Iniciado por
Diggernick
Juan Ramón Jiménez empleaba, como es sabido, una ortografía propia, lo que personaliza aún más su obra y sus textos. La idea de simplificar la ortografía viene desde antiguo. La pretensión de escribir como se habla, de escribir con naturalidad proliferó en el Renacimiento, época en al que se quería suavizar y agilizar la prosa latinizante medieval dándole nuevos giros. Recordemos a Alfonso Valdés y a Santa Teresa de Jesús.
Ya en el siglo XX algunos escritores como Miguel de Unamuno escribían a veces “coger” con “j”, aunque no lo hacían sistemáticamente. Conocida y polémica fue la propuesta del escritor Gabriel García Márquez de simplificar el idioma español, proyecto que tuvo seguidores pero que no vio culminado su éxito ni su implantación final.
Juan Ramón Jiménez, como en todo, también le dio un tratamiento peculiar y original a su ortografía. Su interés por simplificarla obedece, más que a una preocupación por la Gramática, a un mayor cercamiento entre los fonemas y las grafías que lo representan porque defendía la idea de que había que escribir como se hablaba y, para ello, reducía las parejas de consonantes como “ns” a “s” (“La trasparencia, Dios, la trasparencia”), “pt” a “t” (en “setiembre”) omitía consonantes implosivas mudas como la “-h” en “oh” y simplificaba la dualidad “j/g” y “s/x” ajustándola a la realidad sonora del español hablado: “j” y “s”. Véanse estos rasgos en algunos fragmentos que se han incluido en el paseo literario:
Espresar con palabra lírica aquel espectáculo sobrecogedor de altura y lejanía, inmensamente acertadas... Aquel ofrecimiento amontonado de claridad tan lejana y tan cercana (...) aquel deseo mío de espresármelo ...
Hoy, cuando encuentro libros míos de colejio todos ilustrados al marjen por mi aburrimiento, se me renueva, ya explicada, aquella tristeza.