Esta fantasía precisa de elaborado y detalle en su carácter de seguridad, higiene y respeto combinados delicadamente con pasión visceral. Me explico:
Hay cosas que no puedo asimilar con facilidad y llegado el caso me desarman por completo. Me encantan los uniformes laborales y la combinación de organización servicial (humilde, incluso sucia en momentos, con desapego a lo estricto o protocolario) con atención cariñosa, atenta y cercana. En un mundo gris, monitorizado y algorítmico... algo así es difícil de asimilar en según qué momentos. Esto es compatible con el hecho de que por dificultades de comunicación (reconocidas por varias personas) encuentro en la entrega desinteresada una forma de poesía romántica (y muy derrotada mucho antes de cualquier conflicto o malentendido).
Aquí está el quid:
la complicidad madurada en microescenario sin permiso expreso.
No me refiero a la confesión compartida. Tampoco al secreto profesional confidencial. Es mucho más íntimo y complejo en su propio ecosistema. Como es difícil de describir, propongo humildemente un ejemplo ilustrativo:
Supongamos una novela hipotética jamás escrita por Julio Cortázar. Un escenario tan dulce, respetuoso, cariñoso (y al mismo tiempo tan irreal e intenso fuera de sus propios límites contextuales) que fuese producto de un elaborado, y al mismo tiempo algo perfectamente concebible por la mente humana más racional.
Ud. va a un establecimiento público porque precisa un servicio. Todo elemento en este proceso obedece a una necesidad nacida del contrato social más rentable y eficiente en términos de rendimiento y comodidad con
las expectativas de lo que se puede esperar sin escándalo o perjuicio de terceros.
Ahora, por favor... planteen cuidadosamente la posibilidad de que, pidiéndole a Ud. permiso para no incomodar, dos empleados/as/es le rogasen que fuese prudente,... porque no pueden aguantar mucho más y (conocedores ambos de sus mutuos chequeos serológicos en perfecta salubridad y negativo en toda detección) necesitasen besarse y pasarse mutuamente la boca por todas las partes de su cuerpo.
Por algún motivo (tal vez un automatismo desde la naturalidad de su instinto) asiente. A fin de cuentas, Ud. no participa y en realidad le es indiferente; incluso agradece el detalle de la pregunta. De modo que mientras se aleja (recordamos que está ahí por la necesidad y no por espectáculo), puede comprobar cada vez menos y por el sonido leve cómo dos personas se aman silenciosamente y sin mayor llamada de atención que sus excitaciones en escultural viviente desnudez, el rumor de sus besos y gemidos mutuos, y el sonido rutinario del resto de empleados y clientela... que ni siquiera parecen darle la menor importancia a lo que consideran un acto rutinario y necesario de lo más acostumbrado.
Ud. acude al Instituto a recoger a su menor estudiante inscrito en el mismo. El jefe de institución en este servicio le recibe encantado, y no para de compartir con Ud. las cosas bellísimas que su hijo/a/e ha hecho durante la jornada escolar. La alegría de saber que es capaz de llevar adelante una casa con ingresos, la salud de una manifestación de amor (nacida del encuentro de pasión y cariño entre dos personas en el seno de una comunidad saludable, responsable y empática) y la prodigalidad de elogios del tutor al cargo no pueden evitar generar una sensación inmensa de alegría y placer en su interior, con una erección que no se preocupa en disimular porque también otro profesional de la institución, al acceder a este espacio y sin mediar palabra, se aproxima al jefe solo para sentarse encima y mezclar sus lenguas impúdicamente, sin permiso ni disculpa. Ud. simplemente es testigo de una sensación extraña de líbido extrema... no participa por respeto, tan solo agradece poder contemplar cómo dos adultos coitan con fuerza, en desnudez, realizan el delicioso; con naturalidad pasmosa, le comunican el embarazo inminente. Ud. no necesita entender que fuera de ese contexto, este poema es simplemente alienígena: de ahí la falta de palabra y el asentamiento suave y ensimismado. Acaba de contemplar en primicia un animal mitológico: el placer secreto adulto compartido por morbo cómplice y con ruptura del consentimiento al no inmediato en escena.
El/la/le profesional que, ante Ud., es visitado por otro/a/e; acariciando las gónadas del primero, le murmura ante sus ojos con seriedad, tal vez rutina. Incluso un suspiro de hastío por interrumpir algo aún más intenso. Cuando abandona la escena, este profesional le murmura a Ud. unos detalles. Al terminar, le besa prolongadamente. Nadie (ni siquiera yo como narrador) sabe qué fue murmurando. Tan solo apreciamos un cambio de escena, un cierre de puerta ante nosotros. Silencio durante unos minutos, lo más tortuoso para la imaginación febril de un espectador inquisitivo. Al anochecer, la puerta se abre de nuevo. El protagonista está desaliñado y su ropa un tanto asimétrica. Tras de sí, su acompañante/a, aún apoyado en la puerta -y junto a tres personas más-, tira de él para besarle una vez más; y le muerde, porque se decidió (por lo que ahí ocurrió) que es indudablemente suyo. Porque no fue un sueño lo que ocurrió en ese espacio secreto.
Una persona (estudiante) es castigado/a/e por mal comportamiento a quedarse unos minutos más en presencia de su tutor/a/e. No tienen lugar gritos ni escándalo durante las muy variadas horas en las que tiene lugar la llamada de atención; inexplicablemente, ambos (tutor/a/e y alumno/a/e) salen del aula enrojecidos/as/es, despeinados/as/es, silenciosos/as/es. Desde cierta distancia, incluso se puede apreciar cierta sonrisa de calma con tinte de ternura; como por liberarse de una carga sostenida durante mucho tiempo. Tuvo lugar una penetración fortísima, nacida del rumor de la dotación del alumno en este menester.
Sexo. Fornicio gratuito. Aceptado con naturalidad por el resto de los presentes, en continuo discurrir de sus hábitos cotidianos.
La cotidianización de la eyaculación, el ojete y el orgasmo mutuo.
Paralelos a los cadáveres de guerra del noticiero. Con consideraciones de higiene, salubridad, consentimiento y crecimiento personal.
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Creo que con estos ejemplos se puede entender la idea sobre esta fantasía particular limítrofe entre realidad e ilusión. A modo de apunte: hasta donde alcanzan mi registro y observaciones, uno de estos escenarios está basado en hechos muy reales. No es mi idea llevar nada de esto a cabo: mi biografía y tortuosa trayectoria personal (en combinación con mi decisión firme a futuros de no querer ni esperar nada) me impiden toda iniciativa. España significa "castración y lobotomía", esto no debe olvidarse jamás.
Como fantasía aún así creo que es respetable y la comparto por consideración. Gracias y perdón por las molestias.