El faro de la Yegua situado al suroeste de la isla de Ouessant, es uno de los lugares más peligrosos de la costa de Bretaña. Es tal la peligrosidad de sus aguas, que existen cinco faros marcados en la zona.
Mucho antes de su construcción, el 17 de Junio de 1896 más de 250 personas perecieron en estas temibles aguas. Fue el hundimiento del buque ingles Castillo de Drummond, en los acantilados, frente a la costa de Ousessant.
Durante algunos años fue una temeridad cruzar las aguas de una zona, que de acuerdo con su ubicación en el Atlántico, posee una gran influencia de grandes mareas. Incluso la atmósfera contiene un alto contenido de yodo, en valores muy altos, en parte por los fuertes vientos.
Con un presupuesto de 850.000 francos se inició la construcción de la torre octogonal en 1904; gracias al legado de un miembro de la Sociedad de Geografía de París, Charles Eugène Potron. Con seis meses de retraso de la fecha prevista, el faro con sus casi 48 metros de altura, fue iluminado el 15 de octubre de 1911.
En diciembre del año siguiente, el devanado del mal tiempo hizo que la torre de la yegua comenzara a moverse, se realizaron obras de consolidación, comenzó una campaña para fortalecer la base del faro con relativa poca eficacia, la dureza del mar y los medios lo hacían imposible. Pero no fue hasta 1934, cuando un ingeniero llamado Coyne, decidió envolver el edificio en el fondo, con tres cables de unos treinta metros de largo.
Théodore Malgorn fue uno de los últimos fareros en iluminar las peligrosas aguas de Ouessant. Encender, apagar y vigilar, un ritual interminable de este intrépido salvavidas en medio del océano de soledad. “Ser farero no es un oficio, es una forma de vida”.
“Cocinar, leer, ir reparando cosas del faro, cada cual tiene su manera de matar el tiempo”, según palabras de Malgorn. Un duro exilio que afortunadamente en la actualidad ya quedan muy pocos faros sin automatizar.
Pero la historia de Malgorn podría haber pasado sin pena ni gloria, como la de sus anteriores predecesores a no ser por dos coincidencias: una terrible tormenta y el fotógrafo Jean Guichard, gran amante de la fotografía de faros.
El 21 de Diciembre de 1989, una gran tormenta golpeaba la torre sin descanso durante varios días, Theodore Malgorn se encontraba en su interior. Intrigado por el sonido de un helicóptero, no dudó en abrir la puerta, sobrevolando el faro se encontraba Guichard y su equipo. Instantes después cerró la puerta ante la llegada de una fuerte ola.
Las ventanas fueron destruidas, la puerta central fue arrancada, incluso las balaustradas fueron dobladas. Realmente se esperaba lo peor, afortunadamente Malgorn protegido en un rincón consiguió salir ileso para ser rescatado.
Las instantáneas tomadas por el fotógrafo Guichard, le hicieron obtener el segundo premio de los World Press Photo del año. Escribió un libro sobre faros en 1992, titulado “Phares”, recibiendo numerosos premios. Obtuvo fama mundial en parte a su afortunado paso y acontecimiento del imponente Phare de la Jument. El faro fue automatizado en 1991.
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Más información y fotos en web de
Jean Guichard y en
Alpha Pix
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