La Unidad SS Española “Ezquerra” fue enviada a finales de 1945 a combatir en la Batalla de Berlín con poco más de un centenar de españoles dirigidos por Miguel Ezquerra que mayoritariamente procedían de la Falange, la División Azul, la Organización “Todt”, la Guardia Civil o simplemente eran residentes en Alemania, así como algunos extranjeros que se adhirieron a los hispanos entre los que hubo diecisiete franceses, cuatro belgas valones y un suboficial letón. Oficialmente el primer bautismo de fuego tuvo lugar en la Plaza Mortiz cuando tras cruzar un puente que custodiaban los niños de las Juventudes Hitlerianas y atrincherarse los españoles de Ezquerra en un bloque de esqueletos de edificios (en donde curiosamente se encontraron otro voluntario hispano que se les unió), recibieron disparos por parte de las tropas del Ejército Rojo ocultas en una serie de barricadas al otro lado de la calle. Como cargar frontalmente era imposible, los cuatro belgas abrieron fuego de cobertura mientras Ezquerra y su grupo de hispanos flanquearon la calle avanzando de portal en portal (a punto estuvo de caer a un sótano en llamas y precisamente un trozo de metralla se incrustó en su pierna generándole una herida leve) hasta situarse en la espalda de la posición enemiga, instante en que sacaron sus armas anticarro Panzerfaust y destruyeron cuatro tanques soviéticos T-34. Gracias a esta maniobra los soldados rusos se acobardaron y los españoles, junto a una serie de refuerzos alemanes que acababan de presentarse en el lugar, reconquistaron la Plaza Moritz.
Recuperado Miguel Ezquerra de su herida en la pierna tras una breve estancia en un hospital de campaña improvisado en el Hotel Excelsior, a la mañana siguiente se unió al resto de tropas de la Unidad SS Española “Ezquerra” que se atrincheraban en el Hotel Kaiserhof. Sobre esta posición, los españoles de Ezquerra resistieron varias oleadas de soldados soviéticos con fuego de ametralladora, a los cuales pusieron en retirada pulverizando cinco tanques (tres de estos por el mismo servidor de Panzerfaust). Acto seguido, la Unidad SS Española “Ezquerra” al completo se movió hasta la cercana Plaza de Postdam, donde después de ocultarse tras los montones de escombros, dejaron pasar de largo a una columna de blindados enemigos, justo antes de que Ezquerra se levantara y con un Panzerfaust volase por los aire al primer carro que iba en cabeza. Inmediatamente el resto de españoles salió de sus escondites y aniquiló a toda la formación enemiga, destruyendo un total de quince tanques T-34 soviéticos.
Gracias a la increíble victoria táctica de Miguel Ezquerra en la Plaza de Postdam contra el Ejército Rojo, él mismo Adolf Hitler le ordenó desplazarse hacia el búnker situado bajo la Cancillería para condecorarle con la Cruz de Caballero. Según la conversación que mantuvieron ambos, el Führer le expresó: “Enterado del bravo comportamiento de su unidad, le he concedido a usted la Cruz de Caballero, y además la nacionalidad alemana”. Sorprendentemente, la respuesta de Miguel Ezquerra respecto a lo de la concesión de la nacionalidad germana fue: “Continuaré siendo español mientras viva”.
Convertido en el soldado español más galardonado de las Waffen-SS, Miguel Ezquerra regresó junto al resto de la Unidad SS Española “Ezquerra” que de nuevo defendió el Hotel Kaiserhof de una oleada de tropas soviéticas. Rechazado el asalto y tras limpiar algunos de los apartamentos adyacentes de enemigos, Ezquerra salvó la vida a una mujer alemana que un grupo de soldados rusos estaba intentando violar después de que abriera fuego contra ellos y los ahuyentara del piso. Acto seguido y una vez vuelta la tranquilidad en torno a la zona del Hotel Kaiserhof, Ezquerra se reunió con un general Hans Krebs, a quién acompañó a una entrevista con un general soviético que mostró bandera blanca para negociar la recogida de muertos y heridos.
El 30 de Abril de 1945 la Unidad SS Española “Ezquerra” protagonizó un asalto sobre la Plaza Wiilhelmplatz que terminó en fracaso porque las tropas soviéticas atrincheradas en la estación contigua abatieron a dos españoles y al suboficial letón, aunque durante la retirada hacia la Calle Friedrischsstrasse y el metro, Ezquerra cubrió la maniobra subido a un balcón desde el que mató con un subfusil a tres soldados rusos. Inmediatamente después de esconderse en la casa de un teniente coronel alemán con el que se dispuso a tomar la cena, un grupo de soviéticos irrumpió desde la planta baja, lo que obligó a Ezquerra a empuñar nuevamente su metralleta y acabar con varios de ellos. Una vez despejado el camino, Ezquerra montó en un sidecar para escapar hasta que justo antes de arrancar el motor, el conductor germano fue alcanzado por una bala, lo que le obligó a huir calle abajo junto a otro español que también resultó muerto de un disparo. Fue entonces cuando Ezquerra se refugió en la Cancillería y descendió hasta el búnker, donde se enteró que Hitler se había suicidado y además se cruzó con el Secretario General del Partido Nacionalsocialista, Martin Bormann, vestido de paisano para intentar sortear las patrullas rusas que vigilaban la capital (posteriormente fallecería en el intento). Así fue como sólo y sin saber a dónde ir, Ezquerra permaneció bebiendo licor en la Cancillería hasta que las tropas del Ejército Rojo entraron en el edificio y le hicieron prisionero.