Iniciado por
_Ferraro_
Ayer abrir la relación con mi mujer se convirtió en un espectáculo grotesco cuando me topé con Celine, un completo desastre que había exagerado todo en su perfil de Tinder. No solo desprendía un olor nauseabundo, sino que su presencia física era una afrenta a mi intolerancia por la mediocridad.
Celine, claramente ajena al concepto de ejercitarse, no hizo más que reforzar mi desprecio con su charla interminable, la boca llena de comida que, honestamente, hubiera preferido no presenciar. No podía evitar pensar en cómo alguien podía descuidar su apariencia de una manera tan flagrante. Era como si estuviera compartiendo la mesa con la personificación del descuido y la falta de respeto por uno mismo.
Mi paciencia se desmoronaba ante cada minuto de esa cita infernal. Harto de la repulsiva presencia de Celine, inventé una excusa para escapar de ese circo. Subí a mi Ferrari, acelerando con furia, dejando atrás el espectáculo de desidia física y falta de modales.