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Recuerdo el pene erecto de aquel anciano como si lo tuviese delante. El hombre estaba allí, en medio de mi jardín, vestido con un batín verde pistacho, abierto, sin nada debajo, dejando que el sol matutino regase con su brillo aquel prodigioso falo.
Era grueso, venoso, con el glande de color fucsia, reluciente y con una enorme gota de líquido preseminal sobresaliendo por su uretra, refractando a luz del sol y formando un hermoso juego de colores.
Me dirigí hacia él, rápido, abstraído, omnubilado y comencé a mamárselo, el viejo enloqueció de placer y con 6 fuertes movimientos de cadera, abriéndome la glotis con su miembro, eyaculó en mi garganta, una espesa y generosa cantidad de semen.
Fue el desayuno más delicioso que me brindaron jamás.
Iniciado por MaLDiTo
