Iniciado por
Hakwon
Veamos
Víctima de un presunto acoso sexual cuestionada
Ana se dio cuenta cuando era una niña de que llevaba una vida muy diferente a las de sus compañeros cuando la sacaban de clase en las celebraciones de cumpleaños o cuando su familia le prohibía ver Harry Potter "porque la magia era satánica".
Ana: "Después de todo lo vivido, perdí la fe en la religión"
Nació dentro de los Testigos de Jehová y eso condicionó el círculo de amigos con los que se relacionaba. La gente joven de su congregación se transformó en su grupo. Uno de ellos, el hijo de unos amigos de sus padres, tenía 12 años más que ella. Ella denuncia que desde que era pequeña empezó a acosarla sexualmente. "Recuerdo una vez, cuando yo tenía cinco años y él unos 16, que me dijo: Dame un besito. Cuando le fui a dar un beso en la mejilla, él giró la cara y me dio un beso en la boca. Yo salí corriendo porque me avergoncé mucho, era un cría", explica.
"En otra ocasión, cuando tenía 10 años, él metió su mano dentro de mi camiseta para tocarme los pechos, mientras veíamos una película todos los niños juntos. Yo me levanté y me fui, no le dije nada por miedo. Me sentí muy sucia y vulnerable, pero dentro de los Testigos me habían educado en que estas cosas no se contaban", recuerda.
Su pesadilla se convirtió en un infierno conforme llegaba a la adolescencia: "Cuando cumplí los 14 años, el acoso fue en aumento. Una noche mentí a mis padres y salí de fiesta con una amiga y me líe con un amigo. El chico que me había estado acosando se enteró, después de espiar mis redes sociales, porque encontró una foto de esa noche en la que estaba con ese chico. No se me veía la cara, pero por mi ropa y el pelo me reconoció".
"Él, al enterarse, llamó al chaval con el que había estado y se hizo pasar por mi tío para amenazarle. Le dijo que o le contaba qué es lo que habíamos hecho o le denunciaría, porque yo por aquel entonces tenía 14 años y le había dicho al chico que tenía 16. Él se asustó y se lo contó todo", relata.
"Esa información fue suficiente para poder extorsionarme y amenazarme". Ana cuenta, entre lágrimas, como su acosador llegó a su casa para decirle que si no hacía con él lo mismo que había hecho con el otro chico, se lo contaría a sus padres y a los ancianos.
"Él tenía 26 años y yo tan solo 14. Tenía mucho miedo a que todos se enteraran, por lo que me habían enseñado dentro de los Testigos. Entonces acepté y él estuvo abusando de mí sexualmente sin penetración durante un año", cuenta entre lágrimas.
Según Ana, en el momento en el que hizo frente a su abusador para frenar la situación, él fue directo a casa de los padres de ella para contarles todo, "omitiendo la parte en la que había estado abusando de mí y extorsionándome", apunta. "Él se montó una película, dijo que habíamos estado juntos porque los dos estábamos enamorados, a pesar de que yo me sentía forzada y era una niña pequeña".
"Mis padres se enfadaron más conmigo que con él y pienso que nunca han llegado a creerme. Con el tiempo, decidí denunciarlo a los ancianos, pero me cuestionaron todo el rato", explica. El agresor de Ana fue expulsado por un tiempo, pero después de mostrar su arrepentimiento fue readmitido en la congregación, asegura ella.
Ana decidió dejar los Testigos con 16 años. Cuenta que como no estaba bautizada, no fue expulsada y siguió conviviendo con su familia unos años. "Después de todo lo vivido, perdí la fe en la religión. Mis padres me seguían obligando a acudir a las reuniones hasta que se cansaron, porque yo me rebelaba y me iba en medio de ellas". Durante esos años el clima familiar era "muy tenso y violento", lo que se intensificó cuando les contó a sus padres que era lesbiana.
"Me echaron de casa cuando tenía 21 años porque me vieron con una amiga viendo una peli en mi habitación y pensaron que estaba saliendo con ella. Mis padres me dejaron en la calle con un trabajo precario y sin preocuparse de si tenía un lugar al que ir", cuenta emocionada.
Su relación con sus padres ahora es casi nula y no ha vuelto a ver a sus abuelos desde que dejó la congregación. Ellos se niegan a verla. "Es muy duro que tus seres queridos no te acepten por ser quien eres y por pertenecer al mundo exterior", concluye.