calle entera fueron violadas: abuelas, embarazadas, incluso mujeres que se encontraban en su lecho de muerte. Según el representante del Vaticano en Berlín, en octubre de 1945, seis meses después del final de la guerra, miles de mujeres permanecieron semanas escondidas en los tejados para eludir los saqueos y registros de los escuadrones del Ejército Rojo quienes, cuando se emborrachaban, avivaban su apetito sexual.
«Han violado a mujeres de entre 10 y 70 años, e incluso a algunas de hasta 75 años», aseguraba el representante del Vaticano. Beevor ha descubierto aspectos todavía más siniestros: los rusos violaron incluso a reclusas liberadas de los campos de concentración, mujeres esqueléticas, vestidas de harapos. «Esto echa por tierra la idea de que los soldados sólo utilizaron la violación como una forma de venganza contra los alemanes», afirma. Sus comentarios ya han provocado polémica. El embajador ruso en Londres ha acusado al escritor británico de «blasfemar» contra el pueblo ruso. «Es una injuria contra el pueblo que salvó al mundo del nazismo», ha declarado indignado esta semana Grigory Karasin.
Pero para comprender los hechos de la caída de Berlín, es necesario conocer lo ocurrido antes. En su avance hacia Stalingrado, los alemanes abrieron una brecha de destrucción a lo largo de Rusia, una de las mayores infamias registradas en los anales de la guerra.El 30 de marzo de 1941, en un discurso pronunciado ante 200 altos mandos del Ejército alemán, Hitler explicaba a grandes trazos que la Operación Barbarrosa, la ofensiva contra la Unión Soviética, sería totalmente distinta a las guerras anteriores. «Debemos olvidar la camaradería entre combatientes», decretó. «Los comunistas no son camaradas, ni antes ni después de la batalla. Esta es una guerra de aniquilación. Venceremos al enemigo, pero si no comprendemos esto tendremos que volver a luchar contra los comunistas dentro de 30 años».
A las tres de la madrugada del 22 de junio de 1941 se desató la mayor ofensiva militar de la Historia. Tres millones de soldados cruzaron un frente de casi 1.600 kilómetros. Había comenzado el conflicto que, según Hitler, sería «una guerra sin normas».A finales de ese año, cuatro millones de rusos habían muerto en combate y otros 3,5 millones habían sido hechos prisioneros.El 97% moriría.
En su avance, los alemanes hicieron desaparecer del mapa 7.000 aldeas rusas. Los hombres fueron asesinados por los Escuadrones de Acción de las SS; las mujeres a menudo eran violadas y enviadas a las fábricas alemanas a trabajar como esclavas o a campos de concentración o de exterminio. La mayoría de los niños eran ejecutados en cuanto llegaban a los campos de Treblinka, Sobibor, Belzec y, más tarde, Auschwitz-Birkenau.
En el campo de batalla, los soldados del Ejército Rojo no podían recurrir a la rendición. «No entendíamos cuando sacaban la bandera blanca en Francia, sabe, eso de rendirse», declaró un miembro de la SS de Das Reich durante los juicios celebrados tras la guerra. «En Rusia, cuando la gente se rendía simplemente les pasábamos por encima con los tanques». En la gran Leningrado, los nazis organizaron un asedio que se extendió durante 900 días, se cobró 1,5 millones de vidas y obligó a algunos ciudadanos a practicar el canibalismo. Con razón los rusos sentían un odio profundo hacia «el invasor fascista».
Y cuando la suerte de la batalla de Stalingrado cambió a favor del Ejército Rojo, que comenzó a avanzar, los rusos vivieron una verdadera pesadilla al pasar junto a casas destruidas, ciudades arrasadas y agujeros llenos de cadáveres. Esto avivó el afán de venganza, algo que Stalin fomentó de todas las formas posibles.
Los soldados del Ejército Rojo eran hombres duros mongoles, cosacos, tártaros y siberianos , no eran rusos occidentalizados de Leningrado o Moscú, hombres más moderados por influencia de la educación, o por su participación en el socialismo utópico del partido. De todos modos, las violaciones no fueron hechos generalizados desde el principio. Cuando entraron en territorio alemán, lo primero que los soldados decían era «Ur», es decir, reloj de pulsera. El saqueo o la destrucción de las posesiones de una burguesía que despreciaban eran para ellos prácticas legítimas.Pero pronto comenzaron a decir «Frau, Komma». Y durante el final apocalíptico del Tercer Reich, las mujeres y los niños tuvieron que pagar por los pecados de las SS, la Gestapo y los «einsaizgruppen», o escuadrones de la muerte.
TAMBIÉN MORIBUNDAS
En la aldea de Dahlem, recuerda una mujer, «los rusos se colocaron en fila delante de un grupo de mujeres. Ni siquiera se daban cuenta de que algunas estaban agonizando, porque habían ingerido veneno o sufrían hemorragias internas. Los soldados les abrían la boca a la fuerza y las obligaban a tomar bebidas alcohólicas».
Anna Seddig, una joven de Prusia oriental que intentaba escapar de la guerra encinta y con su hijo de un año, Siegfried, fue otra víctima de los rusos. «Una noche, cuando buscábamos un lugar para refugiarnos, nos topamos con un grupo de soldados. Nos iluminaron con una linterna. Uno me dijo: "Te vamos a llevar a un lugar donde podrás pasar la noche". Era un refugio antiaéreo. Ahí me violaron, uno tras otro. Era como si estuviera muerta, tenía calambres por todo el cuerpo. Sientes repugnancia, sólo sientes repugnancia. Éramos blancos legítimos para los rusos. No sé cuántos hombres había, 10, 15...».
Muchos han intentado ocultar lo ocurrido. Cornelius Ryan, autor de The Last Battle, donde narra la caída de Berlín, descubrió que tras publicarse el libro en 1966 algunos editores lo presionaron para que eliminara pasajes como el siguiente: «Mientras continuaba la batalla, se producía otra ofensiva salvaje. Era encarnizada, personal. Las hordas rusas que llegaban tras los disciplinados veteranos del frente exigían el derecho de los conquistadores: las mujeres de los conquistados». «Úrsula Roester dormía en el sótano de una casa de Zehlendorf junto con sus padres, sus hijas gemelas de seis años, y Bernard, su hijo de siete meses, cuando cuatro soldados rusos golpearon la puerta con la culata de sus fusiles». «Registraron el refugio. Un soldado ruso encontró un frasco de perfume francés. Lo destapó, lo olió y lo derramó sobre su uniforme. Otro encañonó a los padres e hijos de Úrsula y los encerró en el sótano. A continuación, los cuatro se turnaron para violarla».
«Al día siguiente, a eso de las seis de la mañana, Úrsula estaba amamantando a su bebé cuando otros dos soldados rusos entraron en el sótano». «Intentó escapar por la puerta con su bebé en brazos. Pero estaba muy débil. Uno de los rusos le quitó el bebé y lo colocó en su cochecito. El otro la miró y sonrió. Ambos la violaron...».
El legado de la campaña de violaciones del Ejército Rojo es imperecedero.Para los soldados vencidos de las divisiones nazis, así como para los industriales, los banqueros y los altos cargos del partido que se habían pavoneado durante el apogeo del régimen, la violación de sus mujeres era la máxima humillación. Hanna Gerlitz, esposa de un banquero de Berlín, fue violada por seis soldados rusos delante de su marido. «Cuando terminaron», recuerda, «dispararon sus fusiles al aire. Las otras personas que estaban en casa creían que me habían asesinado, hasta que les grité: "Estoy bien. Ya todo ha acabado"». Después tuve que consolar a mi esposo y ayudarlo a recobrar el valor. Lloraba como un niño».
El viaje hasta este infernal crisol de crueldad ha resultado traumático para Beevor, y le ha hecho pensar: «He llegado a la conclusión de que ante la falta de disciplina militar un hombre armado, deshumanizado tras dos o tres años de guerra, se convierte en la mayoría de los casos en un violador en potencia».
Mientras, Berlín sigue reconstruyéndose con su nueva imagen de ciudad europea y quienes sufrieron llegan al final de sus vidas.Las cicatrices de Alemania van desapareciendo. A los rusos les es más difícil olvidar. En cada punto de las estepas donde los alemanes borraron del mapa una aldea, ahora hay una campana.Aún tocan a la crueldad del hombre cuando el viento bate las tierras sobre las que los alemanes marcharon triunfalmente, las mismas por las que más tarde se replegaron en la ignominia.
Menciones a los que os ha gustado mis otros temas históricos
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Última edición por Movius; 02/11/2017 a las 18:52
Iba a incluir en el op un spolier con la historia de ezquerra y los demás españoles, pero me saltaba el limite de caracteres. Mas adelante lo pondré en un mensaje aparteEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
En la batalla de Berlín hubo españoles combatiendo, restos de la division azul y españoles exiliados.
Este libro me lo compre hace un tiempo y está muy bien.
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Solo los intelectualmente privilegiados están dispuestos a exponerse a opiniones contrarias y extremistas regularmente. Los frikis gordos granudos y demás están en sitios con moderaciones estrictas donde no pueden sentirse amenazados.
El mero hecho de poder estar aquí ya dice mucho de la persona.
También están los retrasados que no son conscientes de su inutilidad pero eso son casos aislados
Me has dejao como asínEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Los foros anónimos con poca moderación reúnen a la élite.
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jaja yo tambien cuando lo lei aquiEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Me has dejao como asín
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Pedazo de currada XD!!! apuntame compañero, me ha encantado!!!El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
Hoy os traigo uno de los momentos mas interesantes del siglo XX, el asedio por parte del ejercito rojo de la capital alemana y que supuso el fin de la guerra en Europa
En este hilo como en mis otros hilos históricos traeremos información que no suele salir en los libros de historia, como los saqueos y violaciones masivas de los soviéticos a la población civil
Viernes 20 de Abril de 1945
Soleado y despejado amaneció en Berlín el 20 de Abril de 1945, fecha del 56 cumpleaños de Adolf Hitler. A pesar de que debía haber sido una jornada apacible para el Führer; a las 10:51 horas de la mañana aviones B-17 estadounidense y Lancaster británicos le felicitaron a su modo arrojando centenares de bombas sobre el centro urbano pulverizando numerosos edificios. A raíz de este ataque que forzó la evacuación de 2.000 berlineses presas del pánico, la ciudad quedó definitivamente sin electricidad y por tanto sin servicio de correos ni de recogida de basuras.
Herman Goering, marsical del aire de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe), se despertó sobresaltado aquella mañana cuando proyectiles disparados por la artillería del I Frente Ucraniano, cayeron cerca de su residencia rural situada en Karinhall. Tal cosa sólo podía significar que el Ejército Rojo se hallaba más próximo de lo esperado a la capital, por lo que rápidamente tomó el coche hacia la Cancillería, donde en aquellos momentos estaba teniendo una reunión con motivo del cumpleaños de Hitler, estando presentes el Ministro de Propaganda Josef Goebbels, el Ministro de Industria Albert Speer y Heinrich Himmler que acababa de llegar desde el Sanatorio de Hohenlychen trayendo como regalo una botella de champagne. Pronto se unieron a la modesta ceremonia los generales Wilhelm Von Keitel, Alfred Jodl, Ernst Kaltenbrunner y Hans Krebs, quienes celebraron el aniversario brindando, antes de instar al Führer a refugiarse en Baviera, algo que él rechazó alegando que los soviéticos iban a recibir la derrota más sangrienta de la Historia de Rusia en Berlín.
A la caída de la tarde, muchos de los generales que habían asistido al cumpleaños de Hitler, se despidieron de él sin saber que la mayoría ya no le verían nunca más. Acto seguido, el Führer accedió a los jardines traseros de la Cancillería para visitar a unos niños combatientes de las Juventudes Hitlerianas que habían sobresalido valientemente por su acción batalla. Orgulloso de ellos, Hitler les apretó la mano y les condecoró con la Cruz de Hierro, expresando a continuación las siguientes palabras: “Sóis lo único bueno que le sobra a Alemania, pues los mejores han muerto”. Concluido el acto, el líder germano entró en el búnker de hormigón de la Cancillería y descendió a una profundidad de más de doce metros, desde cuyas salas y habitaciones inalcanzables para las bombas, dirigiría la batalla contra el Ejército Rojo.
Repentinamente la misma tarde del 20 de Abril, las piezas de artillería de largo alcance del Ejército Rojo abrieron fuego contra Berlín. El bombardeo que apenas causó daños en el distrito urbano occidental, se trató de una simple rivalidad entre los generales Georgi Zhukov e Iván Koniev por ver cuál de las dos agrupaciones bajo su mando, concretamente los I y II Frentes de la Rusia Blanca, era la primero en alcanzar la capital con sus proyectiles. Minutos más tarde, a las 18:00 horas, sería el I Frente Ucraniano del general Konstantin Rokossovsky en iniciar la marcha mediante una ofensiva de 314.000 hombres que con relativa facilidad conquistaron la ciudad de Zossen a tan sólo 29 kilómetros de la ciudad.
Nada más caer la noche de aquella jornada, todas las fuerzas extranjeras de las Waffen-SS que se desplegaban en torno a Berlín, comenzaron un repliegue táctico hacia el interior de la capital para organizar la resistencia final. Mientras eso ocurría en el exterior, la novia de Hitler, Eva Braun, ofreció una fiesta en el interior de la Cancillería a la que asistieron el director del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP), Martin Bormann, además del doctor Theodor Morell y otros invitados, quienes estando acompañados de buena música y mesas repletas de champagne y comida, bailaron hasta altas horas de la madrugada. Únicamente el Führer que no estaba de humor esa noche, se ausentó pensando en la batalla que tenía que librar al día siguiente.
Sábado 21 de Abril de 1945
A las 9:00 horas del 21 de Abril, la aviación estadounidense arrojó miles de toneladas de bombas sobre Berlín provocando el derrumbe de varios edificios y matando algunos civiles. Simultáneamente a la incursión aérea norteamericana, la artillería pesada soviética abrió fuego con obuses de 152 y 203 milímetros que tras las primeras descargas alcanzaron el centro ciudad, generando graves daños en la Plaza de Hermannplatz y provocando una matanza en los almacenes de Karstad, donde decenas de berlineses murieron mientras hacían cola para adquirir raciones. Una vez finalizado los bombardeos preliminares, el Ejército Rojo comenzó el primer asalto a gran escala contra los suburbios exteriores de la capital, chocando contra las barricadas protegidas por los milicianos “Volkssturm” que defendieron exitósamente los distritos de Weissensee, Lichtenberg, Friedrichshain, Pankow, Wedding y Wilmesdorf.
Fuera de Berlín, el I Frente Ucraniano con los tanques T-34 del IV Ejército Blindado de Guardias a la cabeza, avanzó sobre los campos y bosques exteriores haciéndose con las ciudades de Erkner y Jüterbog. Únicamente los Regimiento SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark” resistieron en Petershagen hasta que fueron bombardeados por lanzacohetes Katyusha, momento en que se replegearon a Mahlsdorf para ser atacados de nuevo y entonces refugiarse en la propia Berlín, deteniendo a duras penas la arremetida soviética a la entrada de la Calle Reichstrasse I.
Domingo 22 de Abril de 1945
Durante la madrugada del 22 de Abril, tres cuerpos del Ejército Rojo alcanzaron el Canal de Teltow al sur de Berlín, lo que facilitó a los rusos ocupar las ciudades de Teltow, Stahnsdorf y Schönefeld. Similar destino sufrieron al amanecer las vecinas Postdam, Beelitz, Spandau, Nauende y Jüteborg, capturando las tropas soviéticas en esta última el mayor depósito enemigo de armas y municiones que se situaba en el perímetro exterior a la ciudad. Simultáneamente, varias divisiones del Ejército Rojo avanzaron con la finalidad de cortar el nexo de unión entre los IX y XII Ejércitos Alemanes, intentando arrinconar a este último junto a las orillas del Río Elba donde se situaba el III Ejército Estadounidense del general George Patton dispuesto a cerrar la bolsa.
Terrible resultó el avance del Ejército Rojo sobre Berlín y ciudades adyacentes porque las tropas soviéticas fueron artífices de violentos actos de pillaje, asesinatos, saqueos y destrucción de inmobiliario, así como de ejecuciones sumarias a manos de la Policía Estatal Soviética (NKVD) contra aquellos que consideraban “enemigos del pueblo”. Vivienda tras vivienda los soviéticos irrumpían robando bicicletas, relojes y piedras preciosas, aunque otros se divertían gastando bromas a los vecinos realizando llamadas mediante la línea telefónica. Sin embargo uno de los actos más despiadados fueron las violaciones masivas a mujeres que se dieron en todas parte, normalmente por las tropas borrachas de segunda línea o los soldados reclutados forzosamente en Mongolia y tribus del Asia Central. Cada vez que los rusos entraban en una casa gritaban “¡Frau, frau! (¡mujer, mujer!)” para hacerse con su preciado botín sexual. No les importaba que fueran jóvenes, niñas o ancianas, teniendo también lugar algunos casos de homosexualidad. Incluso se violó y ultrajó a prisioneros rusas de su propio bando o supervivientes judías de Holocausto a lo largo de una interminable oleada de anarquía incontrolada y sufrimiento sin límites.
Lunes 23 de Abril de 1945
La noche del 22 al 23 de Abril, el general Wilhelm Keitel abandonó la Cancilllería aprovechando la oscuridad de la noche para dirigirse en coche al sector controlado por el XII Ejército Alemán. Allí se reunió con el general Walther Wenck, a quién ordenó siguiendo directrices del Hitler, dar media vuelta con sus fuerzas para efectuar una contraofensiva que liberase Postdam y a continuación alejase al Ejército Rojo de la capital. Por supuesto Wenck no creyó factible el éxito de tal operación, aunque no tuvo más remedio que acatar la decisión de Hitler, el cual estaba totalmente convencido del triunfo mientras seguía estudiando sus mapas con divisiones ya inexistentes sobre el tablero. De hecho, cuando decretó la retirada general de todas las unidades del Frente Occidental para acudir a la defensa de la capital, el general Alexander Hölle expresó: “Ya no existe el Frente Occidental”. Y lo cierto era que tampoco existía una cadena de mando efectiva, como por ejemplo le sucedió al general Hans Krebbs tras ser condenado a muerte por cobardía a consecuencia de un error burocrático. Afortunadamente para este último, el veterano militar tuvo la valentía de presentarse en el búnker ante el mismo Hitler para exclamar “¡yo no he abandonado mi puesto!”. Sorprendido el Führer por aquella enérgica reacción, le conmutó la pena e incluso le recompensó nombrándole comandante en jefe de la defensa urbana de Berlín.
Todo el plan defensivo de Berlín cambió con la elección del general Hans Krebs como máximo responsable de proteger la capital. Básicamente la defensa de ocho distritos se articuló en torno a la artillería pesada de 128 milímetros y baterías antiaéreas de 20 milímetros situadas en el triángulo que abarcaba el Búnker del Zoo, el Búnker Humboldthain y el Búnker de Friedrichstain, uniendo dichos puntos una línea de trincheras que excavaron octogenarios y niños pequeños, así como un gran número de prisioneros de guerra estadounidenses, británicos, rusos y canadienses. La guarnición de esta formidable fortificación la integraron 100.000 soldados del Ejército Alemán, milicias del “Volksturmm”, adolescentes de las Juventudes Hitlerianas, extranjeros de las Waffen-SS e incluso 6.000 marineros de la Marina de Guerra Alemana (Kriegsmarine) que ante la ausencia de barcos fueron parapetados en la capital. También se aprobaron otras medidas como la requisa de todos los vagones del metro en las líneas C, D y E; además de alimentar los motores de los únicos 30 tanques, entre estos algunos Tiger y King Tiger, la gasolina reservada a la Luftwaffe en el Aeropuerto de Tempelhoff.
Complicada se volvió la vida para los habitantes de Berlín durante mañana del 23 de Abril, la cual estuvo precedida por una visita de la aviación soviética que lanzó de miles de octavillas y panfletos instando a la rendición. Acto seguido, las piezas de artillería y lanzacohetes Katyusha volvieron a arrojar proyectiles contra la ciudad, lo que obligó a centenares de civiles a acudir a los refugios en los que ni siquiera había agua que beber y cuyas instalaciones tenían que ser potabilizadas trayendo cubos a mano. Solamente en los sótanos de la Estación de Anhalter llegaron a convivir hasta un total de 12.000 berlineses apiñados y sin lavabos en los que hacer sus necesidades. Por si fuera poco en el exterior, tampoco las cosas iban mejor porque miles de jóvenes alemanas buscaban desesperadas perder la virginidad con sus novios antes de ser violadas por los rusos. De hecho se produjo un episodio de gran horror cuando un grupo de soldados soviéticos irrumpieron en el Hospital de Beelitz-Heilstäten, abusando de todas las enfermaras presentes antes de asesinarlas, exactamente igual que hicieron con los pacientes en las camillas y el personal médico. No obstante en el lado alemán también los destacamentos de las SS actuaron cruelmente, ya fuese entrando en casas y oficinas en busca de desertores a los que ajusticiar y ahorcar sobre farolas con carteles que rezaban “Soy un traidor” o “He abandonado a mi pueblo”.
A las 15:00 horas de la tarde, el Alto Mando Alemán (OKW) reunido en el búnker, fue informado de que el III Ejército Panzer del general Felix Steiner acababa de modificar el rumbo hacia el Río Elba en lugar de socorrer Berlín. A raíz de estos acontecimientos, Hitler montó en cólera mostrando su lado más energúmeno tras ponerse rojo de rabia y temblarle manos y piernas, mientras lanzaba improperios y acusaba a sus generales de incompetentes y traidores. Tuvieron que transcurrir unos minutos, hasta que recuperada su compostura, convocó a los generales Keitel y Jodl, a los funcionarios Bormann y Geobbels, a su novia Eva, a las secretarias Traudl Junge y Gerda Christian, además del resto de oficiales en el búnker. Abatido y comprendiendo por primera vez la triste realidad, recomendó a todos los presentes que se marcharan de la capital y salvasen sus vidas. Sorprendentemente todos se negaron alegando a que permanecerían en Berlín hasta las últimas consecuencias. De hecho, solamente Eva le suplicó llorando que probara a escaparse, algo a lo que Hitler contestó besándola en público. Acto seguido, se dirigió a sus secretarias para elogiar su lealtad con las siguientes palabras: “Ojalá mis generales hubieran sido tan valientes como vosotras”. Fue así como todos optaron por quedarse en Berlín, incluyendo Magda Goebbels, esposa del Ministro de Propaganda, que esa misma noche se alojó en el búnker con sus seis hijos Helga, Hilde, Helmut, Holde, Hedda y Heide que comprendían edades entre los 5 y 12 años. Una vez la mayoría de jerarcas del Tercer Reich se hubieron instalado bajo la Cancillería, la suerte del régimen nacionalsocialista estaba echada.
Martes 24 de Abril de 1945
A las 6:20 del amanecer del 24 de Abril, cientos de piezas de artillería y oleadas de aviones soviéticos bombardearon el centro de Berlín demoliendo incontables edificios y ennegreciendo la ciudad. Acto seguido, tropas del I Frente Ucraniano y el Ejército Polaco, comenzaron a cruzar el Río Spree con balsas plegables y remos de madera, así como 11 lanchas motoras del modelo PG-117 prestadas por la Flotilla del Dniéper. Bastó poco menos de una hora para a que las 7:20, los soldados rusos y polacos estableciesen una cabeza de puente en la orilla opuesta a costa de haber sufrido en el agua numerosos muertos y el hundimiento de las lanchas Nº104 y Nº111.
Inesperadamente a lo largo de la mañana, un total de 80.000 soldados del XII Ejército Alemán al mando del general Walther Wenck y elementos del IX Ejército , la guarnición de Frankfurt y la 36ª División SS de Granaderos “Dierlewanger” compuesta por ex-reclusos de todas las cárceles de Europa, iniciaron la contraofensiva prevista por Hitler atravesando el Bosque de Spreewald. El primer choque contra el enemigo tuvo lugar sobre la ciudad de Beelitz, donde los niños de las Juventudes Hitlerianas se distinguieron destruyendo a 4 tanques T-34 rusos, aunque durante la lucha perecieron por culpa del fuego cruzado 76 civiles, entre ellos 15 menores de edad. No obstante, la sorpresa para los soviéticos fue tal, que finalmente optaron por retirarse, cediendo el control de Beelitz a los alemanes.
Oranienburg fue ocupada por el Ejército Rojo aquel mismo día 24, lo que forzó a los Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark” que cubrían el sector, a iniciar la retirada hacia el centro de Berlín. Curiosamente durante el trayecto, un grupo de 90 soldados noruegos se encontraron con el coche en el que viajaba Heinrich Himmler, quién tras saludar a sus hombres, emprendió la huída hacia el norte de Alemania con la misión de negociar en secreto con los Aliados. Sin embargo los escandinavos ajenos a todo eso, prosiguieron la marcha no sin antes ser atacados por un columna acorazada soviética. Afortunadamente la intervención rápida de blindados Tiger, Panther y Ferdinand, rechazaron a los rusos destruyéndoles 2 tanques pesados Stalin IS-2 y varios T-34, lo que facilitó a los noruegos y daneses el acceso a la capital.
Dentro de Berlín los combates continuaron violentamente durante todo el día y también los bombardeos efectuados por el III Ejército de Choque que derrumbaron 17 viviendas matando a 120 soldados alemanes. Desesperados a causa de los proyectiles, los defensores protagonizaron un contraataque apoyados por tres cañones que a punto estuvo de desbaratar las posiciones soviéticas de no ser porque un único soldado ruso, quién había estado a punto de morir en una explosión que le hizo caer al suelo, se levantó y tomó tres bazookas con los que fue disparando ordenadamente y provocando los siguientes daños: con el primer arma destruyó un cañón, con el segundo dejó a otro inoperativo y con el tercero ahuyentó a la dotación del último. Gracias a esta heroica acción personal se detuvo el asalto alemán, al mismo tiempo que el III Ejército de Choque consolidaba posiciones y recibía refuerzos procedentes de la Flotilla de Dniéper en forma de 16.000 nuevos efectivos y 100 piezas de artillería. Simultáneamente en otros distritos de la ciudad, también las cosas mejoraron notablemente para el Ejército Rojo porque los soviéticos ocuparon los Barrios de Neukölln, Zehlendorf, Schönenberg, Wilmersdorf y Tempelhof; y aseguraron los Puentes de Spandau, Charlotte y Pickelsdorf.
El Instituto de Física Káiser Wilhelm fue otro de los objetivos logrados por el Ejército Rojo aquella jornada. Famosa esta instalación por sus investigaciones avanzadas sobre energía nuclear, los soviéticos recopilaron valiosa información y recogieron preciadas muestras de uranio y agua pesada que trasladaron a Rusia a bordo de caballos y camellos traídos expresamente de la estepa. A raíz de esta operación que fue llevada a cabo bajo el más absoluto secreto de Estado, la URSS entraría a competir con Estados Unidos en la carrera de las bombas atómicas.
Miércoles 25 de Abril de 1945
Soleado y frío amaneció el 25 de Abril cuando el Ejército Rojo inició su ataque contra el Aeropuerto de Tempelhoff que en aquellos momentos se encontraba protegido por personal de la Luftwaffe y voluntarios escandinavos de los Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark”. La batalla comenzó con un potente bombardeo de la artillería y lanzacohetes Katyusha que destruyó a los últimos cazas Focke Wulf Fw 190 que todavía permanecían aparcados en pista y sin gasolina; justo antes de que los fusileros invadieran las instalaciones, forzando a los defensores a retirarse a la periferia ante su incapacidad por detener el ataque de los rusos.
Casi al mismo tiempo en que se sucedieron las operaciones para hacerse con el Aeropuerto de Tempelhoff, el Ejército Rojo desencadenó una ofensiva triple hacia el centro urbano que estuvo precedida por un ataque aéreo de 1.500 aviones, cuyos objetivos fueron los siguientes: los I y VIII Ejércitos de Guardias arremetieron contra Neukölln, el V Ejército Soviético contra el Parque de Treptow y el III Ejército Blindado de Guardias contra Mariendorf. A pesar de que durante las primeras calles los rusos avanzaron sin oposición, a la altura de la Plaza Hermannplatz fueron detenidos por voluntarios de 33ª División SS de Granaderos Francesa “Charlemagne” y 100 niños de las Juventudes Hitlerianas situados tras una barricada, quienes armados con unos pocos lanzagranadas Panzerfaust destruyeron 14 tanques T-34 soviéticos y forzaron a retirarse al resto. Tampoco los asaltantes tuvieron éxito en el intento de hacerse con el Puente de Halensee porque tres solitarios soldados alemanes repelieron con una ametralladora a los invasores causándoles decenas de muertos.
en los Bosques de Spreewald, aunque a diferencia del día anterior, pronto sus tanques y vehículos agotaron la gasolina y tuvieron que frenar su avance. Gracias a este imprevisto en la logística, combatientes ucranianos adscritos al III Ejército de Guardias aprovecharon la debilidad enemiga para bloquear la única autopista del bosque y levantar barricadas con troncos de árboles que dejaron totalmente incomunicadas a las fuerzas germanas.
Uno de los sucesos históricos más relevantes aquel 25 de Abril de 1945 fue la unión del Frente Oriental con el Frente Occidental, lo que dividió al Tercer Reich en dos mitades longitudinales a nivel geográfico. Se trató del encuentro entre la 69ª División de Infantería Estadounidense y la 58ª División de la Guardia Soviética que se dieron cita en la ciudad alemana de Torgau, estrechándose la mano soldados de ambos bandos y celebrando el acontecimientos con festejos.
Jueves 26 de Abril de 1945
Bajo una tormenta de frío y fuertes lluvias, la batalla por el Aeropuerto de Tempelhoff continuó en toda su intensidad cuando el I Ejército Blindado de Guardias y el VIII Ejército de Guardias lanzaron su último asalto contra las terminales y hangares que aún permanecían en poder del enemigo. Contra todo pronóstico y a pesar de la notable superioridad, los escasos niños de las Juventudes Hitlerianas acabaron con más blindados soviéticos, e incluso llegaron a la zona algunos tanques Panzer que equilibraron algo la balanza. Solamente la interminable masa de soldados rusos que parecía no tener fin y a que los T-34 fueron incendiando con sus torretas edificio tras edificio, forzaron a los defensores a abandonar el Aeropuerto de Tempelhoff que definitivamente pasó a estar controlado por el Ejército Rojo.
Sobre el Ayuntamiento de Berlín los soviéticos iniciaron el asalto aquella mañana del 26 de Abril. Protegido el edificio por unos pocos niños de las Juventudes Hitlerianas, éstos resistieron heroicamente varias horas hasta que fueron convertidos en antorchas humanas después de que soldados soviéticos armados con lanzallamas rociaran de fuego habitación tras habitación. Una vez ocupado el Ayuntamiento y sus alrededores, el Ejército Rojo accedió al Barrio de Zehlendorf que pasó a ser dominio del Ejército Rojo aquella jornada. Tampoco el XII Ejército Alemán rodeado en el Bosque de Spreewald tuvo suerte porque muy pronto los soviéticos comenzaron a estrechar el cerco sobre su perímetro, lo que obligó a los alemanes a comenzaron una discreta evacuación cruzando el mucho más seguro Bosque de Halbe.
Gradualmente la resistencia de Berlín se fue incrementando y el avance del Ejército Rojo ralentizando a medida que los soviéticos se internaban en las laberínticas avenidas de la capital. La razón del aumento del número de bajas entre los asaltantes fue que los defensores de las Waffen-SS, las Juventudes Hitlerianas y el “Volksturmm” abandonaron las habituales tácticas de protegerse tras las barricadas para apostarse en los edificios y ventanas de las calles, favoreciendo el fuego cruzado que acabaría con la vida de cientos de rusos. Tal cosa forzó a los soviéticos a buscar alternativas como organizarse en pequeños grupos armados de seis a siete hombres equipados con subfusiles, granadas, cuchillos o palas que tuvieron que ir desalojando apartamento tras apartamento. Sin embargo aquellas medidas no impidieron que las dificultades fueran cada vez mayores, especialmente con las voladuras de 248 puentes con dinamita, incluyendo los enormes Puentes de Schönenberg y Möckern; además de inundar los alemanes ciertas zonas del Canal de Landwehr que impidieron el paso y complicaron notablemente las cosas para el Ejército Rojo.
Una de las curiosidades de la jornada del 27 de Abril la protagonizó el teniente soviético Viktor Boev, quién hablando el idioma alemán de manera fluida, decidió ponerse en contacto con el Ministro de Propaganda Josef Goebbels después de encontrar en las Oficinas de Siemensstadt su número de teléfono en una agenda. La divertida conversación transcurrió de la siguiente manera: “Soy un oficial ruso. Querría hacerles algunas preguntas” (Boev); “Dígame” (Goebbels); “¿Cuántos días serán capaces de resistir todavía” (Boev); “Varios…” (Goebbels); “¿Cómo varios? ¿Días?” (Boev); “Oh, no, ¡meses! Ustedes defendieron Sebastopol durante nueve meses. ¿Por qué no vamos a poder hacerlo nosotros con nuestra capital?” (Goebbels); “¿Cuándo y por qué camino intenta usted dejar Berlín?” (Boev); “Es una pregunta demasiado impertinente para recibir respuesta” (Goebbels); “Le encontraremos aunque sea en el fin del mundo. Y ya le tenemos preparada la horca. ¿Desea pedirme alguna cosa?” (Boev); “No” (Goebbels). Y colgó el teléfono.
Viernes 27 de Abril de 1945
Oficialmente el 27 de Abril de 1945 se completó el cerco sobre Berlín cuando unieron sus fuerzas en Spandau el II Ejército Blindado de Guardias y el XLVII Ejército Soviético. Sometida desde entonces la capital a un sitio en toda regla, el III Ejército Blindado de Guardias inició el avance hacia el interior conquistando el Barrio de Charlottemburg; al mismo tiempo que destacamentos de fusileros se hicieron con la Plaza de Postdamerplatz, no sin antes expulsar a los defensores apostados tras las rejas de los Jardines de Wansee, los cuales superados en número se replegaron huyendo a través del metro. No obstante, las cosas no salieron tan bien en el Aeropuerto de Gatow porque el Ejército Rojo fue detenido debido a la heroica resistencia ofrecida por pilotos convertidos en infantes y personal de la Lufwaffe equipados con cañones Flak de 88 milímetros que pulverizaron numerosos tanques soviéticos. Igual de imprudentes resultaron los intentos de aproximación por parte del III Ejército de Choque hacia el Búnker de Humboldthain y del V Ejército Soviético hacia el Búnker de Friedrichshain que terminaron en masacre a causa del fuego de artillería alemán.
Aquel mismo 27 de Abril, los distritos gubernamentales de Berlín quedaron al alcance del I Ejército Blindado de Guardias y el VIII Ejército de Guardias cuando las tropas soviéticas cruzaron el Canal de Landwehr. El objetivo fue el Ministerio de Asuntos Exteriores que defendían marineros de la Kriegsmarine, donde tuvieron lugar cruentos combates sin resultados para el Ejército Rojo porque los alemanes aguantaron estoicamente todas las embestidas. De hecho, mientras los rusos era retenidos en los edificios de la administración estatal, la Cancillería y el búnker de Hitler fueron reforzados por unidades extranjeras del Regimientos SS de Granaderos Danés y Noruego “Norge” y “Danmark” acompañados de ocho cañones y dos vehículos blindados Hanomag, así como por elementos de la 15ª División SS de Granaderos Letona “Lettische I” y la Unidad SS Española “Ezquerra”.
Fuera de Berlín, la lucha se intensificó en el Bosque de Halbe por parte del XII Ejército Alemán que intentaba abrirse paso a través del cerco ejercido por el Ejército Rojo. A pesar de que los sitiados consiguieron liberar la aldea de Zesch am See y rodear a dos regimientos soviéticos a los que provocaron serias bajas, pronto continuar la marcha se hizo imposible porque la artillería y aviación soviéticas bombardeaban constantemente las arboledas, generando la fractura de troncos y haciendo saltar astillas en todas direcciones. Prácticamente inmovilizados y ocultos la mayor parte de los alemanes en agujeros improvisadamente excavados a toda prisa, el general Walther Wenck dio orden de suspender la ofensiva para liberar Berlín y dar marcha atrás sobre sus pasos para intentar salvar la vida de sus hombres.
Sábado 28 de Abril de 1945
Nuevamente la mañana del 28 de Abril comenzó igual de trágica que las anteriores. La población se ocultaba de los bombardeos en el metro, el hambre se agravaba y las violaciones de los soldados rusos aumentaban. También se incrementó la violencia de los destacamentos de Juventudes Hitlerianas y las SS respecto a la caza de posibles desertores, ya fuese ahorcando a ciudadanos a nivel individual o ametrallando las casas que mostrasen bandera blanca. De hecho uno de los ejemplos más brutales fue el fusilamiento público de un gran número de civiles en la Estación de Anhalter que infructuosamente habían intentado escapar hacia líneas enemigas.
Avanzada la mañana, tanques soviéticos del III Ejército de Choque remontaron la Calle Wilhelmstrasse e irrumpieron en el interior de los distritos gubernamentales antes de enfilar hacia la Cárcel de Moabit. Fue precisamente en esta prisión estatal que defendían soldados alemanes parapetados entre los muros y armados con cañones, donde tuvo lugar uno de los mayores encuentros de la jornada. El ataque de los rusos transcurrió mediante un bombardeo preliminar que eliminó a dos piezas de artillería emplazadas, lo que facilitó la apertura de una brecha en el muro y el posterior afluente de soldados soviéticos hacia el interior. Una vez dentro de la institución penitenciaria, se desarrolló un intenso combate cuerpo a cuerpo que dejó elevadas bajas por parte de ambos bandos, antes de que finalmente los alemanes se rindieran y los comisarios del Ejército Rojo liberasen a todos los presos políticos del Partido Comunista Alemán (KPD).
No muy lejos de la Cárcel de Moabit, los soldados soviéticos comenzaron a cruzar el Puente Moltke cuando repentinamente la explosión de cargas bajo su infraestructura engulló con una nube de humo a los asaltantes, matando a un gran número de ellos. Afortunadamente la tragedia no fue mayor porque los pilares no se vinieron abajo, lo que facilitó a las tropas del Ejército Rojo alcanzar la orilla opuesta y poco después apoderarse también del Puente de Halle. Igual de costosa fue la conquista del Estadio de Fútbol, donde 800 granaderos y milicianos del “Volksturmm” resistieron sobre las gradas del campo hasta agotar la última bala y ser completamente aniquilados, no sin antes llevarse por delante a decenas de soldados rusos. Sin embargo y a pesar de que el avance se hacía lento pero progresivo, menos suerte tuvo el Ejército Rojo en su aproximación al Ministerio del Interior debido a que los defensores apostados en las ventanas y puertas les repelieron tras una sangrienta emboscada en la Calle Moltkestrasse.
Bocas de metro y alcantarillas fueron otro medio de combate con los que el Ejército Rojo y el Ejército Alemán tuvieron que lidiar, los primeros atacando y los segundos defendiendo. Precisamente los germanos llevaron una ventaja abrumadora en este sentido porque simplemente salían del subsuelo para disparar contra las columnas enemigas y a continuación esconderse bajo tierra. Esto desesperó tanto a los soldados soviéticos que no tuvieron más remedio que descender a las alcantarillas y túneles ferroviarios para ser la mayoría de las veces emboscados en la más absoluta oscuridad, con el consecuente número de bajas que aquello acarreaba. De hecho, tan frustrantes fueron estas tácticas para los rusos, que desesperados llegaron a intentar introducir un tanque T-34 en una de las bocas de metro, el cual resbaló sobre sus cadenas por las escaleras y volcó rodando hasta explosionar contra el fondo.
A media tarde la tranquilidad imperante en el búnker bajo la Cancillería se vio alterada cuando Hitler enfureció su ánimo al saber que el Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, estaba negociando a sus espaldas con los Aliados. Tal fue su ira que ordenó la captura y ejecución de Himmler, algo imposible porque al encontrarse ausente, tuvo que castigar en su lugar al responsable de las SS en Berlín, Hermann Fegelin, quién fue sacado de su cama acompañado de una prostituta y llevado a un patio donde fue fusilado. De nada sirvieron las súplicas de Eva que insistió en perdonarle por ser el marido de su hermana embarazada que a punto estaba de dar a luz un bebé. Pero Hitler se negó acusando de traición a las SS y a también a la Luftwaffe, después de que el mariscal del aire Hermann Goering también hubiese intentado abrir una vía diplomática con los anglo-estadounidenses por su cuenta. Precisamente a raíz de este suceso, Hitler tuvo que buscar ese misma noche un sustituto para las fuerzas aéreas, por lo que la piloto Hanna Reitsch protagonizó una de las mayores proezas de la Historia de la Aviación tras aterrizar con una avioneta del modelo Arado Ar 90 en la misma Puerta de Brandenburgo esquivando los miles de proyectiles enemigos que rugieron contra ella. Consigo a bordo iba el mariscal Ritter Von Greim que tomó de las manos del propio Hitler el mando supremo de la Luftwaffe. Concluida la reunión, la aviadora Hanna Reitsch regresó con Von Greim a la Puerta de Brandenburgo y nuevamente emprendieron el vuelo siendo perseguidos por el fuego enemigo del que milagrosamente escaparon ilesos. Mientras eso sucedía, en la Cancillería Hitler condecoró a los cuatro últimos combatientes del Eje, concretamente tres voluntarios franceses y el español Miguel Ezquerra.
Caída la noche, tuvo lugar un suceso inusual bajo el búnker de la Cancillería cuando Hitler y Eva Braun contrajeron matrimonio. La modesta ceremonia civil y el intercambio de anillos que transcurrieron en poco más que diez minutos, estuvo presidida por el notario Walter Wagner y presenciada como testigos por Josef Goebbels y Martin Bormann. Nada más concluir el acto y salir al pasillo, la pareja recibió una lluvia de aplausos y felicitaciones por parte de oficiales, funcionarios y personal de búnker. A continuación, Hitler hizo llamar a su despacho a la secretaria Traudl Junge para dictar el testamento legado al pueblo alemán, el cual aseguraba no haber querido desencadenar la Segunda Guerra Mundial, señalando como máximos responsables a los judíos. También remarcó la importancia de la continuidad de Bormann en la secretaría del Partido Nacional Socialista y designó para sorpresa de todos al almirante Karl Doenitz como su sustituto y Jefe del Estado. Una vez redactado el documento y transmitido a todas las guarniciones militares de Alemania, todos se retiraron a dormir. Únicamente un grupo de miembros de las SS y soldados del perímetro defensivo adyacente, organizaron en las plantas superiores de la Cancillería una fiesta de alcohol y sexo con mujeres traídas de la calle que se prolongó entre orgías y borracheras hasta altas horas de la noche; todo un síntoma de que el final para todos ellos estaba ya muy cerca.
Domingo 29 de Abril de 1945
Desesperada era la situación del XII Ejército del general Walther Wenck en el Bosque de Halbe del 29 de Abril cuando la artillería y lanzacohetes Katyusha del Ejército Rojo machacaron las arboledas y la propia aldea de Halbe que redujeron a cenizas. Pronto todas las carreteras quedaron atestadas con decenas de vehículos en llamas y cadáveres o heridos en las cunetas, muchos de estos últimos tendidos en el suelo hasta morir aplastados por las cadenas de los tanques rusos. Tal era el pánico a quedar sepultado en el bosque, que tras el lanzamiento de 200.000 octavillas por parte de la aviación soviética, muchos defensores comenzaron a desertar, lo que forzó la intervención de las SS para evitarlo, derivando la situación en una serie de titoteos entre los mismos germanos, donde incluso mujeres combatientes fanáticas llegaron a disparar por la espalda a todo aquel hombre que emprender la huida.
Sentenciado el XII Ejército Alemán a su más completa destrucción en el Bosque de Halbe, Hitler comprendió que la Batalla de Berlín iba a perderse más pronto de lo esperado. Psicológicamente hundido por los acontecimientos, ese día también se enteró de que en Italia, su socio Benito Mussolini, había sido capturado por partisanos comunistas, ejecutado y su cadáver colgado públicamente de una gasolinera en Milán. Temiendo un destino similar, el Führer comenzó a estudiar cuál sería la mejor forma de suicidarse haciendo desaparecer su cuerpo y apremiando a sus mandos a hacer lo mismo. De hecho el general Hans Krebs solicitó un permiso que le fue concedido para abandonar el búnker y marchar a primera línea con la finalidad de poder morir combatiendo junto a sus hombres.
Increíblemente la mayor acción bélica que tuvo lugar durante la Batalla de Berlín la protagonizaron soldados franceses de la 33ª División SS de Granaderos “Charlemagne”. Ocurrió aquella misma mañana cuando una columna acorazada soviética fue emboscada y bloqueada en la Estación del U-Bahn por una barricada defendida por voluntarios galos, lo que obligó a los rusos a retroceder tomando la ruta de la Calle Wilhelmstrasse, donde sin ellos saberlo, se encontraban parapetados entre pisos y ventanas numerosos granaderos armados con anticarros Panzerfaust. Repentinamente los franceses se asomaron de sus escondites y vomitaron proyectiles cruzados contra los blindados que empezaron a arder uno a uno, al mismo tiempo que las tripulaciones que escapaban con vida eran acribilladas por armas cortas. Una vez pulverizada la columna al completo, los franceses apenas sin encajar bajas propias destruyeron un total de 128 tanques soviéticos, lo que constituyó el récord de mayor número de carros eliminados durante un sólo ataque en la Historia Militar de Francia.
La lucha por Berlín se fue acrecentando con el asalto del Ejército Rojo al Cuartel General de la Gestapo mediante varios batallones soviéticos apoyados por un bombardeo de artillería pesada, los cuales cargaron desde todas direcciones abriéndose paso entre las ruinas y oficinas hasta que finalmente los defensores se rindieron y los rusos tomaron el edificio a costa de muchas muertes. Mientras tanto entre el Parque del Tiergarten y el distrito de Kreuzberg, el VIII Ejército Blindado de Guardias comenzó a cruzar el Puente Postdamer usando una táctica innovadora: prendieron fuego a un tanque T-34 y lo lanzaron vacío contra las líneas enemigas. Los alemanes picaron el anzuelo creyendo que lo habían impactado con un proyectil, sin percatarse que detrás de la humareda una columna de blindados avanzaba hacia ellos, desatándose a continuación un cruento enfrentamiento que concluyó con la pérdida de numerosos T-34, aunque con la conquista soviética del Puente Postdamer.
Lunes 30 de Abril de 1945
A tan sólo 400 metros de distancia del Parlamento Alemán (Reichstag), uno de los principales objetivos de la Batalla de Berlín, el Ejército Rojo desencadenó el ataque la noche del 29 al 30 de Abril. Durante el primer asalto efectuado a los 6:00 horas de la madrugada los soldados fueron acribillados y masacrados a 50 metros de su punto de partida porque los alemanes se encontraban muy bien parapetados tras una serie de trincheras circundantes al complejo, así como en todos sus pisos, ventanas, jardines y la misma cúpula del tejado, además de situarse unos pocos francotiradores en la orilla opuesta del cauce de agua que atravesaba la Plaza de Königsplatz. Tampoco el segundo asalto cubierto por un bombardeo de 90 piezas de artillería fructiferó porque las tropas soviéticas fueron atrapadas en un fuego cruzado procedente del Teatro de la Ópera Kroll y las baterías emplazadas en el Búnker del Zoo que aniquilaron a dos batallones enteros, lo que forzó a los soviéticos a suspender más incursiones por el momento.
Simultáneamente en el Ministerio del Aire situado en la Calle Wilhelmstrasse, el edificio fue sometido a un duro bombardeo antes de producirse una carga con cientos de soldados rusos que fue repelida de forma sangrienta gracias a la determinación de sus defensores, entre los que se encontraban personal de la Luftwaffe, milicianos del “Volksturmm” y algunos extranjeros de las Waffen-SS. Igual resultado obtuvieron los soviéticos tras ser rechazados tanto en la Calle Vosstrasse como en la Iglesia de la Conmemoración “Kufürstendamm”, así como en el asalto protagonizado por el III Ejército de Choque y el VIII Ejército Blindado de Guardias contra el Parque Tiergarten y la Plaza Pariser después de que los rusos fuesen masacrados por el fuego de artillería del Búnker del Zoo. Precisamente en esta última posición, un pequeño destacamento de soldados alemanes se infiltró en el Zoológico desbaratando las líneas enemigas y apoderándose del vital enclave del Acuario.
Hitler se despertó a media mañana de aquel 30 de Abril sabiendo que sería el último día de su vida. Temeroso tras la traición de las SS de que existiese una conspiración para dormirlo y entregarlo con vida a los Aliados, el Führer ordenó probar la efectividad de unas cápsulas de veneno con su perra Blondi. Tal y como era de esperar el animal falleció al instante, al igual que sus cuatro cachorros que fueron matados a tiros en el jardían de la Cancillería para impedir que cayesen en manos de los rusos. Mientras tanto en otra sala del búnker, Eva Braun también comenzó a decir adiós a sus amigos, regalando un abrigo de piel de zorro plateado a la secretaria Traudl Junge. Hitler por el contrario, decidió pasar sus últimas horas tranquilamente y relajado comiendo un plato de spaguetis en salsa, a sabiendas de que en los jardines exteriores sus hombres de confianza preparaban bidones de gasolina. Terminada la comida, el Führer hizo reunir en la sala principal a los generales Wilhelm Burgdorf y Hans Krebs, a Josef Goebbles y su esposa Magda, a Martin Bormann y a las secretarias Junge y Gerda. Tanto él como Eva fueron despidiéndose de ellos uno por uno hasta retirarse a su dormitorio. Únicamente Magda Goebbels corrió hasta la puerta de su habitación para golpear la superficie y suplicar que buscase otra solución que no fuese la muerte. Sin embargo, de nada sirvió porque guardias de las SS la echaron del pasillo dejando a Hitler y a Eva en solitario. Curiosamente las últimas palabras que el Führer dejó por escrito fueron: “Yo mismo y mi esposa elegimos la muerte, para evitar la vergüenza de la destitución o la capitulación”.
A las 15:30 horas de la tarde del 30 de Abril de 1945, un disparo procedente del dormitorio del Führer, rompió el silencio del búnker bajo la Cancillería. Se trataba de Adolf Hitler, quién habiendo ingerido una cápsula venenosa de cianuro potásico, se acababa de pegar un tiro mortal en la sien con su pistola modelo Walter. Junto a él, Eva Braun yacía envenenada y sin vida en el sofá. Afectados por la macabra escena, los oficiales trasladaron los dos cuerpos hasta el jardín de la Cancillería, una operación nada fácil debido a que los proyectiles soviéticos caían constantemente removiendo la tierra, donde finalmente arrojaron los cadáveres a una fosa previamente excavada y les prendieron fuego utilizando una enorme cantidad de litros de gasolina. Acto seguido y mientras los restos del líder alemán se consumían entre las llamas, en el exterior Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs realizaron el último saludo nacionalsocialista en su honor. Así fue como Hitler, fundador del Tercer Reich y uno de los más directos responsables de la Segunda Guerra Mundial, desapareció para siempre.
Nuevamente al caer la noche, el Ejército Rojo protagonizó el último ataque hacia el Reichstag mediante un bombardeo previo de artillería y lanzacohetes Katyusha. Protegido el edificio por miembros de las SS, niños de las Juventudes Hitlerianas y marineros de la Kriegsmarine; las tropas y tanques soviéticos fueron recibidos por una lluvia de balas y proyectiles que causaron bajas muy elevadas entre los asaltantes y sus carros. Tuvo que ser un segundo grupo de soldados rusos que previamente habían ocupado la Plaza de Königsplatz y despejado las trincheras adyacentes, los primeros en infiltrarse por la planta baja del Reichstag. Una vez en el interior, fueron cogidos en fuego cruzado de todas direcciones que les provocó numerosas pérdidas, aunque poco a poco se abrieron paso a la segunda planta y los sótanos sin dejar de combatir. Tal fue la intensidad de la lucha que se produjo un enfrentamiento entre los mismos asientos de diputados del hemiciclo del Parlamento, e incluso en la misma tribuna donde Hitler pronunciaba acalorados discursos. Silenciada la última ametralladora entre la segunda y tercera planta, los soviéticos continuaron el ascenso al mismo tiempo que desde los boquetes del techo los alemanes les arrojaban granadas y artefactos explosivos. De hecho, cuando los soviéticos alcanzaron la azotea, todavía se produjo un contraataque suicida de unos SS rezagados que lógicamente fueron aniquilados, no sin antes sufrir los rusos incontables muertes. Finalmente a últimas horas de la madrugada y tras varias horas de sangrienta batalla, la bandera comunista de la hoz y el martillo fue izada simbólicamente sobre la cúpula del Reichstag.
Nada más tenerse noticias acerca de la caída del Reichstag, el general Hans Krebs abandonó la Cancillería con un salvoconducto que le fue concedido por el general soviético Vassili Chuikov. Escoltado por un grupo de soldados rusos hasta una casa al oeste del Aeropuerto de Tempelhoff, Krebs se entrevistó con Chuikov, informándole de que Hitler había muerto y de que Bormann y Goebbels eran los nuevos responsables al mando del Berlín. Como era lógico, Chuikov le explicó que Bormann y Goebbels no tenían ningún poder a sus ojos y que debían entregarse como criminales de guerra, además de procederse a la rendición de Berlín mediante una capitulación incondicional. A raíz de esta discusión y sin llegar a ningún acuerdo en claro, al menos se pactó un alto el fuego hasta las 10:15 horas de la mañana del día siguiente, con la amenaza por parte del ruso de que si los alemanes no mostraban bandera blanca antes de ese plazo, la capital sería arrasada hasta los cimientos.
Martes 1 de Mayo de 1945
A las 10:45 de la mañana del 1 de Mayo de 1915, solamente media hora después de expirar el plazo de alto el fuego, el Ejército Rojo reanudó el bombardeó sobre Berlín mediante piezas de artillería y lanzacohetes Katyusha que comenzaron a arrasar el centro ciudad. Prácticamente desmoralizados y sin esperanzas, muchas fueron los combatientes que comenzaron a rendirse como la Ciudadela de Spandau tras una cruenta batalla o los defensores del Parque del Tiergarten que se entregaron manos en alto al I Ejército Blindado de Guardias y el VIII Ejército de Guardias. También los artilleros del Búnker del Zoo abrieron negociaciones (aunque esto fue un farol para efectuar una salida durante la noche); mientras que las presos políticos comunistas encerrados en la Prisión de la Calle Prinz-Albrechtstrasse fueron liberados ésa misma mañana. Incluso los sótanos interiores del Reichstag que todavía resistían fueron definitivamente limpiados de enemigos con un saldo de 200 alemanes muertos y 500 heridos.
Más suerte tuvieron las fuerzas del Eje situadas a las afueras de Berlín como el IX Ejército Alemán del general Theodore Busse que abandonó el pueblo de Beelitz siendo acosado por las ametralladoras en vuelo rasante de los cazabombarderos Shturmovik Il-2 que se cobraron numerosas víctimas; aunque los alemanes milagrosamente recuperaron el control del pueblo Elsholz tras expulsar a los soviéticos gracias a la intervención de 4 tanques Panther, lo que abrió una vía directa de escape hacia la más segura orilla occidental del Río Elba. A partir de ese instante, tanto IX Ejército como el XII Ejército del general Walter Wenck unieron el grueso de sus efectivos y comenzaron la huída a contrarreloj; no sin dejar de ser perseguidos por las columnas acorazadas de T-34 que durante la retirada hicieron cientos de prisioneros alemanes y les destruyeron 3 tanques, 3 cañones y 28 vehículos.
Bien entrada la noche, el búnker bajo la Cancillería comenzó a ser abandonado por todos sus inquilinos entre los que se encontraban Martin Bormann, las secretarias Traudl Junge y Gerda Christian, numerosos oficiales y una escolta de soldados escandinavos compuesta por efectivos de las Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark”, así como un tanque alemán Tiger y un autopropulsado Stug. Inicialmente el grupo de fugitivos atravesó varias calles sin problemas e incluso el blindado Tiger eliminó de un fogonazo a todos los soldados soviéticos que custodiaban el Puente de Weidendammer. Sin embargo en cuanto comenzaron a cruzar la instalación, un destacamento soviético situado al otro lado de la Calle Ziegelstrasse les interceptó y disparó contra ellos. Primeramente el tanque Tiger fue destruido de un impacto, lo que forzó a los voluntarios escandinavos a realizar un ataque frontal con el autopropulsado Stug y un vehículo blindado Hanomag traído desde la reserva. Lamentablemente los asaltos fueron rechazados y el grupo tuvo que cambiar el rumbo hacia el distrito noroccidental, siendo alcanzado Martin Bormann durante el trayecto por un proyectil que acabó con su vida al instante. Apenas ninguno de los fugados consiguió sobrevivir, salvo unos pocos escandinavos y las secretarias Traudl y Gerda que lograron esquivar al Ejército Rojo y llegar a la periferia de la ciudad.
Alrededor de medianoche, la guarnición que defendía el Búnker del Zoo inició la evacuación tras haber negociado un farol con los mandos del Ejército Rojo, quienes impacientes esperaban la rendición. Tanto el personal de la Luftwaffe como numerosos niños y niñas de las Juventudes Hitlerianas consiguieron abandonar el castillo de hormigón y salir al exterior, librando una cruenta batalla a tiro de subfusil y lanzamiento de granadas entre el Puente Havel y el Barrio de Charlottenbrücke contra las vanguardias del XLVII Ejército Soviético. Por suerte y a pesar de las muchas bajas sufridas, la mayor parte de la guarnición logró traspasar las líneas enemigas y encaminarse hacia el oeste para alcanzar el Río Elba.
Miércoles 2 de mayo de 1945
A las 4:58 de la mañana del 2 de Mayo de 1945, Radio Berlín informó por primera vez a la capital de que Adolf Hitler había muerto. Mientras la noticia se difundía en toda Alemania, los generales Wilhelm Burgdorf y Hans Krebs se suicidaron de un tiro de pistola en la sien, justo antes de que el suboficial Rochus Misch, apagase las luces y abandonase el último el búnker de Hitler que quedó completamente vacío. Respecto a las secretarias Traudl Junge y Gerda Christien que se había fugado la noche anterior, al amanecer se ocultaron en los sótanos de un puesto de mando situado en la Calle Schönhauseralle. Nada más saberse que todos los allí presentes iban a rendirse, los oficiales se suicidaron de un balazo en la cabeza y los supervivientes salieron con los brazos en alto. Afortunadamente para las dos secretarias, tanto Traudl como Gerda se vistieron con uniformes y cascos alemanes para hacerse pasar como prisioneros y a continuación desviarse de la fila para escapar de Berlín rumbo hacia el Río Elba que controlaba el Ejército Estadounidense.
Una de las mayores tragedias ocurridas durante la Batalla de Berlín fue el incidente del Canal de Landwehr. Todo ocurrió cuando soldados escandinavos de los Regimientos SS de Granaderos Noruego y Danés “Norge” y “Danmark” colocaron equivocadamente una carga de demolición en una zona del metro situada muy cerca del muro de contención con el Río Spree. Nada más producirse la explosión y abrirse el boquete, toneladas de agua del canal irrumpieron en el interior justo en un momento en que las estaciones del subsuelo se hallaban atestadas de refugiados, heridos y soldados rusos y alemanes que en aquellos instantes se encontraban combatiendo en las alcantarillas. Miles de personas fueron arrolladas por el agua, mientras otras desesperadas se abalanzaban a empujones hacia las salidas. De nada sirvió porque la gigantesca ola se llevó a multitud de civiles y a cientos de pasajeros atrapados en los vagones de los túneles que perecieron ahogados. También decenas de tropas soviéticas y alemanas al ver lo que se les venía encima, tiraron las armas y echaron a correr hasta ser irremediablemente absorbidas por el río. De hecho la peor parte la sufrieron los heridos porque al estar inmóviles en sus camillas, tuvieron una muerte agónica comprobando como el nivel de agua subía hasta cubrirles totalmente el cuerpo. Aproximadamente en el accidente perdieron la vida unas 15.000 personas, la mayoría civiles berlineses, aunque también incontables soldados alemanes, soviéticos, noruegos y daneses.
La Cancillería, último gran objetivo del Ejército Rojo, fue asaltada por una enorme concentración de tropas soviéticas cubiertas por un potente bombardeo de artillería preliminar. Protegido el edificio por una mezcla de soldados alemanes y voluntarios franceses, noruegos, daneses, letones, españoles, tártaros y británicos de las Waffen-SS, los defensores rechazaron varios ataques del enemigo en las columnas románicas de la entrada. Solamente cuando un obús derribó de cuajo la puerta principal, los rusos irrumpieron en el interior abriéndose paso planta por planta, entablando a continuación una cruenta lucha en todas las oficinas, salas, sótanos y el tejado. Poco a poco la resistencia de los alemanes fue menguando y también la de los extranjeros. Por ejemplo la mayor parte de los franceses fueron aniquilados no sin antes haber agotado la última bala; letones y españoles protagonizaron una carga suicida calle abajo para ser posteriormente abatidos; el único británico presente destruyó un tanque T-34 segundos previos a su muerte; y daneses y noruegos cayeron peleando en el jardín trasero de la Cancillería donde se ubicaba el búnker vacío de Hitler. Una vez eliminada la oposición del Eje, Anna Nikulina, una guapa soldado rusa, tuvo el honor de ser la primera en izar la bandera soviética sobre la azotea de la Cancillería.
3 – 8 de Mayo de 1945
La mañana del 3 de Mayo de 1945, se produjo un episodio de tensión en la demarcación del Río Elba cuando las columnas de los IX y XII Ejércitos Alemanes que habían escapado de Berlín, cruzaron los puentes a la orilla opuesta para ser desarmados por las tropas del Ejército Estadounidense. No obstante, los norteamericanos solamente admitieron personal militar, impidiendo el paso a los civiles, lo que propició escenas dramáticas de pánico cuando miles de refugiados, a veces familias enteras, se arrojaron al agua para intentar alcanzar el otro lado a nado. Fue entonces cuando los soldados estadounidenses abrieron fuego y ametrallaron a decenas de personas en medio del cauce del río. Aquel suceso que terminó con la muerte de muchos inocentes, fue la tragedia final que dejó la Batalla de Berlín. Afortunadamente una orden de Washington en última instancia, autorizó la apertura de la frontera en el Río Elba, lo que facilitó la entrada en estampida de decenas de miles de refugiados.
Mientras tanto dentro de Berlín, la batalla proseguía en el centro ciudad entre el Ejército Rojo y unos miembros fanáticos de las SS y las Juventudes Hitlerianas. De hecho aquel mismo día 3, los soldados soviéticos entraron por primera vez en el búnker de Hitler, encontrando para su sorpresa los cuerpos de los generales Burgdorf y Krebs con un tiro en la cabeza, así como los de los seis hijos de la familia Goebbels sin vida, tendidos en sus camas como si estuviesen plácidamente durmiendo. De Hitler ni rastro, salvo un hoyo humeante con cenizas en el jardín trasero de la Cancillería.
Karl Doenitz, almirante de la Marina de Guerra Alemana (Kriegsmarine), ostentó el rango de nuevo Jefe del Estado tal y como Hitler había estipulado en su testamento. Aquel nombramiento de una figura tan poco significativa en el Tercer Reich que sorprendió a muchos y también a él mismo, fue un completo acierto porque su breve gestión al frente de la nación alemana sería inmejorable por varios motivos: primeramente porque abrió negociaciones con los Aliados consiguiendo un alto el fuego; y a continuación porque facilitó que millones de soldados y refugiados alemanes alcanzasen la orilla occidental del Río Elba controlada por Estados Unidos, poniéndose de este modo a salvo del Ejército Rojo.
Oficialmente el último bombardeo del Ejército Rojo sobre Berlín tuvo lugar el 7 de Mayo tras la caída de numerosos proyectiles sobre el centro ciudad. Al día siguiente, el 8 de Mayo de 1945, Alemania firmó con Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia el Tratado de Reims, por el cual el Tercer Reich anunciaba su capitulación incondicional en todos los frentes, incluyendo la propia Berlín, donde miles de combatientes mostraron banderas blancas y se rindieron en masa cediendo el control de la capital a las tropas soviéticas. Con este último acto, la Segunda Guerra Mundial en Europa había terminado.
Conclusión
La Batalla de Berlín constituyó el último gran enfrentamiento del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Arrasada la ciudad hasta los cimientos (tras haber recibido 7 millones de proyectiles y 6.500 incursiones aéreas) y cubierta por 22.000 cadáveres de civiles fallecidos, así como cuerpos sin vida de soldados de ambos bandos e incluso animales del Zoológico; la capital fue un espejismo de aquel Tercer Reich que debía haber durado “mil años” según palabras del propio Adolf Hitler, también sepultado bajo el polvo de aquellas mismas ruinas.
El Komintern sufrió 364.192 bajas (361.367 soviéticos y 2.825 polacos) entre 81.116 muertos y 280.251 heridos, además de un material destruido de 1.997 tanques, 2.108 piezas de artillería y 917 aviones derribados.
El Eje sufrió 770.000 bajas entre 70.000 muertos, 220.000 heridos y 480.000 prisioneros.
“V-E Day” o “Día de la Victoria” fue como bautizaron los Aliados a la victoria en la Batalla de Berlín y la simultánea rendición incondicional del Tercer Reich. Aquel suceso marcó el inicio del fin de la contienda en Europa tras la rendición de Croacia el 15 de Mayo; mientras que en el teatro de operaciones de Asia y el Océano Pacífico se tuvieron que lanzar dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki que forzaron al Japón a capitular el 2 de Septiembre de 1945, dando por concluida la Segunda Guerra Mundial tras un saldo de 80 millones de muertos.
Berlín sin duda alguna representó el capítulo final en la Historia de un Tercer Reich que en 1933 había fundado Adolf Hitler. La lucha a muerte por el “Espacio Vital del Este” o “Lebensraum” que debía culminar en la colonización de la Unión Soviética y en el triunfo del “Nuevo Orden” sobre el comunismo; terminó más bien de forma contraria con la destrucción de forma total y absoluta del nacionalisocialismo. A raíz de este episodio que incuestionablemente acabó en la más dolorosa derrota sufrida por Alemania y en un coste humano gigantesco para Rusia, constituyó el episodio más oscuro y triste de la Historia de Europa.
El diario se descubrió entre las ruinas en llamas de Berlín, totalmente arrasada por el choque de dos ejércitos poderosos y desesperados.No había ningún nombre escrito en la portada, pero entre todas las historias de privaciones y luchas, una revelaba el infierno de una guerra que se acercaba a su apocalíptico final. La autora, una joven alemana, describía cómo había sido violada por los soldados del Ejército Rojo, que avanzaba ávido de tomar la ciudad y de vengarse de los alemanes.
«Cierra los ojos, aprieta los dientes, no digas nada», garabateó la mujer, recordando cómo se había inducido al silencio para soportar la agresión. «Pero cuando la ropa interior cae rasgada y los dientes rechinan involuntariamente, la última prenda...Estoy paralizada. No siento asco, sino una completa frialdad.Es como si mi espalda estuviera helada. Estoy mareada, tengo frío en la nuca. Antes de marcharse extrae algo del bolsillo y lo lanza sobre la mesa sin decir palabra; aparta la silla y sale dando un portazo. Ha dejado un paquete de tabaco arrugado.Es la propina».
Ha habido que esperar hasta ahora, 60 años después de que se produjera la violación de esta mujer anónima, para que se conozca la verdadera dimensión de la campaña de violaciones perpetrada por el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. El escritor británico Antony Beevor, ex oficial del Ejército cuya reconstrucción de la batalla de Stalingrado se convirtió en un éxito de ventas, está a punto de publicar un libro sobre la caída de Berlín. Al buscar entre archivos soviéticos, cuyo acceso había estado vedado a los historiadores hasta hace poco, Beevor descubrió una tormenta de venganzas que le dejó «totalmente consternado».
Se cree que unos dos millones de mujeres fueron violadas, agredidas o asesinadas por los soldados del Ejército Rojo en su avance sobre Alemania, pero el libro de Beevor revelará horrores aún mayores. «Cuando el Ejército Rojo llegó a Berlín, los soldados ya consideraban a las mujeres una especie de botín carnal», afirma.«Creían que podían hacer lo que quisieran, ya que estaban liberando Europa».
En algunos casos las mujeres de una calle entera fueron violadas: abuelas, embarazadas, incluso mujeres que se encontraban en su lecho de muerte. Según el representante del Vaticano en Berlín, en octubre de 1945, seis meses después del final de la guerra, miles de mujeres permanecieron semanas escondidas en los tejados para eludir los saqueos y registros de los escuadrones del Ejército Rojo quienes, cuando se emborrachaban, avivaban su apetito sexual.
«Han violado a mujeres de entre 10 y 70 años, e incluso a algunas de hasta 75 años», aseguraba el representante del Vaticano. Beevor ha descubierto aspectos todavía más siniestros: los rusos violaron incluso a reclusas liberadas de los campos de concentración, mujeres esqueléticas, vestidas de harapos. «Esto echa por tierra la idea de que los soldados sólo utilizaron la violación como una forma de venganza contra los alemanes», afirma. Sus comentarios ya han provocado polémica. El embajador ruso en Londres ha acusado al escritor británico de «blasfemar» contra el pueblo ruso. «Es una injuria contra el pueblo que salvó al mundo del nazismo», ha declarado indignado esta semana Grigory Karasin.
Pero para comprender los hechos de la caída de Berlín, es necesario conocer lo ocurrido antes. En su avance hacia Stalingrado, los alemanes abrieron una brecha de destrucción a lo largo de Rusia, una de las mayores infamias registradas en los anales de la guerra.El 30 de marzo de 1941, en un discurso pronunciado ante 200 altos mandos del Ejército alemán, Hitler explicaba a grandes trazos que la Operación Barbarrosa, la ofensiva contra la Unión Soviética, sería totalmente distinta a las guerras anteriores. «Debemos olvidar la camaradería entre combatientes», decretó. «Los comunistas no son camaradas, ni antes ni después de la batalla. Esta es una guerra de aniquilación. Venceremos al enemigo, pero si no comprendemos esto tendremos que volver a luchar contra los comunistas dentro de 30 años».
A las tres de la madrugada del 22 de junio de 1941 se desató la mayor ofensiva militar de la Historia. Tres millones de soldados cruzaron un frente de casi 1.600 kilómetros. Había comenzado el conflicto que, según Hitler, sería «una guerra sin normas».A finales de ese año, cuatro millones de rusos habían muerto en combate y otros 3,5 millones habían sido hechos prisioneros.El 97% moriría.
En su avance, los alemanes hicieron desaparecer del mapa 7.000 aldeas rusas. Los hombres fueron asesinados por los Escuadrones de Acción de las SS; las mujeres a menudo eran violadas y enviadas a las fábricas alemanas a trabajar como esclavas o a campos de concentración o de exterminio. La mayoría de los niños eran ejecutados en cuanto llegaban a los campos de Treblinka, Sobibor, Belzec y, más tarde, Auschwitz-Birkenau.
En el campo de batalla, los soldados del Ejército Rojo no podían recurrir a la rendición. «No entendíamos cuando sacaban la bandera blanca en Francia, sabe, eso de rendirse», declaró un miembro de la SS de Das Reich durante los juicios celebrados tras la guerra. «En Rusia, cuando la gente se rendía simplemente les pasábamos por encima con los tanques». En la gran Leningrado, los nazis organizaron un asedio que se extendió durante 900 días, se cobró 1,5 millones de vidas y obligó a algunos ciudadanos a practicar el canibalismo. Con razón los rusos sentían un odio profundo hacia «el invasor fascista».
Y cuando la suerte de la batalla de Stalingrado cambió a favor del Ejército Rojo, que comenzó a avanzar, los rusos vivieron una verdadera pesadilla al pasar junto a casas destruidas, ciudades arrasadas y agujeros llenos de cadáveres. Esto avivó el afán de venganza, algo que Stalin fomentó de todas las formas posibles.
Los soldados del Ejército Rojo eran hombres duros mongoles, cosacos, tártaros y siberianos , no eran rusos occidentalizados de Leningrado o Moscú, hombres más moderados por influencia de la educación, o por su participación en el socialismo utópico del partido. De todos modos, las violaciones no fueron hechos generalizados desde el principio. Cuando entraron en territorio alemán, lo primero que los soldados decían era «Ur», es decir, reloj de pulsera. El saqueo o la destrucción de las posesiones de una burguesía que despreciaban eran para ellos prácticas legítimas.Pero pronto comenzaron a decir «Frau, Komma». Y durante el final apocalíptico del Tercer Reich, las mujeres y los niños tuvieron que pagar por los pecados de las SS, la Gestapo y los «einsaizgruppen», o escuadrones de la muerte.
TAMBIÉN MORIBUNDAS
En la aldea de Dahlem, recuerda una mujer, «los rusos se colocaron en fila delante de un grupo de mujeres. Ni siquiera se daban cuenta de que algunas estaban agonizando, porque habían ingerido veneno o sufrían hemorragias internas. Los soldados les abrían la boca a la fuerza y las obligaban a tomar bebidas alcohólicas».
Anna Seddig, una joven de Prusia oriental que intentaba escapar de la guerra encinta y con su hijo de un año, Siegfried, fue otra víctima de los rusos. «Una noche, cuando buscábamos un lugar para refugiarnos, nos topamos con un grupo de soldados. Nos iluminaron con una linterna. Uno me dijo: "Te vamos a llevar a un lugar donde podrás pasar la noche". Era un refugio antiaéreo. Ahí me violaron, uno tras otro. Era como si estuviera muerta, tenía calambres por todo el cuerpo. Sientes repugnancia, sólo sientes repugnancia. Éramos blancos legítimos para los rusos. No sé cuántos hombres había, 10, 15...».
Muchos han intentado ocultar lo ocurrido. Cornelius Ryan, autor de The Last Battle, donde narra la caída de Berlín, descubrió que tras publicarse el libro en 1966 algunos editores lo presionaron para que eliminara pasajes como el siguiente: «Mientras continuaba la batalla, se producía otra ofensiva salvaje. Era encarnizada, personal. Las hordas rusas que llegaban tras los disciplinados veteranos del frente exigían el derecho de los conquistadores: las mujeres de los conquistados». «Úrsula Roester dormía en el sótano de una casa de Zehlendorf junto con sus padres, sus hijas gemelas de seis años, y Bernard, su hijo de siete meses, cuando cuatro soldados rusos golpearon la puerta con la culata de sus fusiles». «Registraron el refugio. Un soldado ruso encontró un frasco de perfume francés. Lo destapó, lo olió y lo derramó sobre su uniforme. Otro encañonó a los padres e hijos de Úrsula y los encerró en el sótano. A continuación, los cuatro se turnaron para violarla».
«Al día siguiente, a eso de las seis de la mañana, Úrsula estaba amamantando a su bebé cuando otros dos soldados rusos entraron en el sótano». «Intentó escapar por la puerta con su bebé en brazos. Pero estaba muy débil. Uno de los rusos le quitó el bebé y lo colocó en su cochecito. El otro la miró y sonrió. Ambos la violaron...».
El legado de la campaña de violaciones del Ejército Rojo es imperecedero.Para los soldados vencidos de las divisiones nazis, así como para los industriales, los banqueros y los altos cargos del partido que se habían pavoneado durante el apogeo del régimen, la violación de sus mujeres era la máxima humillación. Hanna Gerlitz, esposa de un banquero de Berlín, fue violada por seis soldados rusos delante de su marido. «Cuando terminaron», recuerda, «dispararon sus fusiles al aire. Las otras personas que estaban en casa creían que me habían asesinado, hasta que les grité: "Estoy bien. Ya todo ha acabado"». Después tuve que consolar a mi esposo y ayudarlo a recobrar el valor. Lloraba como un niño».
El viaje hasta este infernal crisol de crueldad ha resultado traumático para Beevor, y le ha hecho pensar: «He llegado a la conclusión de que ante la falta de disciplina militar un hombre armado, deshumanizado tras dos o tres años de guerra, se convierte en la mayoría de los casos en un violador en potencia».
Mientras, Berlín sigue reconstruyéndose con su nueva imagen de ciudad europea y quienes sufrieron llegan al final de sus vidas.Las cicatrices de Alemania van desapareciendo. A los rusos les es más difícil olvidar. En cada punto de las estepas donde los alemanes borraron del mapa una aldea, ahora hay una campana.Aún tocan a la crueldad del hombre cuando el viento bate las tierras sobre las que los alemanes marcharon triunfalmente, las mismas por las que más tarde se replegaron en la ignominia.
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Muy bueno @Movius
Estoy leyendo bastante estos días sobre la segunda guerra mundial, porque no conozco la historia con suficiente profundidad como me gustaría y esto me viene de perlas
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Me interesan tus hilos, si me puedes mencionar para el próximo hilo.
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Pedazo de currada XD!!! apuntame compañero, me ha encantado!!!
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Gran hilo
Gracias shurs, os apunto
La Unidad SS Española “Ezquerra” fue enviada a finales de 1945 a combatir en la Batalla de Berlín con poco más de un centenar de españoles dirigidos por Miguel Ezquerra que mayoritariamente procedían de la Falange, la División Azul, la Organización “Todt”, la Guardia Civil o simplemente eran residentes en Alemania, así como algunos extranjeros que se adhirieron a los hispanos entre los que hubo diecisiete franceses, cuatro belgas valones y un suboficial letón. Oficialmente el primer bautismo de fuego tuvo lugar en la Plaza Mortiz cuando tras cruzar un puente que custodiaban los niños de las Juventudes Hitlerianas y atrincherarse los españoles de Ezquerra en un bloque de esqueletos de edificios (en donde curiosamente se encontraron otro voluntario hispano que se les unió), recibieron disparos por parte de las tropas del Ejército Rojo ocultas en una serie de barricadas al otro lado de la calle. Como cargar frontalmente era imposible, los cuatro belgas abrieron fuego de cobertura mientras Ezquerra y su grupo de hispanos flanquearon la calle avanzando de portal en portal (a punto estuvo de caer a un sótano en llamas y precisamente un trozo de metralla se incrustó en su pierna generándole una herida leve) hasta situarse en la espalda de la posición enemiga, instante en que sacaron sus armas anticarro Panzerfaust y destruyeron cuatro tanques soviéticos T-34. Gracias a esta maniobra los soldados rusos se acobardaron y los españoles, junto a una serie de refuerzos alemanes que acababan de presentarse en el lugar, reconquistaron la Plaza Moritz.
Recuperado Miguel Ezquerra de su herida en la pierna tras una breve estancia en un hospital de campaña improvisado en el Hotel Excelsior, a la mañana siguiente se unió al resto de tropas de la Unidad SS Española “Ezquerra” que se atrincheraban en el Hotel Kaiserhof. Sobre esta posición, los españoles de Ezquerra resistieron varias oleadas de soldados soviéticos con fuego de ametralladora, a los cuales pusieron en retirada pulverizando cinco tanques (tres de estos por el mismo servidor de Panzerfaust). Acto seguido, la Unidad SS Española “Ezquerra” al completo se movió hasta la cercana Plaza de Postdam, donde después de ocultarse tras los montones de escombros, dejaron pasar de largo a una columna de blindados enemigos, justo antes de que Ezquerra se levantara y con un Panzerfaust volase por los aire al primer carro que iba en cabeza. Inmediatamente el resto de españoles salió de sus escondites y aniquiló a toda la formación enemiga, destruyendo un total de quince tanques T-34 soviéticos.
Gracias a la increíble victoria táctica de Miguel Ezquerra en la Plaza de Postdam contra el Ejército Rojo, él mismo Adolf Hitler le ordenó desplazarse hacia el búnker situado bajo la Cancillería para condecorarle con la Cruz de Caballero. Según la conversación que mantuvieron ambos, el Führer le expresó: “Enterado del bravo comportamiento de su unidad, le he concedido a usted la Cruz de Caballero, y además la nacionalidad alemana”. Sorprendentemente, la respuesta de Miguel Ezquerra respecto a lo de la concesión de la nacionalidad germana fue: “Continuaré siendo español mientras viva”.
Convertido en el soldado español más galardonado de las Waffen-SS, Miguel Ezquerra regresó junto al resto de la Unidad SS Española “Ezquerra” que de nuevo defendió el Hotel Kaiserhof de una oleada de tropas soviéticas. Rechazado el asalto y tras limpiar algunos de los apartamentos adyacentes de enemigos, Ezquerra salvó la vida a una mujer alemana que un grupo de soldados rusos estaba intentando violar después de que abriera fuego contra ellos y los ahuyentara del piso. Acto seguido y una vez vuelta la tranquilidad en torno a la zona del Hotel Kaiserhof, Ezquerra se reunió con un general Hans Krebs, a quién acompañó a una entrevista con un general soviético que mostró bandera blanca para negociar la recogida de muertos y heridos.
El 30 de Abril de 1945 la Unidad SS Española “Ezquerra” protagonizó un asalto sobre la Plaza Wiilhelmplatz que terminó en fracaso porque las tropas soviéticas atrincheradas en la estación contigua abatieron a dos españoles y al suboficial letón, aunque durante la retirada hacia la Calle Friedrischsstrasse y el metro, Ezquerra cubrió la maniobra subido a un balcón desde el que mató con un subfusil a tres soldados rusos. Inmediatamente después de esconderse en la casa de un teniente coronel alemán con el que se dispuso a tomar la cena, un grupo de soviéticos irrumpió desde la planta baja, lo que obligó a Ezquerra a empuñar nuevamente su metralleta y acabar con varios de ellos. Una vez despejado el camino, Ezquerra montó en un sidecar para escapar hasta que justo antes de arrancar el motor, el conductor germano fue alcanzado por una bala, lo que le obligó a huir calle abajo junto a otro español que también resultó muerto de un disparo. Fue entonces cuando Ezquerra se refugió en la Cancillería y descendió hasta el búnker, donde se enteró que Hitler se había suicidado y además se cruzó con el Secretario General del Partido Nacionalsocialista, Martin Bormann, vestido de paisano para intentar sortear las patrullas rusas que vigilaban la capital (posteriormente fallecería en el intento). Así fue como sólo y sin saber a dónde ir, Ezquerra permaneció bebiendo licor en la Cancillería hasta que las tropas del Ejército Rojo entraron en el edificio y le hicieron prisionero.
Pero si justamente es al revés, se comenta siempre los crímenes de los alemanes y casi nunca los crímenes de los aliados y soviéticosEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Qué raro que siempre se comenten las violaciones del ejército rojo y no la de los alemanes en su avance hacia el Este ¿Fuentes de todo eso?
Testigos, diarios, etc... incluso algunos soldados fueron ahorcados por violación y pillaje, pero pocos
Las violaciones del ejército rojo en su avance a Berlín son más que conocidas pero las del ejército alemán en la operación Barbarroja no. En Ucrania tanto en el avance como en la retirada entre asesinatos, secuestros y violaciones dejaron el país como para volverlo a levantar. La gente se cree que todas las campañas fueron limpias como la de Francia y de eso nada pero bueno, viendo tus hilos y sabiendo quién eres es normal esa información sesgada.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Pero si justamente es al revés, se comenta siempre los crímenes de los alemanes y casi nunca los crímenes de los aliados y soviéticos
Testigos, diarios, etc... incluso algunos soldados fueron ahorcados por violación y pillaje, pero pocos
Viendo mis hilos y sabiendo quien soy?El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Las violaciones del ejército rojo en su avance a Berlín son más que conocidas pero las del ejército alemán en la operación Barbarroja no. En Ucrania tanto en el avance como en la retirada entre asesinatos, secuestros y violaciones dejaron el país como para volverlo a levantar. La gente se cree que todas las campañas fueron limpias como la de Francia y de eso nada pero bueno, viendo tus hilos y sabiendo quién eres es normal esa información sesgada.
Que pasa que si no voy detrás del discurso establecido mi información es sesgada
Como se nota que no te has molestado en ver mis otros hilos
Por ejemplo las SS Dirlewanger fueron unos hijos de la gran puta que hicieron brutalidades contra los civiles, especialmente en Polonia, Bielorrusia y Ucrania. Y lo puse en mi hilo de las SS
Pero vamos tu a lo tuyo
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.El fin de la guerra en Europa no, más bien el fin de Europa
Buen hilo shur
Exacto, Europa murió en 1945
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Mis dieces shur,muy buenos tus hilos.
Gracias shur
Hilo currado shur.
Siempre he pensado que aquella batalla fue la más épica de la guerra, sin mariscales de por medio y donde salió a la luz el verdadero honor de la Wehrmacht, sobre todo por Busse y Wenck.
Uno de los mayores beneficiarios de esa caída fue el IslamEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Para mi que murio con la caida del bloque comunista,en cierto modo era el contrapeso del mundo.
en la batalla de berlin prácticamente no quedaba nada oficial por asi decirlo. Todo eran mezclas de divisiones y nacionalidades luchando hasta el ultimo momentoEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Hilo currado shur.
Siempre he pensado que aquella batalla fue la más épica de la guerra, sin mariscales de por medio y donde salió a la luz el verdadero honor de la Wehrmacht, sobre todo por Busse y Wenck.
En un grupo de SS te podrías encontrar polacos, ucranianos, franceses... todos juntos por el mismo objetivo
Ademas muchísimos jóvenes de las juventudes hitlerianas que junto a los civiles reclutados hicieron patata y puré a los blindados soviéticos con los panzerfäust y los flak 88
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Iba a incluir en el op un spolier con la historia de ezquerra y los demás españoles, pero me saltaba el limite de caracteres. Mas adelante lo pondré en un mensaje aparte
Un tipo muy interesante Miguel Ezquerra. Una pena que gente así pase totalmente desapercibida.
te recomiendo este libroEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.Un tipo muy interesante Miguel Ezquerra. Una pena que gente así pase totalmente desapercibida.