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TheVVicht
El Barça: Un Club Estado y la Hipocresía del Régimen de Franco y del Gobierno Actual
En un país que se precie de ser serio y justo, el FC Barcelona estaría, sin lugar a dudas, descendido. No por su rendimiento deportivo, que más allá de altibajos es un tema en sí mismo, sino por el trato privilegiado y, por ende, injusto que ha recibido durante décadas tanto del régimen de Franco como del gobierno actual. La realidad es que el Barcelona, en lugar de ser un club común y corriente, se ha convertido en un monstruo con tentáculos que se extienden a los rincones más oscuros de la política y la economía de España. A lo largo de los años, el club catalán ha logrado mantenerse en una posición dominante gracias a una serie de favores, ayudas y maniobras completamente inaceptables para un país que se supone debe regirse por la ley, la transparencia y la igualdad.
Bajo el régimen franquista, el Barça no solo sobrevivió, sino que se benefició de una serie de ayudas y tratos preferenciales que, en la práctica, lo convirtieron en una especie de club “oficial” en Cataluña. El general Franco, siempre tan hábil para manipular los hilos del poder, entendió que el Barça podía ser utilizado como una herramienta política. Al otorgarle privilegios fiscales y un respaldo tácito, aseguraba que el club pudiera mantenerse económicamente solvente, lo que a su vez garantizaba su influencia en la región catalana y, en particular, su posicionamiento frente a los movimientos separatistas. Se puede decir que el Barça fue, de alguna forma, un “proyecto” del régimen, un instrumento de propaganda que, a cambio de favores, cedió a las exigencias del poder, cerrando los ojos ante el resto de los clubes y ante la verdadera competitividad deportiva.
La ayuda del franquismo fue clara: dinero público, exenciones fiscales, concesiones y una alianza tácita que le permitió al Barça vivir a la sombra del régimen, mientras muchos otros equipos luchaban en las condiciones más precarias. El club catalán no solo fue un símbolo de poder local, sino que también se convirtió en una especie de agente colaboracionista que permitió que el régimen tuviera un campo de apoyo en Cataluña, donde las tensiones separatistas siempre fueron una amenaza latente. Bajo esta sombría protección, el Barça pudo salir adelante, mientras otros equipos en el resto del país no recibieron tal trato y sucumbieron a la falta de recursos.
Pero la cosa no acaba ahí. El desmantelamiento de la dictadura franquista no significó la caída de los privilegios del Barça, sino todo lo contrario. Con la llegada de la democracia, lejos de desaparecer los favores, los gobiernos democráticos —y en particular, aquellos del Partido Socialista y del Partido Popular— continuaron protegiendo al Barça. A pesar de la gran cantidad de irregularidades fiscales y de gestión que ha sufrido el club a lo largo de los años, las autoridades políticas han mantenido su apoyo. Las exenciones fiscales siguen siendo un misterio, y el trato preferencial hacia el Barça en el ámbito institucional parece ser una constante. El club sigue gozando de una especie de inmunidad política, mientras la justicia permanece callada ante un cúmulo de irregularidades financieras y económicas que, en cualquier otro club, habrían sido motivo suficiente para abrir investigaciones a fondo.
Es indignante que en pleno siglo XXI, cuando la transparencia y la equidad deberían ser la norma, el Barça se siga beneficiando de favores y tratos que ninguna otra entidad deportiva en España podría siquiera soñar. Si el club estuviera realmente sujeto a las mismas leyes que el resto de los equipos, ya habría enfrentado serias sanciones, e incluso la posibilidad de su descenso por el manejo irresponsable de sus finanzas y por sus vínculos con figuras políticas que parecen estar por encima del bien y del mal.
El hecho de que el Barça siga siendo considerado una “institución” intocable no es solo una falta de respeto hacia los demás clubes, sino también una bofetada a la inteligencia de los aficionados y al pueblo español en general. En un país serio, el FC Barcelona debería haber sido sancionado duramente, con el descenso como una medida de última instancia. Sin embargo, aquí seguimos, observando cómo el club sigue campando a sus anchas, con un presidente que parece estar por encima de la ley, y con un gobierno que hace la vista gorda ante las irregularidades más escandalosas.
El apoyo que el Barça recibe del gobierno actual es, si cabe, aún más alarmante. No solo en lo deportivo, sino también en lo financiero y lo político. Las ayudas y los tratos preferenciales siguen siendo la norma, y la falta de acción en los casos de corrupción que han salpicado al club son la prueba evidente de que, en este país, los poderosos siguen manteniendo sus privilegios sin ningún tipo de control o rendición de cuentas.
Es hora de que el pueblo español se dé cuenta de esta triste realidad y exija que se ponga fin a este trato de favor. No se trata solo de un club de fútbol, sino de un símbolo de la corrupción y de la impunidad que corren por las venas de la política española. En un país realmente serio, el FC Barcelona, por su manejo irresponsable, por su apoyo implícito al régimen franquista y por su evidente trato preferencial por parte de gobiernos sucesivos, ya estaría, como mínimo, fuera de la competición. Pero en esta España en la que el fútbol sigue siendo una pantalla en la que se esconden las miserias del poder, el Barça sigue siendo un club “intocable”. Y mientras eso siga siendo así, no hay esperanza para la justicia ni para el deporte en este país.