Tema serio El trabajo INDUSTRIAL confiere ORGULLO, fortaleza.

Llevo ya unas semanas trabajando en el TEMPLO y sinceramente expresado añoro mi vida de obrero industrial. Que sí, que mucha alienación -en su sentido marxista-, que mucho aguantar compañeros bestias, que mucho mancharse en ocasiones pero aquello era vida, joder. Salia del curro generando cash sano como un profesional, qué digo profesional, como un HOMBRE. Cogia el BMW, ponía a Pink Floyd o Café Quijano, me fumaba by the way un porrito sano y desconectaba de todo. El TORO estaba suelto. Tenía las tardes libres y disfrutaba enormemente a costa de robarle horas al sueño. La vida de currito es una mierda: en eso consiste la esclavitud asalariada. Pero al menos te confiere un orgullo, una posición definida en el mundo con sus correspondientes intereses. Trabajar en un puto gimnasio es aún peor. Tengo que aguantar a cuerpoescombros, niñatos y en general todo tipo de fauna. Se liga y tal pero acabas hasta los cojones y no te da ese chute marxista de mala hostia. Lo bueno es que currando de portero me desfogo marcando territorio.


El trabajador de oficina es una especie cuyos instintos se atrofian a consecuencia de un entorno laboral cómodo y rutinario, carente de estímulos excitantes y donde el tiempo se consume entre cafés con chismes, conversaciones con compañeros cabrones y tener la espalda tensa frente al PC. Y encima las más de las veces es una ocupación mal pagada.

Por contra el trabajo industrial se desarrolla en un entorno rudo y viril donde la supervivencia exige forjar el carácter a base de decisiones enérgicas y una entrega constante. En la fábrica no hay lugar para looks de wannabe aburguesado. En la fábrica hay que meter la cabeza en tanques y mantener posturas que ponen diariamente a prueba las habilidades. Es un trabajo sucio y pesado pero que encuentra su recompensa en una generosa nomina y en el orgullo conferido por ejercer un trabajo de HOMBRE. De tipo duro. El puto De Niro. Porque sabes que después de pasar 10 horas tragando polvo todo te la suda. No hay nada lo suficientemente fuerte para tumbarte luego de haber acostumbrado al espíritu a los rigores del TRABAJO.

Es entonces cuando las horas que median entre el tiempo de recuperación de la fuerza de trabajo y el mismo son consumidas con un intenso frenesí aspirador de vida. Es la voluntad de poder la que late extendiendo sus dominios a lo que la mente ansía convertir en suyo.

Así es chavales. No es casualidad que entre compañeros de profesión abunden los pura sangre. Gente con COJONES que como yo llevan una barra preparada por si te vienen a tocar los cojones. Y es que en este mundillo hay qu lidiar con hijos de perra como pocos.

Resumen: economía industrial manda.

Se te ha olvidado poner lo de Los Tercios Viejos de Flandes.