Esperando a San Pedro, el limbo entre primitivismo y criminalidad.

En el mundo primitivo cuenta el aquí y ahora: cruza el río o el fuego del bosque nos alcanzará, mata ese venado o nos moriremos de hambre. Y así sucesivamente. En civilización, las cosas son aminoradas, postergadas o incluso sustituidas. Es por eso que los primitivos no se adaptan bien. Pero el peor caso de inadaptación es el epsilon. Por la metáfora con Walden Dos. Aquel que es civilizado pero con epigenética primitiva. Ese tiene los límites del civilizado, pero las querencias del primitivo. Y las querencias del primitivo no le valen para sobrepasar los límites del civilizado. Ese es el criminal, por hedor o por limbo. Contra sociedad o contra él mismo. Rescatarles es una obligación moral. Lo malo es que no se dejan reciclar. Aquel que tiene un interior salvaje no es capaz de abandonar el anhelar su uso, o alguna forma de proyección de su uso, sobre el escenario que se le escapa. A lo peor se hace filopoeta. Y muere dia a dia entre sus aforismos.

Esa es una posible etiología suave de la indigencia. Y del absoluto apego contranatura rationalis de los locos egregios a su condición.