Entre sexo, monos y chupitos de crema de plátano. (Sueño extraño).

Estimada audiencia:

Hoy os voy a contar un sueño extraño que he tenido. Estábamos mis amigos de toda la vida y yo en el cuarto de mis padres en la casa de mi pueblo natal, más o menos natal porque yo nací en otra ciudad, pero llevo viviendo ahí toda mi vida, y resulta que estábamos hablando sobre sexo.

-Eh, chaval, el otro día probé algo nuevo en el SPA donde trabaja Lucía, mi novia.-dijo uno de ellos.

-¿Ah sí, y qué es?-dije yo.

-Pues mira, consiste en refregarse mutuamente contra el cuerpo de otro u otra estando desnudo hasta que te sientas correr, pero de manera muy discreta, intensa, y planificada.-dijo él.

El otro amigo estaba un tanto ausente exhorto en su conversación por WhatsApp, lo cual automáticamente lo excluía de la conversación de manera casi automática. Después, el otro amigo se fue y nos quedamos él y yo solos en la habitación de matrimonio de mis padres.

-Venga chaval, desnúdate, que te lo voy a enseñar.-dijo él.

-Es que esto parece una práctica un poco gay.-dije yo de manera pseudoefemística.

-No, para nada. Se está poniendo de moda. Esto es una práctica que se llama "sexo paratántrico" y que procede de Katmandú, capital de Nepal.

-Pues, vale, vamos a probarlo.-dije yo.

La práctica consistía en refregarse cada parte del cuerpo llevando a cabo una explosión de placeres descontrolados y extásicos. Finalmente, mi amigo se puso por detrás y, aunque aparentemente parecíamos estar teniendo sexo anal, en realidad, era sexo a pequeña distancia sin tocarnos porque con tan solo los gemidos se notaba la excitación.

-Joder, siento placer, pero no me sale nada.-dije yo.

-Grrrrrr, grrrrrrr, grrrrrr, grrrrrrrrrr, grrrrrrrr, grrrrrrrr, venga concéntrate maldito cabrón, grrrrrrrr grrrrrrrrrrrr grrrrrrrrrr grrrrrrrr grrrrrrrr grrrrrrr.-decía él.

-Bueno, chaval, ya se acabó, ¿qué tan bien te has corrido?-dijo él.

-No me sale...eh...espera...¿qué es esto?-dije yo.

Empezó a brotar un semen muy blanco y espeso similar a un yogur y no paraba de salir. Después, salió un poco de espuma y ya está.

-Venga, chaval, que ahora te toca a ti ser el repartidor lácteo.-dijo él.

Entonces miré el reloj y vi que eran las tres y cuarto de la madrugada y que mis padres aún no habían venido, pero que estarían al caer.

-Mierda, me temo que hay malas noticias. Mis padres deben estar al caer.-dije yo.

-Pues nada, habrá que ir yéndose. De todas maneras, me ha gustado mucho la experiencia contigo. Nos vemos.-dijo él.

Finalmente, se fue y me quedé yo solo en mi casa con mi gran muestra láctea. Al día siguiente, estaba en una clase extraña que casualmente tenía al lado un zoológico con el que podías interactuar con los animales, es decir, podías acariciarlos y cogerlos como si nada.

Pues bien, entré en esta clase y allí un hombre extraño sentado en primera fila me dijo lo siguiente:

-Venga, nene, siéntate, que va a empezar la clase.-dijo él.

-Sí claro, habrá que sentarse.-dije yo intentando continuar un diálogo un tanto forzado.

De repente, dos chavales empezaron a pegarse a la par que se reían. Acabamos riéndonos todos y admirando semejante combate a mano abierta con tortazos que sonaban como doce campanadas.

-¿Qué, chaval, te diviertes con semejante espectáculo?-dijo un desconocido.

-Sí, es entretenido.-dije yo.

-Pues ya está bien, ahora toca sentarse que va a venir el Robin Williams de la literatura.-dijo él.

Para empezar, no sé ni dónde estábamos porque parecía una universidad británica combinada con un colegio de primaria español. Después, acabaron las clases y estaba fuera del edificio hablando con otros alumnos.

-Eh, chaval, estamos en el zoológico. Aquí podemos hacer cientos de chorradas a nuestro placer.-dijo él.

-Sí. Interesante.-dije yo.

-Aún recuerdo el día que iba con mi novia y tuvimos un accidente con el coche. Nos fuimos directos a un lago y tuve que abrir las puertas de golpe y salir a la superficie. Un poco más y no lo contamos.-dijo él.

-Joder, qué interesante anécdota y qué morbo.

Después, nos fuimos a dar una vuelta por el zoológico.

-¡Hostia! Mira, un león escondido en esa estantería. Mira qué de pájaros tropicales y cuántos peces en aquellos acuarios.-dije yo.

-Eh, chaval, tengo una idea, vamos a ver lo que le hace un animal a otro animal al ponerlos juntos. Empieza tú.-me dijo a mí incitándome a ser el pionero de semejante experimento.

-Vale, cogeré aquel primate y lo pondré al lado de los periquitos.-dije yo.

Cogí un mono raro y lo puse al lado de los periquitos. Curiosamente, los periquitos desaparecían de la nada y el mono reaparecía en otro lugar como si se tratara de los errores o 'bugs' de un videojuego. Después, cogí al mono otra vez y lo metí al acuario. En esa ocasión desaparecieron los peces y el mono apareció en otro lugar diferente al de la primera vez. Nos detectaron por cámara y nos habían denunciado por maltrato animal. De repente, una de las abogadas del centro anunciaba la amenaza de denuncia por megafonía:

-Atención, atención. Han sido detectados en un crimen flagrante contra la vida animal. Se ha procedido a denunciarles. Serán detenidos y deberán declarar ante un Tribunal de Justicia.-decía ella con voz firme pero amenazante.

-¡Mierda, mierda! Que nos han pillado, salgamos de aquí, separémonos.-dije yo.

-Sí, tienes razón.-dijo el otro chaval raro.

Nos separamos y yo volví a mi casa donde había un bar abierto con gente dentro.

-Hola David, ¿no sabía que habías cogido tú este negocio?-dije yo.

-Hola chaval, sí, así es, ahora trabajo aquí, aunque esto no es ni una sombra de lo que fue. La verdad sea dicha.-dijo él.

-Ya ya, bueno, ya vendrán tiempos mejores.-dije yo.

-¿Qué te pongo? ¿Un chupito de crema de plátano?-dijo él.

-Es que yo no bebo, David, no pega.-dije yo.

-Venga, que no te ve nadie, truhán.-dijo él.

-No te preocupes, chaval, aquí nos protege la sombría amargura de nuestros recuerdos.-dijo él.

-Marchando ese plátano.-dije yo.

Nos tomamos los chupitos, pero recuerdo perfectamente que no tenía alcohol, pues era dulce y sabía a proteína de gimnasio. Después, vi un coche de la policía aparcado justamente delante de mi casa.

-¡Mierda, mierda! Ya están aquí, ya me han pillado.-dije yo todo alarmado.

Serían sobre las cuatro de la madrugada y aún no había amanecido con lo que no se veía mucho. Así que me fui a hurtadillas a mi casa y subí al comedor de la misma. Allí cada vez venían más coches de policía, pero, al parecer, no era yo su objetivo. Había unos hombres haciendo botellón con el coche aparcado en mitad del río seco que hay delante de mi casa y uno de los agentes de policía estaba intentando detenerlo. El hombre se subía por una especie de acantilado diminuto para entorpecer la labor del policía que lo perseguía hasta que al final el agente se sacó el táser y lo electrocutó dejándolo inmóvil en el suelo. Finalmente, lo detuvo y se lo llevó. Abandonaron el lugar.

Finalmente, me veo a mí mismo buscando al amigo que me incitó a hacer lo del zoológico y los animales saltando de techo en techo y yendo de barrio en barrio, pero no encontré a nadie hasta que al final, una conocida melodía me llama la atención y me desperté, pues era el despertador. Había llegado la hora de levantarse.

Y, bueno, ¿qué opinión os merece este sueño?

Un honorable saludo a todos los del foro y tened un buen día.

El Sabio de la Vida.