Tema serio Mi confesión: lo que jamás he contado.

Página 1 de 5 12 ... ÚltimoÚltimo
  1. #1
    Animus Iocandi Avatar de edefakiel
    Registro
    12 may, 13
    Ubicación
    Caranecia de los olivares
    Mensajes
    14,594
    Me gusta (Dados)
    1105
    Me gusta (Recibidos)
    5886

    Mi confesión: lo que jamás he contado.

    Expuesto hace un año en Mediavida, os lo traigo, ahora que he vuelto, a vosotros. Insultado y vilipendiado fui por estas palabras; he aquí el episodio más lúgubre y terrible de mi existencia.




    Como bien saben algunos de entre los que me conocen, llevo lidiando mucho tiempo contra una serie de enfermedades que me han mantenido postrado y me han desposeído del control de mi propia vida. He perdido mucho peso; mi aspecto, si puede considerarse que alguna vez fuese bueno, ha empeorado hasta dar forma a un desconocido, cuya presencia en el espejo me infunde un pavor oscuro y me revuelve las entrañas.


    A menudo devuelvo tras ingerir la única comida que soy capaz de hacer en todo el día, o siento que me arde la piel; y los huesos, me abrasan. Recurrentes son los escalofríos que, como cuchillas trepan por mi espalda y me obligan a estremecerme del dolor y del asco cuando, acostado en la cama, observo durante largas horas mi techo, sin nada que hacer en todo el día.


    Intento dormir, mas no lo consigo. Pronto se ciernen sobre mí las pesadillas y los recuerdos; casi cada noche me veo obligado a ahogar mis gritos contra la almohada para no despertar a los que duermen, y para que no sospechen hasta qué punto me he visto arrastrado a los abismos de la pena y del remordimiento.


    Algunas veces paseo, vagabundeo por este pueblo en que me pudro, como el espíritu errante y maldito que, en efecto, soy. No me queda ya ningún amigo, nadie a quien dirigirle la palabra. Creen que estoy loco, ninguna otra razón de ser encuentran a mi estado; empero, no lo estoy, puesto que el tormento del loco siempre responde a una motivación intangible, y yo sé exactamente el porqué de mi sufrimiento, el origen de mi miseria: nueve años atrás, hice que se suicidara una chica.


    Su nombre era María Luisa, pero gustaba de ser llamada Luna. En nada tenía que envidiar en inocencia y blancura al astro, os lo aseguro; parecía que no existiera aquello capaz de alcanzarla, que fuese intocable, superior a todo lo humano. Cuando la conocí, acababa ella de cumplir los catorce años, uno menos de los que yo contaba.


    Acudíamos al mismo instituto, yo siempre me demoraba al atravesar aquellos corredores, ansioso de gozar de su contemplación, aunque fuera un único instante. Había escrito poemas en su honor mucho antes de saber cómo llamarla; y, en mi imaginación, siempre la hacía mía recitándoselos en un susurro al dar con ella a solas. Cuántas entelequias construí para nosotros, libre de pecado estaba el mundo que imaginé; de él, de aquel sueño, me prendé más que de cualquier otra cosa.


    Siempre me consideré especial, qué ridículos me resultan semejantes pensamientos ahora, sin embargo, convencido estaba entonces de la existencia de un destino que me encumbraría, que me alzaría hasta la misma altura en que estaba ella. Tan nítidamente creí ver aquel sendero invisible que perseguía, que logré recorrerlo hasta el final.


    Pablo había congregado a unos cuantos amigos en un parque cercano a su casa, él y yo nos habíamos conocido en la consulta de la psicóloga a la que acudíamos. Su problema no puedo mencionarlo sin sentir que lo traiciono, aunque hayan pasado muchos años ya desde la última que nos vimos; el mío, una actitud pendenciera, inclinada a la violencia, a los ataques de rabia.


    Había una cúpula formada con barras de acero oxidado en que se observaban los restos descascarillados de una capa de pintura azul y otra blanca, siempre lo recordaré; bajo ella, fuimos presentados Luna y yo. Todas mis pretensiones acerca de recitar poemas fueron tiradas por los suelos cuando descubrí que apenas era capaz de articular mi propio nombre, tan nervioso estaba. Sin embargo, dijo algo ella que excedía por mucho cualquier cosa que hubiera imaginado:


    -Te conozco, siempre te miro desde la ventanilla del coche cuando vas caminando hacia el instituto por las mañanas; y también al mediodía, cuando vuelves con la chaqueta en el hombro, como si fueses a visitar a tu novia.


    Torpemente, intenté explicarle que no tenía novia alguna, ella rio y miró hacia el suelo. Tuvieron que transcurrir los años para que, al mirar atrás, comprendiese lo que había ocurrido. En aquel momento sólo pensé: Sabe que existo.


    #40edefakiel:
    Como empezó a llover, aunque de manera muy tímida, nos refugiamos en un bar cercano. Luna y yo aguardamos en el recibidor mientras los más próximos a la adultez intentaban adquirir alguna bebida alcohólica. Me enteré de que ella y Pablo habían hablado por primera vez durante el cumpleaños de un conocido común: Quino. Yo observaba nuestro mutuo reflejo en el cristal, me asemejaba a un monstruo al compararme con ella, y me fijé en cómo, antes de dirigirse a mí, durante los dilatados silencios que corrían a veces entre nosotros, movía a veces los labios sin decir nada e inclinaba el rostro, como practicando las palabras que formularía.


    Desde el momento en que nos habían presentado, supe que aquella era la chica de la que tanto me había hablado mi amigo. También yo le había hablado de ella; aunque, al no serme conocido su nombre, jamás supo él que ambos suspirábamos por la misma muchacha. Seguro que hubo de sospecharlo, no obstante. Poca importancia le di en aquel momento, me resultó acaso un guiño del destino, parecía lógico esperar que cayeran todos rendidos ante ella. Tal era el sopor, el pesado éxtasis bajo el que me encontraba, que nada hubiera podido preocuparme.


    Debido a mi habitual desmaña, derribé un banco alto y negro; que, con insondable propósito, había arrastrado alguien hasta allí, y colmé así la paciencia del mesonero, quien nos expulsó de malas maneras. Antes de separarnos, tuvo ella la valentía de pedir mi número de teléfono, puesto me encontraba yo estúpidamente vacilante, al confiar en conseguirlo más adelante.
    Así estuvimos un tiempo: mandándonos mensajes para ponernos de acuerdo en descolgar el auricular cuando nos llamase el otro, nos avergonzaba la posibilidad de tener que tratar con algún intermediario. A veces hablábamos seis, siete horas seguidas. Me encerraba en el lavadero cuando ya se hacía de noche para que no me oyeran, y luchaba por no rendirme a las cabezadas que anunciaban el sueño que de mí se iba apoderando.


    En el instituto nos saltábamos las clases para encerrarnos en el cuarto de baño, allí seguíamos contándonos todo, éramos tan parecidos… ansiábamos tanto escapar de aquel sitio... Un día, sin embargo, pronunció las palabras que darían génesis a la podredumbre que guardo ahora dentro, y tanto me dañó con ellas que incluso ahora parece que me falta el aliento al recordarlas: Luna me contó que había sido violada.


    En la feria del pueblo en que vivía, al volver a casa, se había topado con su monitor de kárate apoyado en el coche que conducía, parecía estar esperando a alguien. Habían conversado un rato y él le había invitado a sentarse dentro, en los asientos de atrás, para que no cogiese frío. Narraba cómo empezó a manosearla, a desvestirla, y cómo ella no fue capaz de reaccionar para hacer que se detuviera. Al penetrarla, y ver cómo se le escapaban las lágrimas, aquel tipo se asustó tanto que la ayudó a recomponerse y la dejó ir precipitadamente.


    Entre sollozos me dijo que era la primera persona en saberlo, y me pedía perdón, me suplicaba que no le diera importancia, aseguraba que todo seguiría siendo igual, que cumpliríamos los sueños que tanto habíamos aguardado y en cuya persecución tanto nos había sido dado sufrir.
    Sin embargo, mis manos temblaban incontrolablemente, el mundo que había construido para nosotros había quedado desecho, mancillado. Cómo me torturaba ver hasta qué punto habían sido pisoteadas mis fantasías. Cómo la detestaba a ella, qué envidia le tenía a él. En mi imaginación, aquel hombre había bogado hacia el interior de Dios, había rebajado lo que yo más adoraba con un simple gesto, había poseído la belleza e, incapaz de apreciarla, insensible a ella, la había desecho irreversiblemente cuando alcanzaba su punto más álgido.


    Quise saber si había disfrutado, si gozó al verse domeñada, la tomé de los hombros y la levanté del suelo, donde estaba sentada, porque se negaba a responderme. Privada ya del halo que la rodeara, introduje mi mano en sus pantalones y la acaricié mientras no cesaba en su llanto.


    -Por favor, para. Por favor…


    Y, en efecto, me detuve. La miré sintiéndome destrozado, y me fui.

    #110edefakiel:
    A partir de aquí, intenté evitar a Luna un tiempo, rehusaba responder a sus mensajes o contestar a sus llamadas. Rara vez me topaba con ella por los pasillos, aunque alguna vez logré atisbarla entre la marabunta que se reunía diariamente en la cafetería. Algunos de mis compañeros se mostraban muy interesados en conocer los detalles de la situación, les ofrecía escuetas evasivas para no verme obligado a detallar las causas de nuestro distanciamiento y de mi mal humor, que estaba contribuyendo a ganarme una reputación de infame en el instituto.


    Una mañana, cuando me encontraba accediendo al recinto, sentí que alguien tocaba mi espalda; me giré para descubrir a Yolanda, una deformidad de niña que me traería problemas de otra índole en un futuro no muy distante, puesto era cleptómana, aunque aún yo no lo sabía. Fui interrogado acerca de la relación que mantenía con Luna, por lo que le contesté algo así como que era cosa del pasado, que sólo la quería para follar y que, como no se había dejado, me había buscado ya a otra.


    No recuerdo por qué motivo me quedé ahí parado en lugar de marcharme también yo cuando Yolanda se giró y desapareció. Mentiría si dijese que puedo rememorar con nitidez cómo alguien más me entretuvo con una conversación, aunque cabe la posibilidad de que así fuera, solamente sé decir que aún no había amanecido en plenitud, que se veía como a través de tinieblas azules y purpúreas, y que de aquella bruma surgió Luna para enfrentarme.


    -¿Es verdad lo que le has dicho a Yolanda?


    -Sí.


    -Repítemelo.


    Así lo hice, volví a pronunciar casi las mismas palabras y me adentré en el centro. Apresuradamente intentaba alcanzar el cuarto de baño cuando me topé con Jesús, el profesor de historia; quien, en un principio, quiso mandarme a clase, pero al ver mis ojos, que debían estar rojos, o mostrar afectación mediante alguna otra vía, me invitó a que me tomase unos minutos antes de entrar.


    -No es necesario- Dije. Avancé y tomé asiento.


    Luna me buscó en clase un día; en aquel momento, me dijo que le había bastado verme para saber que todo lo que le había espetado la vez anterior era falso.


    Quedamos en devolvernos los libros que nos habíamos prestado; ella me trajo mi Todo es Eventual, basura que consideraba interesante por aquel entonces, aunque hacía mucho que mi autor favorito era Nietzsche, tampoco había leído otra cosa, y no paraba de citarlo a todas horas de la forma más extemporánea posible, sobre todo para justificar las torturas a las que sometía a uno de mis compañeros de clase, que tenía serios problemas de salud cardíaca y al que, por este hecho, llamaba yo hombre de hojalata.


    A ella le devolví su libro celeste, ojalá aún lo conservara, era otra colección de relatos, de un autor español que, años más tarde, ganó un importante premio e incrementó considerablemente su popularidad. Uno de los relatos había sido inspirado por los ojos de Luna, ya que el escritor era viejo amigo de su madre, e iba a visitarla con cierta frecuencia.


    Durante el intercambio, ella me propuso que nos olvidásemos de todo y empezásemos de nuevo. Le dije que no aceptaba ese trato, que la quería en mi vida, pero sin olvidar nada, que debíamos mantener lo que había pasado como prueba de superaríamos siempre cualquier cosa.


    -No te habría podido seguir queriendo si hubieses dicho cualquier otra cosa. – Y me abrazó.

    #159edefakiel:
    Muchas fueron, por aquel entonces, las veces que intenté acercarme físicamente a Luna, derribar las barreras que se había construido. Mantuvimos recurrentes discusiones por esta causa, confieso que jamás logré comprenderla. A veces, por ejemplo, me decía:


    -Habla, habla sin parar, de lo que sea.


    Y, agarrándome de las quijadas, pegaba sus labios contra los míos, e inspiraba mi hálito, provocándome una mudez momentánea.


    -Te he robado la voz. - Decía entre risas.


    Sus ojos parecían anudados a mi boca, sus dedos rondaban con habitualidad mis cabellos, sus brazos apresaban mi cuello; sus piernas, fortísimas: mi cintura… Mas, al intentar adueñarme de ella, al querer hacerla mía y besarla como ansiaban desde hacía tanto mis entrañas, la respuesta era siempre la misma.


    Su rostro se colmaba de tristeza, sus manos descendían y, con las palabras quebradas, casi hechas murmullo, me pedía un poco más de paciencia. ¿Cómo iba yo a tenerla, si ya no encontraba en ella nada que fuera límpido ni sereno? Y, aunque la odiase, creo que también la amaba; o, al menos, pienso que me era imposible deshacerme de la visión que tuve de ella, de la adoración de quien ya jamás retornaría.


    Su cuerpo, su carne, su presencia… Todo aquello no era sino el envoltorio imperfecto de la divinidad que hubiera contemplado otrora. Necesitaba atravesarla, sumirme en ella, que se entregase a mí sin salvar de su ser ni un resquicio. Sólo así terminaría mi sufrimiento y podría redimirme, sólo así lograría quedar completo. Pero, si de ella quedaba un ápice que se salvara, que no fuera depositado en mi regazo, si de su existencia salvaba un único aliento, un milímetro de músculo o de piel, entonces, no me sería permitido transcender a lo mundano: quedaría atrapado en la suciedad de lo imperfecto.


    Para que lo que ella ya había entregado quedase en nada, debía rendirse a mí hasta que su cuerpo y su ser quedasen destrozados; y destruido quedase también yo en ella. Precisaba que ambos muriésemos en los brazos del otro, mas el desánimo se apoderaba de su rostro al oírme estas palabras; y de mí, la rabia al no verme correspondido.


    Hasta qué punto me desgarraban estas ideas, es difícil transmitirlo. Cuánto sufrí, hasta qué límite se ensució mi interior y me corrompí: yo; que, aunque quizás malvado, siempre había sido simple, como un niño; noté cómo arraigaba en mí una complejidad oscura, una profundidad torturadora, un asco que no conocía descanso.


    Casi cada vez que nos veíamos, terminábamos llorando o discutiendo a gritos.


    -¿Cómo voy a entregarme a ti si me haces infeliz?


    Y, al observar cómo se dirigía a cualquier otro, cómo existía al nivel de las demás personas, cómo hablaba con sus amigas, y daba muestras de quererlas o manifestaba apreciarlas, me colmaba yo de rabia y de angustia. No sólo había descendido a la tierra, sino que me había arrastrado con ella, me había hecho perder lo único que de mí estimaba.


    -Antes de conocerte, nunca pude querer a nadie. Me has curado. Cómo me alegro de haberte encontrado. Dios debe existir porque tú existes.


    Tales arrebatos tenía, semejantes cosas me confesaba. Cómo me repugnaba oír algo de esto. Sí, te has salvado, Luna, caminas ahora entre los mortales, tú, que eras el ángel de la eternidad predilecto. Y me has hecho sucumbir a mí, invisible soy ahora, puesto no existo más que en las profundidades del abismo, y me desprecio.


    A pesar de que meditaba estas cosas, seguía soportando el martirio. Cada vez más degradado y patético, cada vez más humillado: resistía, puesto que aún confiaba en su entrega, en la salvación que, muy pronto, habría de recompensarnos.


    #196edefakiel:
    Estaba dando un día una vuelta con Pablo por Dos Hermanas, donde vivo, cuando recibí una llamada de Luna. Nunca nos habíamos visto fuera del instituto, aunque muchas eran las ganas que ambos teníamos; y, sirviéndonos de nuestra añadida insistencia, la convencimos de que cogiese el tren: sólo dos estaciones nos separaban.


    Mientras aguardábamos su llegada, relaté a mi amigo aquella historia tan lastimosa que ella me hubiera confesado. Ambos nos reímos, también él opinaba que, al no resistirse ni denunciar, había expresado su consentimiento. En ningún momento le hice partícipe de la complejidad de mis emociones, sino que fingí un abierto desapego hacia ella, casi una sutil aversión, e incluso le animé a intentar algo cuando le pareciera propicio, puesto podía contar con que me apartase.


    Habiéndonos reunido ya, paseamos hasta dar con una pequeña plaza que, de mi casa, calle abajo, se encontraba muy próxima. Allí nos sentamos en un banco los tres, y fue al ver cómo entre ellos se hablaban, que escapó el odio que tan largamente había acumulado dentro.
    Se levantó Luna para beber en la fuente, alejada en un buen número de pasos, y dije yo, con tanta amargura como podía sostener mi voz de entonces:


    -Ten cuidadito, no te vayan a violar por el camino.


    Deberíais haber contemplado la tristeza de su rostro, el mohín de dolor y sorpresa que adquirió su expresión; a partir de este suceso, ya no sé imaginarla de otra forma. Y la risa de Pablo; que, simultáneamente, me traicionaba y evidenciaba la íntima profundidad de mi traición, sonó largamente en el silencio de aquel sitio solamente ocupado por nosotros.


    No protestó ella, apenas volvió a hablar durante la tarde, pero me observaba, me dirigía una mirada que era de expectación y de pena, y de nada más. Mucho anduvimos, fuimos a los cines y perdimos el rato en las recreativas, apenas intervino Luna, mas no se nos separaba.
    Cuando entró al baño, sin haber saciado mi dolor todavía, aproveché para persuadir a Pablo de que intentase avanzar con ella. Se mostraba él dubitativo, escaso fue el esfuerzo que hube de hacer para convencerlo de que actuase conforme a mis palabras.


    -Ve a comprarle un helado, seguro que la enternece ese gesto.


    Mientras seguía mi consejo, volvió ella. De pie, muy cerca de mí, aunque sin rozarme, mantenía la cabeza gacha. Sin mediar palabra, acaricié por encima de los vaqueros la hendidura entre sus nalgas. No se resistió, ni reaccionó de ninguna forma. Mientras hacía esto, observábamos la espalda de Pablo en la cola formada en la heladería.


    Finalmente regresó mi amigo; y, pese a que intentó inicialmente declinar ella el ofrecimiento que éste le hacía, acabó aceptándolo. No obstante, quiso regresar ya a la estación y despedirse de nuestra compañía. Por el camino, entramos en los cuartos de baño subterráneos del parking ubicado frente a la estación, descubrí su existencia aquel día; cobrará importancia este hecho, que aparenta ser nimio, un poco más adelante.


    Esperando a que llegase el tren a Utrera, fue a revisar los horarios Pablo, más adelante debería retornar también él, aunque por el andén contrario, a su hogar.


    -Llevo todo el día reprimiéndome las ganas de besarte. – Dije cuando nadie más podía escucharnos.


    -Lo sé.


    -Ven mañana.


    -Vale.


    #271edefakiel:
    Desde que nos hubiésemos vuelto tan cercanos, yo siempre había guardado fidelidad a Luna. Ella procuraba hacerme ver que era un sacrificio innecesario, que no necesitaba de mí nada, salvo que fuese yo mismo; mas, con golpes de pecho y gran teatralidad declamaba yo acerca de mi voluntad inquebrantable y de mi amor inexhaustible, que jamás sufriría menoscabo.


    Qué hipócrita fui.


    A Alicia la había conocido casualmente, no puedo recordar si hablamos por primera vez en la piscina o en el sótano de Pablo; era una cría algo atrayente, pero ridícula, siempre me irritaban sus maneras. Tenía, por ejemplo, los ojos marrones, y maquillaba uno de ellos con una lentilla de color azul. Tan ingenuos e imbéciles pensaba que éramos los demás, que fingía sufrir una enfermedad que había eliminado la melanina de uno de sus iris.


    -Entonces sería gris en lugar de azul- Espeté observando el marrón que claramente se dejaba entrever tras la coloreada lente. Habíamos quedado en el Parque de Los Príncipes, nos besamos y me arrepentí casi de inmediato, no habíamos vuelto a vernos desde entonces, pero aquel domingo en que esperaba al atardecer a Luna, había quedado ya con Alicia.


    No anulé ninguno de los planes, sino que calculé que Alicia cogiera el tren para marcharse justo antes de que llegara Luna en el suyo. Sin embargo, cuando se aproximaba la hora, llevado por el odio y la maldad, porque sólo puede ser maldad aquello que me movía, decidí llevarla a los baños subterráneos.


    Allí le supliqué que follásemos, podría decirse que me arrastré, que me humillé por ella, pese a lo indiferente que me resultaba, pese a la poca importancia que para mí tenía su carne. Qué lamentable y desgraciado fui, qué mentiras inventé para ablandarle el corazón. Conseguí finalmente que se desnudara, encerrados estábamos en el cubículo de los minusválidos, el suelo era de piedra porosa, yo estaba echado sobre ella, pero era incapaz de penetrarla.


    -Esto es ridículo- Sentenció tras mis penosos intentos.


    Nuevos niveles de súplica y degradación, de chantaje y de miseria hube de inventar para que me practicase una felación torpe y sucia, durante cuya ejecución no sentí nada, pero mi interior se regodeaba, aun con el asco. Al acabar, escupió mi semen en el suelo.


    Al mirar el teléfono, descubrí los mensajes y las llamadas que Luna había hecho.


    “¿Dónde estás?”


    Cuando llegué a la estación, ya se había marchado.


    Tardé algún tiempo en obtener el perdón de Luna. Todas las mañanas arrancaba alguna rosa por el camino y le añadía una nota, luego la dejaba en la puerta de su clase. Y sólo lo hacía por vileza, lo aseguro, aquellas acciones que volvieron a acercarla a mí, aquellos gestos que pudieran parecer inocentes y rebosantes de pureza, como comprar un caramelo y depositarlo disimuladamente en su capucha, eran en verdad el reflejo de mi pequeñez y mi podredumbre.


    Lo único que deseaba era traerla a Dos Hermanas una última vez, una última vez, y así lo hice, no cejé hasta conseguir arrastrarla conmigo.


    Estábamos los dos en el cuarto de baño subterráneo, había tomado su mano y la guardaba junto con la mía en el bolsillo de la chaqueta, así solíamos andar juntos. Señalé la mancha que había en el suelo y, al tiempo en que mi corazón latía apuñalándome el pecho y se me nublaba cada vez más la vista por la rojez de mi ira, expliqué:


    -¿Recuerdas que te hablé de Alicia? Ahí es donde escupió mi semen mientras tú me esperabas en la estación.


    La empujé a un lado y me marché de allí, dejándola sola.


    Jamás volví a verla, tanto es así que me resultó extraño. Empujado por mis delirios, me acercaba a sus compañeras inquiriendo saber cualquier cosa que pudieran comunicarme. Oí al principio que estaba enferma de mononucleosis, imaginaos mi estado cuando me enteré de que era aquella la llamada enfermedad del beso, por todo el instituto difundí rumores acerca de que era prostituta, de que practicaba felaciones en los baños, y de que participaba orgías por muy poco dinero.


    Mis compañeros no tardaron en confirmar la historia, y en presumir de que habían sido ellos sus mejores clientes. ¡Basura humana! ¡Inmundicia! Cuanto más les oía decir estas cosas, más dudaba de que no fuesen en verdad ciertas, y más odiaba a Luna por ello. Hasta tal punto crié estas mentiras, que me juré a mí mismo destrozarle las entrañas con un cuchillo cuando volviera.


    Pero no volvió.


    Escuché que se había ido al politécnico, muchas veces escapaba de clase para rondar aquel centro, acabé viviendo en la misma puerta durante casi un año, pero jamás la vi. Y la olvidé, la fui olvidando. Empero, ya no era capaz de querer a nadie, todas eran escoria cuando se me ocurría compararlas con ella, nunca me sentía ya vivo, sino que me faltaba un pedazo para estar completo.


    Empecé a beber muchísimo alcohol, juro que intentaba matarme, sin embargo, sólo lograba ir destrozando mi vida. Una noche estaba en la plaza dedicada a Vicente Aleixandre y le hablaba al busto, y lloraba bajo su vista, cuando tomé el teléfono y llamé a su casa.


    -¿Diga?


    -¿Está Luna?


    -¿Quién eres?


    -Un amigo.


    -¿Qué amigo?


    -Alberto…


    -Alberto, Luna se suicidó hace más de un año.


    Sé que jamás me lo habría contado de no haber oído mi nombre, había tanto rencor en la voz de aquella madre… Me asusté, tuve la certeza de que era conocedora de cada detalle. Durante muchos meses fui incapaz de gozar de un instante de calma, cada vez que sonaba el telefonillo, que recibía una carta, que vibraba mi móvil, que una mujer me observaba en la calle, sentía próximo mi castigo, que jamás se vio concretado.


    Luna se marchó sin redimirme, murió habiendo ensuciado su blancura. No conseguí que su níveo espíritu me limpiase, sino que llegué tarde, envuelto en los falsas promesas de salvación, y lo destruí, lo enmarañé hasta la perpetuidad del llanto. Siempre mantuve la pena de no haberla librado, de saber que se pudrió la carne sobre el hueso sin serme entregada a mí primero, de no haberme atrevido a buscarla para arrancarla de la tierra, a la que ella tanto temía, y repartirla a cambio por los bosques en que hubiera querido yacer.


    Sólo a ella la quise, jamás ha podido nadie opacarla. Y, si la hubiese conocido en el preciso instante, jamás se habrían desecho sus alas ni me habría oscurecido yo por apreciar su caída. Cómo me atormenta este lamento, aún sufro imaginando el mundo que nos construí, su mitad aún me falta.



  2. #2
    ForoBoniatos/ForoCebollas Avatar de battousai1300
    Registro
    25 abr, 15
    Mensajes
    59,238
    Me gusta (Dados)
    19164
    Me gusta (Recibidos)
    27802
    Santo dios...

  3. #3
    Tu forero favorito Avatar de zeromus44
    Registro
    31 jul, 15
    Ubicación
    Verde lima
    Mensajes
    23,320
    Me gusta (Dados)
    1980
    Me gusta (Recibidos)
    13489
    No me parece mal, pero eso a las 0:40 no me lo leo ni con mi familia amenazada de muerte.

  4. #4
    Animus Iocandi Avatar de edefakiel
    Registro
    12 may, 13
    Ubicación
    Caranecia de los olivares
    Mensajes
    14,594
    Me gusta (Dados)
    1105
    Me gusta (Recibidos)
    5886
    Cita Iniciado por battousai1300 Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    Santo dios...
    Sé que es imperdonablemente extenso, pero muchos de los que originalmente contra su extensión protestaban en el otro foro, prendados quedaron de la historia en cuanto terminaron los primeros párrafos.

  5. #5
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Harvey Keitel
    Registro
    29 ago, 17
    Mensajes
    1,113
    Me gusta (Dados)
    242
    Me gusta (Recibidos)
    256
    Prozac y diazepam y a correr, hoyga

  6. #6
    Humano y filantrópico Avatar de PadreJerome
    Registro
    04 nov, 14
    Ubicación
    Muro de las Lamentaciones
    Mensajes
    82,395
    Me gusta (Dados)
    60871
    Me gusta (Recibidos)
    37178
    Pillo Sirio con el buscador, enfoco y lo pongo en seguimiento ecuatorial hasta mañana.

  7. #7
    FlVnVGVn GvnG™ Avatar de Elvemon
    Registro
    25 feb, 14
    Ubicación
    Snazarie city/towerfields
    Mensajes
    28,991
    Me gusta (Dados)
    12942
    Me gusta (Recibidos)
    33079
    que nadie se va a leer ese tocho ni cotiza.

  8. #8
    ForoParalelo: Miembro Avatar de yopss
    Registro
    05 ene, 14
    Ubicación
    Barcelona
    Mensajes
    2,637
    Me gusta (Dados)
    958
    Me gusta (Recibidos)
    316
    Me espero a la pelicula

  9. #9
    Animus Iocandi Avatar de edefakiel
    Registro
    12 may, 13
    Ubicación
    Caranecia de los olivares
    Mensajes
    14,594
    Me gusta (Dados)
    1105
    Me gusta (Recibidos)
    5886
    Cita Iniciado por Elvemon Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    que nadie se va a leer ese tocho ni cotiza.
    Con que alguien escuche a Chopin, ya habrá merecido la pena.

  10. #10
    FlVnVGVn GvnG™ Avatar de Elvemon
    Registro
    25 feb, 14
    Ubicación
    Snazarie city/towerfields
    Mensajes
    28,991
    Me gusta (Dados)
    12942
    Me gusta (Recibidos)
    33079
    Cita Iniciado por edefakiel Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    Con que alguien escuche a Chopin, ya habrá merecido la pena.
    te quiero, abrazame hermano

  11. #11
    Can I Borrow A Feeling? Avatar de LatinQueen
    Registro
    29 may, 17
    Ubicación
    Springfield
    Mensajes
    28,987
    Me gusta (Dados)
    5258
    Me gusta (Recibidos)
    8185
    Joder shur... me he ido saltando bastantes párrafos pero JO-DER.

  12. #12
    ForoParalelo: Miembro Avatar de chochoni
    Registro
    25 ago, 17
    Mensajes
    6,719
    Copiar y pegar, copiar y pegar, copiar y pegar, parece entretenido, como hacer ganchillo y tejer jerseis de lana

    Una del derecho, dos del revés, una del derecho, dos del revés...

  13. #13
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Javicho
    Registro
    13 nov, 17
    Ubicación
    Donde Ceci
    Mensajes
    94
    Me gusta (Dados)
    4
    Me gusta (Recibidos)
    19
    Dios , puede sonar a gilipollez pero ... ya me has entristecido la noche. Espero que te recuperes de ello , ya que en su momento se hacen gilipolleces. No te diré que pienses en ello porque seguro que te has pasado años haciéndolo .... y la canción sublime

  14. #14
    Shurlelo 100% Avatar de @Javiuncensored
    Registro
    23 jul, 13
    Ubicación
    Foropalas
    Mensajes
    17,691
    Me gusta (Dados)
    2892
    Me gusta (Recibidos)
    4163

  15. #15
    Cazarrecompensas Avatar de Skull Chaser
    Registro
    27 oct, 17
    Mensajes
    630
    Me gusta (Dados)
    288
    Me gusta (Recibidos)
    193
    Cita Iniciado por edefakiel Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    Con que alguien escuche a Chopin, ya habrá merecido la pena.
    Precisamente venía yo a decir que te salvas por Chopin.


    Voy a editar porque me gusta pensar que ocurrió de verdad. @edefakiel tu estilo (tú, en realidad) siempre me pareció pretencioso, pero pasando eso por alto creo que es un bonito escrito.

    La muerte adolescente me parece muy romántica, como un recordatorio de lo que somos. Puedes sentirte halagado: no volveré a sentir esta pieza de música de la misma forma que hasta ahora.
    Última edición por Skull Chaser; 03/12/2017 a las 16:23

  16. #16
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Inf@me
    Registro
    04 nov, 16
    Mensajes
    6,686
    Me gusta (Dados)
    1139
    Me gusta (Recibidos)
    1637
    Se cuenta que Tales de Mileto, ocupado en la astronomía, y mirando hacia lo alto, cierta vez cayo en un pozo, y que una sirvienta de Tracia, de espíritu alegre y burlón, se rió diciendo que él, al afanarse por saber lo que veía en el cielo, se olvidaba de lo que tenía delante y a sus pies.

  17. #17
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Lafiera
    Registro
    10 sep, 17
    Ubicación
    Callefría.
    Mensajes
    1,617
    Me gusta (Dados)
    96
    Me gusta (Recibidos)
    163

  18. #18
    ForoParalelo: Miembro Avatar de unown_201
    Registro
    19 abr, 13
    Mensajes
    13,975
    Me gusta (Dados)
    3129
    Me gusta (Recibidos)
    2785
    me leo semejante tocho y no acabo hasta mañana por la mañana

  19. #19
    Membrillo Avatar de Infermo
    Registro
    03 jun, 13
    Ubicación
    Best forea
    Mensajes
    6,412
    Me gusta (Dados)
    3424
    Me gusta (Recibidos)
    1595
    Muy duro eso que cuentas, recuerdo que ya hablabas de ella hace unos años.

    Si bien tu actitud fue una gran ayuda para hacer lo que hizo, no creo que fuese la única razón por la que se quitó la vida.

    Es curioso lo crueles que podemos llegar a ser en ocasiones con las personas que más nos aprecian.

  20. #20
    Domador de Tricornios Avatar de TotallyNewServer
    Registro
    15 nov, 17
    Ubicación
    En una caja
    Mensajes
    856
    Me gusta (Dados)
    496
    Me gusta (Recibidos)
    111
    haber son las 2 de la madrugada y no soy de leer mucho jaja alguien me puede hacer un resumen

  21. #21
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Tercer Pereza
    Registro
    27 oct, 17
    Ubicación
    España
    Mensajes
    643
    Me gusta (Dados)
    25
    Me gusta (Recibidos)
    82
    Hiciste la maleta ay Sin decirme adios
    Ay que dolor Tu amor me abandono
    Ay que dolor Y solo me dejo
    Ay que dolor

    Por mas que me pregunto No encuentro la razon
    Ay que dolor Para dejarme asi
    Ay que dolor Sin una explicacion
    Ay que dolor


    Contigo todo lo tenia (Nada me faltaba)
    Contigo todo lo tenia (Ya no tengo nada)
    Perdido voy por este mundo
    Sin saber adonde
    Como un vagabundo

    Lolailo lailoailo…..

    Si alguna vez te viera Por la calle pasar
    Ay que dolor No lo quiero pensar
    Ay que dolor Que lo paso muy mal



    Ay que dolor

    Por mas que me pregunto No encuentro la razon
    Ay que dolor Para dejarme asi
    Ay que dolor Sin una explicacion
    Ay que dolor

  22. #22
    Siguiendo la linea recta Avatar de Puro
    Registro
    31 oct, 14
    Mensajes
    66,962
    Me gusta (Dados)
    5619
    Me gusta (Recibidos)
    11398
    Si me dieran un millón de € por leérmelo tampoco me lo leería.

  23. #23
    ForoParalelo: Perro Avatar de Scott pls
    Registro
    20 mar, 17
    Mensajes
    2,780
    Me gusta (Dados)
    1322
    Me gusta (Recibidos)
    686
    Cita Iniciado por edefakiel Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    Sé que es imperdonablemente extenso, pero muchos de los que originalmente contra su extensión protestaban en el otro foro, prendados quedaron de la historia en cuanto terminaron los primeros párrafos.
    Solamente los de mediavida pueden ser tan subnormales como para creerse esa historia.

    PD: Que tal si aprendes a redactar ya de paso para la próxima amigo, parece que lo escribió un chaval con sindrome de down con pretensión de Kafka

  24. #24
    Kapuyo Avatar de Dekkai
    Registro
    18 feb, 14
    Mensajes
    5,875
    Me gusta (Dados)
    2762
    Me gusta (Recibidos)
    1846
    Coño, no esta nada mal. Muy decadente todo.

  25. #25
    ForoParalelo: Miembro Avatar de ElTioPodrio
    Registro
    14 dic, 16
    Ubicación
    En mi Choza
    Mensajes
    13,244
    Me gusta (Dados)
    1946
    Me gusta (Recibidos)
    3449
    Cita Iniciado por edefakiel Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    Expuesto hace un año en Mediavida, os lo traigo, ahora que he vuelto, a vosotros. Insultado y vilipendiado fui por estas palabras; he aquí el episodio más lúgubre y terrible de mi existencia.




    Como bien saben algunos de entre los que me conocen, llevo lidiando mucho tiempo contra una serie de enfermedades que me han mantenido postrado y me han desposeído del control de mi propia vida. He perdido mucho peso; mi aspecto, si puede considerarse que alguna vez fuese bueno, ha empeorado hasta dar forma a un desconocido, cuya presencia en el espejo me infunde un pavor oscuro y me revuelve las entrañas.


    A menudo devuelvo tras ingerir la única comida que soy capaz de hacer en todo el día, o siento que me arde la piel; y los huesos, me abrasan. Recurrentes son los escalofríos que, como cuchillas trepan por mi espalda y me obligan a estremecerme del dolor y del asco cuando, acostado en la cama, observo durante largas horas mi techo, sin nada que hacer en todo el día.


    Intento dormir, mas no lo consigo. Pronto se ciernen sobre mí las pesadillas y los recuerdos; casi cada noche me veo obligado a ahogar mis gritos contra la almohada para no despertar a los que duermen, y para que no sospechen hasta qué punto me he visto arrastrado a los abismos de la pena y del remordimiento.


    Algunas veces paseo, vagabundeo por este pueblo en que me pudro, como el espíritu errante y maldito que, en efecto, soy. No me queda ya ningún amigo, nadie a quien dirigirle la palabra. Creen que estoy loco, ninguna otra razón de ser encuentran a mi estado; empero, no lo estoy, puesto que el tormento del loco siempre responde a una motivación intangible, y yo sé exactamente el porqué de mi sufrimiento, el origen de mi miseria: nueve años atrás, hice que se suicidara una chica.


    Su nombre era María Luisa, pero gustaba de ser llamada Luna. En nada tenía que envidiar en inocencia y blancura al astro, os lo aseguro; parecía que no existiera aquello capaz de alcanzarla, que fuese intocable, superior a todo lo humano. Cuando la conocí, acababa ella de cumplir los catorce años, uno menos de los que yo contaba.


    Acudíamos al mismo instituto, yo siempre me demoraba al atravesar aquellos corredores, ansioso de gozar de su contemplación, aunque fuera un único instante. Había escrito poemas en su honor mucho antes de saber cómo llamarla; y, en mi imaginación, siempre la hacía mía recitándoselos en un susurro al dar con ella a solas. Cuántas entelequias construí para nosotros, libre de pecado estaba el mundo que imaginé; de él, de aquel sueño, me prendé más que de cualquier otra cosa.


    Siempre me consideré especial, qué ridículos me resultan semejantes pensamientos ahora, sin embargo, convencido estaba entonces de la existencia de un destino que me encumbraría, que me alzaría hasta la misma altura en que estaba ella. Tan nítidamente creí ver aquel sendero invisible que perseguía, que logré recorrerlo hasta el final.


    Pablo había congregado a unos cuantos amigos en un parque cercano a su casa, él y yo nos habíamos conocido en la consulta de la psicóloga a la que acudíamos. Su problema no puedo mencionarlo sin sentir que lo traiciono, aunque hayan pasado muchos años ya desde la última que nos vimos; el mío, una actitud pendenciera, inclinada a la violencia, a los ataques de rabia.


    Había una cúpula formada con barras de acero oxidado en que se observaban los restos descascarillados de una capa de pintura azul y otra blanca, siempre lo recordaré; bajo ella, fuimos presentados Luna y yo. Todas mis pretensiones acerca de recitar poemas fueron tiradas por los suelos cuando descubrí que apenas era capaz de articular mi propio nombre, tan nervioso estaba. Sin embargo, dijo algo ella que excedía por mucho cualquier cosa que hubiera imaginado:


    -Te conozco, siempre te miro desde la ventanilla del coche cuando vas caminando hacia el instituto por las mañanas; y también al mediodía, cuando vuelves con la chaqueta en el hombro, como si fueses a visitar a tu novia.


    Torpemente, intenté explicarle que no tenía novia alguna, ella rio y miró hacia el suelo. Tuvieron que transcurrir los años para que, al mirar atrás, comprendiese lo que había ocurrido. En aquel momento sólo pensé: Sabe que existo.


    #40edefakiel:
    Como empezó a llover, aunque de manera muy tímida, nos refugiamos en un bar cercano. Luna y yo aguardamos en el recibidor mientras los más próximos a la adultez intentaban adquirir alguna bebida alcohólica. Me enteré de que ella y Pablo habían hablado por primera vez durante el cumpleaños de un conocido común: Quino. Yo observaba nuestro mutuo reflejo en el cristal, me asemejaba a un monstruo al compararme con ella, y me fijé en cómo, antes de dirigirse a mí, durante los dilatados silencios que corrían a veces entre nosotros, movía a veces los labios sin decir nada e inclinaba el rostro, como practicando las palabras que formularía.


    Desde el momento en que nos habían presentado, supe que aquella era la chica de la que tanto me había hablado mi amigo. También yo le había hablado de ella; aunque, al no serme conocido su nombre, jamás supo él que ambos suspirábamos por la misma muchacha. Seguro que hubo de sospecharlo, no obstante. Poca importancia le di en aquel momento, me resultó acaso un guiño del destino, parecía lógico esperar que cayeran todos rendidos ante ella. Tal era el sopor, el pesado éxtasis bajo el que me encontraba, que nada hubiera podido preocuparme.


    Debido a mi habitual desmaña, derribé un banco alto y negro; que, con insondable propósito, había arrastrado alguien hasta allí, y colmé así la paciencia del mesonero, quien nos expulsó de malas maneras. Antes de separarnos, tuvo ella la valentía de pedir mi número de teléfono, puesto me encontraba yo estúpidamente vacilante, al confiar en conseguirlo más adelante.
    Así estuvimos un tiempo: mandándonos mensajes para ponernos de acuerdo en descolgar el auricular cuando nos llamase el otro, nos avergonzaba la posibilidad de tener que tratar con algún intermediario. A veces hablábamos seis, siete horas seguidas. Me encerraba en el lavadero cuando ya se hacía de noche para que no me oyeran, y luchaba por no rendirme a las cabezadas que anunciaban el sueño que de mí se iba apoderando.


    En el instituto nos saltábamos las clases para encerrarnos en el cuarto de baño, allí seguíamos contándonos todo, éramos tan parecidos… ansiábamos tanto escapar de aquel sitio... Un día, sin embargo, pronunció las palabras que darían génesis a la podredumbre que guardo ahora dentro, y tanto me dañó con ellas que incluso ahora parece que me falta el aliento al recordarlas: Luna me contó que había sido violada.


    En la feria del pueblo en que vivía, al volver a casa, se había topado con su monitor de kárate apoyado en el coche que conducía, parecía estar esperando a alguien. Habían conversado un rato y él le había invitado a sentarse dentro, en los asientos de atrás, para que no cogiese frío. Narraba cómo empezó a manosearla, a desvestirla, y cómo ella no fue capaz de reaccionar para hacer que se detuviera. Al penetrarla, y ver cómo se le escapaban las lágrimas, aquel tipo se asustó tanto que la ayudó a recomponerse y la dejó ir precipitadamente.


    Entre sollozos me dijo que era la primera persona en saberlo, y me pedía perdón, me suplicaba que no le diera importancia, aseguraba que todo seguiría siendo igual, que cumpliríamos los sueños que tanto habíamos aguardado y en cuya persecución tanto nos había sido dado sufrir.
    Sin embargo, mis manos temblaban incontrolablemente, el mundo que había construido para nosotros había quedado desecho, mancillado. Cómo me torturaba ver hasta qué punto habían sido pisoteadas mis fantasías. Cómo la detestaba a ella, qué envidia le tenía a él. En mi imaginación, aquel hombre había bogado hacia el interior de Dios, había rebajado lo que yo más adoraba con un simple gesto, había poseído la belleza e, incapaz de apreciarla, insensible a ella, la había desecho irreversiblemente cuando alcanzaba su punto más álgido.


    Quise saber si había disfrutado, si gozó al verse domeñada, la tomé de los hombros y la levanté del suelo, donde estaba sentada, porque se negaba a responderme. Privada ya del halo que la rodeara, introduje mi mano en sus pantalones y la acaricié mientras no cesaba en su llanto.


    -Por favor, para. Por favor…


    Y, en efecto, me detuve. La miré sintiéndome destrozado, y me fui.

    #110edefakiel:
    A partir de aquí, intenté evitar a Luna un tiempo, rehusaba responder a sus mensajes o contestar a sus llamadas. Rara vez me topaba con ella por los pasillos, aunque alguna vez logré atisbarla entre la marabunta que se reunía diariamente en la cafetería. Algunos de mis compañeros se mostraban muy interesados en conocer los detalles de la situación, les ofrecía escuetas evasivas para no verme obligado a detallar las causas de nuestro distanciamiento y de mi mal humor, que estaba contribuyendo a ganarme una reputación de infame en el instituto.


    Una mañana, cuando me encontraba accediendo al recinto, sentí que alguien tocaba mi espalda; me giré para descubrir a Yolanda, una deformidad de niña que me traería problemas de otra índole en un futuro no muy distante, puesto era cleptómana, aunque aún yo no lo sabía. Fui interrogado acerca de la relación que mantenía con Luna, por lo que le contesté algo así como que era cosa del pasado, que sólo la quería para follar y que, como no se había dejado, me había buscado ya a otra.


    No recuerdo por qué motivo me quedé ahí parado en lugar de marcharme también yo cuando Yolanda se giró y desapareció. Mentiría si dijese que puedo rememorar con nitidez cómo alguien más me entretuvo con una conversación, aunque cabe la posibilidad de que así fuera, solamente sé decir que aún no había amanecido en plenitud, que se veía como a través de tinieblas azules y purpúreas, y que de aquella bruma surgió Luna para enfrentarme.


    -¿Es verdad lo que le has dicho a Yolanda?


    -Sí.


    -Repítemelo.


    Así lo hice, volví a pronunciar casi las mismas palabras y me adentré en el centro. Apresuradamente intentaba alcanzar el cuarto de baño cuando me topé con Jesús, el profesor de historia; quien, en un principio, quiso mandarme a clase, pero al ver mis ojos, que debían estar rojos, o mostrar afectación mediante alguna otra vía, me invitó a que me tomase unos minutos antes de entrar.


    -No es necesario- Dije. Avancé y tomé asiento.


    Luna me buscó en clase un día; en aquel momento, me dijo que le había bastado verme para saber que todo lo que le había espetado la vez anterior era falso.


    Quedamos en devolvernos los libros que nos habíamos prestado; ella me trajo mi Todo es Eventual, basura que consideraba interesante por aquel entonces, aunque hacía mucho que mi autor favorito era Nietzsche, tampoco había leído otra cosa, y no paraba de citarlo a todas horas de la forma más extemporánea posible, sobre todo para justificar las torturas a las que sometía a uno de mis compañeros de clase, que tenía serios problemas de salud cardíaca y al que, por este hecho, llamaba yo hombre de hojalata.


    A ella le devolví su libro celeste, ojalá aún lo conservara, era otra colección de relatos, de un autor español que, años más tarde, ganó un importante premio e incrementó considerablemente su popularidad. Uno de los relatos había sido inspirado por los ojos de Luna, ya que el escritor era viejo amigo de su madre, e iba a visitarla con cierta frecuencia.


    Durante el intercambio, ella me propuso que nos olvidásemos de todo y empezásemos de nuevo. Le dije que no aceptaba ese trato, que la quería en mi vida, pero sin olvidar nada, que debíamos mantener lo que había pasado como prueba de superaríamos siempre cualquier cosa.


    -No te habría podido seguir queriendo si hubieses dicho cualquier otra cosa. – Y me abrazó.

    #159edefakiel:
    Muchas fueron, por aquel entonces, las veces que intenté acercarme físicamente a Luna, derribar las barreras que se había construido. Mantuvimos recurrentes discusiones por esta causa, confieso que jamás logré comprenderla. A veces, por ejemplo, me decía:


    -Habla, habla sin parar, de lo que sea.


    Y, agarrándome de las quijadas, pegaba sus labios contra los míos, e inspiraba mi hálito, provocándome una mudez momentánea.


    -Te he robado la voz. - Decía entre risas.


    Sus ojos parecían anudados a mi boca, sus dedos rondaban con habitualidad mis cabellos, sus brazos apresaban mi cuello; sus piernas, fortísimas: mi cintura… Mas, al intentar adueñarme de ella, al querer hacerla mía y besarla como ansiaban desde hacía tanto mis entrañas, la respuesta era siempre la misma.


    Su rostro se colmaba de tristeza, sus manos descendían y, con las palabras quebradas, casi hechas murmullo, me pedía un poco más de paciencia. ¿Cómo iba yo a tenerla, si ya no encontraba en ella nada que fuera límpido ni sereno? Y, aunque la odiase, creo que también la amaba; o, al menos, pienso que me era imposible deshacerme de la visión que tuve de ella, de la adoración de quien ya jamás retornaría.


    Su cuerpo, su carne, su presencia… Todo aquello no era sino el envoltorio imperfecto de la divinidad que hubiera contemplado otrora. Necesitaba atravesarla, sumirme en ella, que se entregase a mí sin salvar de su ser ni un resquicio. Sólo así terminaría mi sufrimiento y podría redimirme, sólo así lograría quedar completo. Pero, si de ella quedaba un ápice que se salvara, que no fuera depositado en mi regazo, si de su existencia salvaba un único aliento, un milímetro de músculo o de piel, entonces, no me sería permitido transcender a lo mundano: quedaría atrapado en la suciedad de lo imperfecto.


    Para que lo que ella ya había entregado quedase en nada, debía rendirse a mí hasta que su cuerpo y su ser quedasen destrozados; y destruido quedase también yo en ella. Precisaba que ambos muriésemos en los brazos del otro, mas el desánimo se apoderaba de su rostro al oírme estas palabras; y de mí, la rabia al no verme correspondido.


    Hasta qué punto me desgarraban estas ideas, es difícil transmitirlo. Cuánto sufrí, hasta qué límite se ensució mi interior y me corrompí: yo; que, aunque quizás malvado, siempre había sido simple, como un niño; noté cómo arraigaba en mí una complejidad oscura, una profundidad torturadora, un asco que no conocía descanso.


    Casi cada vez que nos veíamos, terminábamos llorando o discutiendo a gritos.


    -¿Cómo voy a entregarme a ti si me haces infeliz?


    Y, al observar cómo se dirigía a cualquier otro, cómo existía al nivel de las demás personas, cómo hablaba con sus amigas, y daba muestras de quererlas o manifestaba apreciarlas, me colmaba yo de rabia y de angustia. No sólo había descendido a la tierra, sino que me había arrastrado con ella, me había hecho perder lo único que de mí estimaba.


    -Antes de conocerte, nunca pude querer a nadie. Me has curado. Cómo me alegro de haberte encontrado. Dios debe existir porque tú existes.


    Tales arrebatos tenía, semejantes cosas me confesaba. Cómo me repugnaba oír algo de esto. Sí, te has salvado, Luna, caminas ahora entre los mortales, tú, que eras el ángel de la eternidad predilecto. Y me has hecho sucumbir a mí, invisible soy ahora, puesto no existo más que en las profundidades del abismo, y me desprecio.


    A pesar de que meditaba estas cosas, seguía soportando el martirio. Cada vez más degradado y patético, cada vez más humillado: resistía, puesto que aún confiaba en su entrega, en la salvación que, muy pronto, habría de recompensarnos.


    #196edefakiel:
    Estaba dando un día una vuelta con Pablo por Dos Hermanas, donde vivo, cuando recibí una llamada de Luna. Nunca nos habíamos visto fuera del instituto, aunque muchas eran las ganas que ambos teníamos; y, sirviéndonos de nuestra añadida insistencia, la convencimos de que cogiese el tren: sólo dos estaciones nos separaban.


    Mientras aguardábamos su llegada, relaté a mi amigo aquella historia tan lastimosa que ella me hubiera confesado. Ambos nos reímos, también él opinaba que, al no resistirse ni denunciar, había expresado su consentimiento. En ningún momento le hice partícipe de la complejidad de mis emociones, sino que fingí un abierto desapego hacia ella, casi una sutil aversión, e incluso le animé a intentar algo cuando le pareciera propicio, puesto podía contar con que me apartase.


    Habiéndonos reunido ya, paseamos hasta dar con una pequeña plaza que, de mi casa, calle abajo, se encontraba muy próxima. Allí nos sentamos en un banco los tres, y fue al ver cómo entre ellos se hablaban, que escapó el odio que tan largamente había acumulado dentro.
    Se levantó Luna para beber en la fuente, alejada en un buen número de pasos, y dije yo, con tanta amargura como podía sostener mi voz de entonces:


    -Ten cuidadito, no te vayan a violar por el camino.


    Deberíais haber contemplado la tristeza de su rostro, el mohín de dolor y sorpresa que adquirió su expresión; a partir de este suceso, ya no sé imaginarla de otra forma. Y la risa de Pablo; que, simultáneamente, me traicionaba y evidenciaba la íntima profundidad de mi traición, sonó largamente en el silencio de aquel sitio solamente ocupado por nosotros.


    No protestó ella, apenas volvió a hablar durante la tarde, pero me observaba, me dirigía una mirada que era de expectación y de pena, y de nada más. Mucho anduvimos, fuimos a los cines y perdimos el rato en las recreativas, apenas intervino Luna, mas no se nos separaba.
    Cuando entró al baño, sin haber saciado mi dolor todavía, aproveché para persuadir a Pablo de que intentase avanzar con ella. Se mostraba él dubitativo, escaso fue el esfuerzo que hube de hacer para convencerlo de que actuase conforme a mis palabras.


    -Ve a comprarle un helado, seguro que la enternece ese gesto.


    Mientras seguía mi consejo, volvió ella. De pie, muy cerca de mí, aunque sin rozarme, mantenía la cabeza gacha. Sin mediar palabra, acaricié por encima de los vaqueros la hendidura entre sus nalgas. No se resistió, ni reaccionó de ninguna forma. Mientras hacía esto, observábamos la espalda de Pablo en la cola formada en la heladería.


    Finalmente regresó mi amigo; y, pese a que intentó inicialmente declinar ella el ofrecimiento que éste le hacía, acabó aceptándolo. No obstante, quiso regresar ya a la estación y despedirse de nuestra compañía. Por el camino, entramos en los cuartos de baño subterráneos del parking ubicado frente a la estación, descubrí su existencia aquel día; cobrará importancia este hecho, que aparenta ser nimio, un poco más adelante.


    Esperando a que llegase el tren a Utrera, fue a revisar los horarios Pablo, más adelante debería retornar también él, aunque por el andén contrario, a su hogar.


    -Llevo todo el día reprimiéndome las ganas de besarte. – Dije cuando nadie más podía escucharnos.


    -Lo sé.


    -Ven mañana.


    -Vale.


    #271edefakiel:
    Desde que nos hubiésemos vuelto tan cercanos, yo siempre había guardado fidelidad a Luna. Ella procuraba hacerme ver que era un sacrificio innecesario, que no necesitaba de mí nada, salvo que fuese yo mismo; mas, con golpes de pecho y gran teatralidad declamaba yo acerca de mi voluntad inquebrantable y de mi amor inexhaustible, que jamás sufriría menoscabo.


    Qué hipócrita fui.


    A Alicia la había conocido casualmente, no puedo recordar si hablamos por primera vez en la piscina o en el sótano de Pablo; era una cría algo atrayente, pero ridícula, siempre me irritaban sus maneras. Tenía, por ejemplo, los ojos marrones, y maquillaba uno de ellos con una lentilla de color azul. Tan ingenuos e imbéciles pensaba que éramos los demás, que fingía sufrir una enfermedad que había eliminado la melanina de uno de sus iris.


    -Entonces sería gris en lugar de azul- Espeté observando el marrón que claramente se dejaba entrever tras la coloreada lente. Habíamos quedado en el Parque de Los Príncipes, nos besamos y me arrepentí casi de inmediato, no habíamos vuelto a vernos desde entonces, pero aquel domingo en que esperaba al atardecer a Luna, había quedado ya con Alicia.


    No anulé ninguno de los planes, sino que calculé que Alicia cogiera el tren para marcharse justo antes de que llegara Luna en el suyo. Sin embargo, cuando se aproximaba la hora, llevado por el odio y la maldad, porque sólo puede ser maldad aquello que me movía, decidí llevarla a los baños subterráneos.


    Allí le supliqué que follásemos, podría decirse que me arrastré, que me humillé por ella, pese a lo indiferente que me resultaba, pese a la poca importancia que para mí tenía su carne. Qué lamentable y desgraciado fui, qué mentiras inventé para ablandarle el corazón. Conseguí finalmente que se desnudara, encerrados estábamos en el cubículo de los minusválidos, el suelo era de piedra porosa, yo estaba echado sobre ella, pero era incapaz de penetrarla.


    -Esto es ridículo- Sentenció tras mis penosos intentos.


    Nuevos niveles de súplica y degradación, de chantaje y de miseria hube de inventar para que me practicase una felación torpe y sucia, durante cuya ejecución no sentí nada, pero mi interior se regodeaba, aun con el asco. Al acabar, escupió mi semen en el suelo.


    Al mirar el teléfono, descubrí los mensajes y las llamadas que Luna había hecho.


    “¿Dónde estás?”


    Cuando llegué a la estación, ya se había marchado.


    Tardé algún tiempo en obtener el perdón de Luna. Todas las mañanas arrancaba alguna rosa por el camino y le añadía una nota, luego la dejaba en la puerta de su clase. Y sólo lo hacía por vileza, lo aseguro, aquellas acciones que volvieron a acercarla a mí, aquellos gestos que pudieran parecer inocentes y rebosantes de pureza, como comprar un caramelo y depositarlo disimuladamente en su capucha, eran en verdad el reflejo de mi pequeñez y mi podredumbre.


    Lo único que deseaba era traerla a Dos Hermanas una última vez, una última vez, y así lo hice, no cejé hasta conseguir arrastrarla conmigo.


    Estábamos los dos en el cuarto de baño subterráneo, había tomado su mano y la guardaba junto con la mía en el bolsillo de la chaqueta, así solíamos andar juntos. Señalé la mancha que había en el suelo y, al tiempo en que mi corazón latía apuñalándome el pecho y se me nublaba cada vez más la vista por la rojez de mi ira, expliqué:


    -¿Recuerdas que te hablé de Alicia? Ahí es donde escupió mi semen mientras tú me esperabas en la estación.


    La empujé a un lado y me marché de allí, dejándola sola.


    Jamás volví a verla, tanto es así que me resultó extraño. Empujado por mis delirios, me acercaba a sus compañeras inquiriendo saber cualquier cosa que pudieran comunicarme. Oí al principio que estaba enferma de mononucleosis, imaginaos mi estado cuando me enteré de que era aquella la llamada enfermedad del beso, por todo el instituto difundí rumores acerca de que era prostituta, de que practicaba felaciones en los baños, y de que participaba orgías por muy poco dinero.


    Mis compañeros no tardaron en confirmar la historia, y en presumir de que habían sido ellos sus mejores clientes. ¡Basura humana! ¡Inmundicia! Cuanto más les oía decir estas cosas, más dudaba de que no fuesen en verdad ciertas, y más odiaba a Luna por ello. Hasta tal punto crié estas mentiras, que me juré a mí mismo destrozarle las entrañas con un cuchillo cuando volviera.


    Pero no volvió.


    Escuché que se había ido al politécnico, muchas veces escapaba de clase para rondar aquel centro, acabé viviendo en la misma puerta durante casi un año, pero jamás la vi. Y la olvidé, la fui olvidando. Empero, ya no era capaz de querer a nadie, todas eran escoria cuando se me ocurría compararlas con ella, nunca me sentía ya vivo, sino que me faltaba un pedazo para estar completo.


    Empecé a beber muchísimo alcohol, juro que intentaba matarme, sin embargo, sólo lograba ir destrozando mi vida. Una noche estaba en la plaza dedicada a Vicente Aleixandre y le hablaba al busto, y lloraba bajo su vista, cuando tomé el teléfono y llamé a su casa.


    -¿Diga?


    -¿Está Luna?


    -¿Quién eres?


    -Un amigo.


    -¿Qué amigo?


    -Alberto…


    -Alberto, Luna se suicidó hace más de un año.


    Sé que jamás me lo habría contado de no haber oído mi nombre, había tanto rencor en la voz de aquella madre… Me asusté, tuve la certeza de que era conocedora de cada detalle. Durante muchos meses fui incapaz de gozar de un instante de calma, cada vez que sonaba el telefonillo, que recibía una carta, que vibraba mi móvil, que una mujer me observaba en la calle, sentía próximo mi castigo, que jamás se vio concretado.


    Luna se marchó sin redimirme, murió habiendo ensuciado su blancura. No conseguí que su níveo espíritu me limpiase, sino que llegué tarde, envuelto en los falsas promesas de salvación, y lo destruí, lo enmarañé hasta la perpetuidad del llanto. Siempre mantuve la pena de no haberla librado, de saber que se pudrió la carne sobre el hueso sin serme entregada a mí primero, de no haberme atrevido a buscarla para arrancarla de la tierra, a la que ella tanto temía, y repartirla a cambio por los bosques en que hubiera querido yacer.


    Sólo a ella la quise, jamás ha podido nadie opacarla. Y, si la hubiese conocido en el preciso instante, jamás se habrían desecho sus alas ni me habría oscurecido yo por apreciar su caída. Cómo me atormenta este lamento, aún sufro imaginando el mundo que nos construí, su mitad aún me falta.


    La tercera parte de EL QUIXOTE

  26. #26
    ForoParalelo: Miembro Avatar de The_Bavarian
    Registro
    27 dic, 16
    Mensajes
    22,725
    Me gusta (Dados)
    7
    Me gusta (Recibidos)
    3197
    fua chaval

  27. #27
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Drobot
    Registro
    02 dic, 14
    Mensajes
    889
    Me gusta (Dados)
    50
    Me gusta (Recibidos)
    211
    Didn't read

  28. #28
    ForoParalelo: Miembro Avatar de violacabrasmelladas
    Registro
    07 abr, 13
    Ubicación
    Barna
    Mensajes
    16,407
    Me gusta (Dados)
    2181
    Me gusta (Recibidos)
    3546
    Ya estamos con el panchito de mierda y sus historias troll

  29. #29
    Lidl PUTÍSIMOS GVNG Avatar de Viriato de Badajoz
    Registro
    14 may, 17
    Ubicación
    Badajoz
    Mensajes
    11,723
    Me gusta (Dados)
    3118
    Me gusta (Recibidos)
    4245
    Escribes bien, pero ess historia no se ls cree ni tu padre

  30. #30
    AutoBanned Avatar de gatomareao
    Registro
    05 may, 15
    Mensajes
    816
    Me gusta (Dados)
    127
    Me gusta (Recibidos)
    171
    de que película has sacado eso?

Página 1 de 5 12 ... ÚltimoÚltimo

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •