Hablando desde mi experiencia personal, os diré que una vez de vacaciones por Madrid, transitando por la Gran Vía, me vino un bajón de azúcar. Se me nubló la vista, me desvanecía y estuve a punto de perder pie y caer, hasta que eché mano de mi badajo de 23 cms con ambas manos.
Gracias a tan recio soporte, pude permanecer en pie mientras llegaba la ambulancia, sin duda alertada por alguno de los consternados transeuntes que con preocupación y asombro, observaban mi hazaña.
Solo recuerdo los aplausos de los allí presentes, las muestras de reconocimiento y el descarado sobeteo a mi enhiesto mandoble, por parte de alguna de las féminas que se aprovecharon de mi sobresaliente fisonomía entrepernil, pensando que estaba desvanecido.
Así que yo diría que puede que menos también sirva, pero está empíricamente demostrado que 23 cms. son suficientes para salvarte la vida.
Un saludo.