Ya no creo en Dios

Pos mu bien subnormal

Bastante que me alegro.

Normal, con lo cabrón que ha sido contigo.

Ayer me llamó mi hermana con el fin de sondearme sobre la posibilidad de hacerme cargo de su hijo. En un primer momento pensé que pretendía cargármelo a mí debido a la mala situación económica que tienen en casa, pero, tras interrogarla con vehemencia -hay que joderse, ya ni entre hermanos se puede bajar la guardia- accedió a revelarme cuál era la situación que tienen en casa.

Tal es el panorama: mi sobrino, que en breves alcanzará la mayoría de edad está pasando por una etapa destructiva que se manifiesta sobre todo en una incontinencia de violencia física y verbal dirigida hacia su entorno, concentrándose particularmente en el centro en que estudia su FP. Según mi hermana la semana pasada y como conclusión tras meses de liarla, le expulsaron del centro por agredir a uno de sus profesores. El chaval es inteligente y tiene nervio, empuje; pero creo que su entorno familiar no da más de sí para educarlo y hacer de él un hombre. Mi hermana está pluriempleada fregando escaleras ya de que de lo suyo no encuentra trabajo; el marido es un empresario de la construcción que, luego de haber dejado varios pufos y verse sumido en deudas está descargando con la priva y la mala vida. Tienen una hija en Londres, pero según mi hermana no quiere hacerse cargo de su hermano. La muy imbécil debe estar ocupada viviendo su buena vida de urbanita londinense multiculturalizada.

En casa a duras penas llegan a fin de mes, lo cual se traduce en constantes situaciones de estrés, discusiones y, en suma, un ambiente poco propicio para que un chaval de su edad encuentre su lugar en el mundo. Yo le entiendo y hasta me solidarizo con él; yo a su edad, aunque sin tantos paralelismos también era una oveja descarriada que tuvo que luchar por encontrar su camino. Para mi suerte por aquellos años aún había trabajo y basándome en él pude salir del pozo; pero es sabido que las cosas han cambiado: y con nulas expectativas laborales y un pésimo horizonte social y cultural en el país, veo difícil que el chaval por sí mismo puede hacer algo de su vida.

Mi hermana optó por acudir a mí, a sabiendas de que me encuentro en el extranjero porque en su red familiar nadie está dispuesto a hacerse cargo de un chaval díscolo y rebelde. Teme que acabe mal y creo que tiene fundados motivos para inquietarse: el nene parece que está empezando a coger los hábitos de su padre y no sale del bar.

Debo reconocer que me gustaría hacerme cargo de mi sobrino; siempre hemos tenido una buena relación basada más en la amistad que en el parentesco. Yo le miro y me doy cuenta de que está tatuado genéticamente por la misma letra de nuestra familia; es clavado a su su abuelo con la salvedad de la edad. Tengo 27 años y la suficiente experiencia para empezar a ejercer el papel de educador. El propósito es hacer de él un hombre; no ya enseñarle a conquistar su independencia económica sino a transmitirle conocimientos, experiencias y todo un bagaje genético del que, estoy seguro, sus dotes y su juventud pueden forjar un gran hombre.

Ahora bien, y no me sonrojo en reconocerlo, me frustra la idea de fracasar en el proyecto. No sé hasta qué punto su grado de madurez puede permitir una cómoda adaptación a mi estilo de vida. Y temo que si fracaso, al chaval le pueda ir peor.

¿Qué le podría yo ofrecer?

En primer lugar tendría que venirse conmigo a vivir a Alemania. Trataría de que conociera bien a fondo este país y parte de los adyacentes con el fin de que como comienzo, su horizonte mental se despejara. Sabrá cómo se mueve la vida en otras latitudes y su carga genética hará que su curiosidad aumente.

En segundo lugar trataría de hacerle entrar en razón e intentar que estudiara aquí. Si no fuera posible, me lo llevaría a trabajar conmigo y si todo saliera bien en pocos meses sabría lo que es ganar un buen dinero con sus correspondientes consecuencias de orden psicológico. Esto le hará madurar y apreciará la vida desde otra perspectiva.

En tercer lugar le daría una educación. Filosofía, política, Historia, matemáticas, psicología etc. Intentaría que se forjara un criterio propio. Le revelaría experiencias y detalles de la vida que aún no conoce pero que le prepararán para la misma. Con esto habré puesto las primeras piedras para que pueda tener, siempre dentro de su recién instaurado criterio, todas las posibilidades que un adulto necesita para su pleno desarrollo.

Esto es todo de momento.

Iluminadme con vuestra poca sabiduría.

A quien le importa tus no-creencias?

Arrodíllate, mortal, y te otorgaré mis dones de mago alfa