historia flotante

Lo sé, doc. Una bonita historia podría ser una entre indigentes con enfermedades mentales conectado la una con la otra. Como los vínculos metaestables entre psicópatas y neuróticos. Casi como el chiste de " ¿ en donde lo hacemos, en tu caixa o en la mía?". Pero tal vez al estilo de una Lady Halcón. En una vieja dama adicta a los héroes, con un perfil de gastos excesivos y depresiones recurrentes con manías persecutorias; y un tipo añado con ideales de caballero andante contra gigantes amenazadores, que ni trigo muelen como molinos, de vetustos que son ya. En las subidas a la realidad de él, la decepción de ella. En los despertares de ella, los intentos de reconquista de él y su nueva caída. En el proceso mantenido, cíclico y eternizado, al final... algún tipo de verdad.

Ni talento para intentarlo ni para contarlo como figuración narrativa. Pero sí ansias de algo especial. En el sentido de que uno precisa la intensidad a muerte. Creo sinceramente que la Naturaleza precisaba fabricar inteligencia y que ésta hiciera cultura para que pudiera seguir la transformación desde el estado indiferenciado original. Y para que la inteligencia hiciese cultura debía de enfrentar el más espacioso lugar de la irrealidad con pasión de poetas, aún pasión mantenida con imposturas y artificios, sentimientos exacerbados por la necesidad de que sean grandes en sí mismos aunque no lo fueren, para derrotar a ese ángel de alas rotas que es la depresión. La Naturaleza sueña a través de nosotros. Nosotros somos Dios. Y esa es justo la maldición gloriosa del existir. Que todo, real o no, flota sobre un conjunto de mentiras escogidas para intentar remontar a los ideales desde un fango tan denso como esa verdad profunda, de la naturaleza del origen de todas las cosas, que pareciera ser escondida a posta por alguna suerte de mezquino Ser incapaz de poeia.

Quien ha dicho flotar?