en tiempos de tecnología creciente, el domicilio o terruño sigue siendo el condicionante. El territorialismo. Los bancos necesitan domicilios para que puedas abrir cuentas. Y aún en el caso de que quieras hacerte un negocio digital moderno, sin cuenta poco puedes hacer. Incluso la banca digital requiere o de que tengas una cuenta convencional previa o de que justifiques de algún modo el espacio que habitas. Que si es un apartado postal no vale, un espacio de coworking hay que pagarlo y por tanto hay que tener cuenta, los amigos son relativos y trabajo social quiere procesarte en un piso para " tu seguridad" desde donde controlarte y, eventualmente, sacarte una paga para luego quitártela y ponerte listo de papeles para que se encarguen, una vez más por " tu seguridad" de tus años postreros.

Es decir: cualquier posible ventaja operativa por lo digital viene condicionada por un anclaje en lo analógico-terrenal-material-tangible-palpable. La gente que ahora es joven, tiene casa y padres no proyectistas ( buscadores de báculo de su vejez en los hijos) no saben lo que tienen.

Dado que el sistema está deliberadamente cerrado, el crimen y la marginalidad son los fomentos lógicos. Esos no requieren de domicilio. Y mucho menos fiscal.

Una sociedad kleistocrática ( del griego kleistos, " cerrado") es la consecuencia de los juguetes digitales del it y del bit. Pudiera parecer lo contrario ya que no somos de la era de las murallas medievales. Pero esos muros se han sustuido por otros. ¡ Pero que os voy a contar que no sepáis!. Vuestro camino de rosas no es muy diferente de nuestro camino de espinas.