cada especie un cielo distinto

en la Biblia, el paraíso es un lugar donde Adán y Eva no tienen otra cosa que hacer que fuck all day/ all night. La comida, la bebida, la naturaleza por entorno... todo asegurado. Pecan porque ella quiere que sean como Dios. Pero... si lo tenían todo... ¿ para qué coño querían ser como Dios?. Imagínate que quieres vaguear y gozar. Mucho tumbao y mucha gozadera. Ahí con la piña colada, el solecito, la tumbona, la titi al lado para foqui-foqui cuando apetezca... ¿ para qué desearías más?. Pues para que tu mente pudiera viajar a donde pertenece: el reino de las sombras. Una zona demoníaca en la que habitan los seres no contemplados. Aquellos que nunca llegaron a nacer: los trasgos y pesadillas que Dios no quiso mostrarnos.

la muerte tripula un cadáver. Y mientras lo hace trabaja como mente. La mente es la muerte tripulando un cansino cadáver. Pues es inerte y pesa. Resulta interesante que los cuerpos delgados, livianos, musculados y con cabeza grande tengan apetito de mundo. La densidad física reduce a la mente en la medida que la atrapa, seda, aletarga y confunde con los deseos de los placeres que la alejan del terror que tiene a vivir fuera de casa.

cada especie tiene un cielo distinto y los humanos nos dividimos en especies. El norteño quiere lugares para la guerra perpétua como travesura. Para la rabieta infantil prescribe conflictos épicos de calado mitológico convertidos en el pan nuestro de cada dia. Golpe y polvo son unidades de actos en el teatro de la vida. El norteño es el ateo perfecto que plantea la gloria más adecuada al parecerse a lo que el mundo es: caminante no hay camino... golpe a golpe, beso a beso.


el septentrional africano sólo formula dios con el payaso adorado por el moro, el árabe, el islámico. El cielo carece de lucha física pues la lucha ya ha acontecido en la Tierra. Y la unidad de vida en el delirio ya es exclusivamente sexual y gastronómica. Con hembras elefante o cerda, pies claros y desnudos cual en odaliscas sacadas de los excesos de las musas de los pilotos de helicópteros con Charlie.


el oriental y el cristiano se parecen en la asepsia abstracta. Sólo que nosotros inventamos el infinito al copiarlo de oriente para pasarlo a nuestros libros de cuentos y ellos buscan el cero absoluto como un rincón tan deseable que incluso cantan al oído de sus muertos para que no yerren en el camino a la deslocalización sin marcha atrás.


así que yo, en el nombre de los locos, me quedo con el absurdo de la irracionalidad, esperando que el complejo resuelva raíces aunque los bienes nunca lleguen en una regresión de aritmética tan dura, como excepcional sería el paisaje si en geometría se encarnase.