venid y mirad la Santa Paciencia

Si pensáis que el racismo del español o del europeo es algo injustificable, contemplad en comedores y albergues la conducta de los moros, los negros y los rumanos. Ved como se cuelan por la puta cara en las colas. Ved como protestan porque el aceite de la comida no es de oliva o que le falta sal. Ved como tiran la comida por los suelos. Como insultan y se pelean con cualquiera a la primera de cambio.

La civilización nace cuando se separa del salvajismo. Si la civilización acepta al salvaje, el salvaje se la carga.

En un hormiguero las cigarras sólo entran muertas, a trozos y llevadas por las hormigas con las mandíbulas.

La naturaleza es clara.

Nos hacen pensar que somos unos privilegiados mientras que ellos, pobrecitos, no han tenido suerte. Pero nuestro privilegio es tener una paciencia y bondad infinita en comparación de lo que se estila en esos pueblos: fanáticos, violentos, salvajes, carentes de estructura y organización.

Huyen del caos de sus países y vienen buscando nuestra calidad de vida. Pero la calidad de vida tiene un precio. Santa Paciencia.



El deseo frustrado se transforma en imagen idealizada. La imagen idealizada es memoria de lo deseado y no logrado. Símbolo del proceso a idear para alcanzarlo. El proceso inteligente requiere de simbolización para la memorización y el tratamiento de los datos ( " depende de"). El salvaje no procesa otro dato que la distancia métrica para agredir. Eso no precisa de pensamiento simbólico alguno. Por eso los pueblos que progresan son los que subsumen su salvajismo en el simbolismo complejo que los depura del animalismo sin más.

El civilizado tiene una conexión con la naturaleza a modo de una re-conexión positiva y esperanzada. Debido a la herencia de ese quiebre místico epiléptico del neanderthal. El salvaje tiene un ansia de escape de lo natural que le condena.

Muy pocos salvajes en la indigencia usan la naturaleza para pernoctar. La inmensa mayoría de los indigentes que sí lo hacen, son españoles. Muchos de origen urbano.

El que está abajo sólo puede mirar hacia arriba. Es la condena de los primitivos. Por eso no tienen la Santa Paciencia. Un civilizado redimido por la naturaleza ya se siente de algún modo libre.

Sí