ontología de lupanares

Sitios donde ejercer el mester de puterío. Vistos en mi caso desde la condición de putero:

club de carretera
puticlub
piso de estudiantes
calle bohemia
polígono a las afueras

cada uno de los citados tiene un grado de sordidez. Cuando eres joven, cercano a adolescente y por tanto muy niño, los lugares más escabrosos son los mejores. Tanto por baratos como por la aventura. Deambular por polígonos y barrios marginales " bohemios" para eufemismo, resulta interesante.

los lugares de alto standing tienen en principio mejores calidades. Aunque resulta perfectamente posible encontrar diamantes en el barro. El piso de chicas que " estudian" puede almacenar verdaderos bellezones. Pero pese a tener una cultura de club, siempre he tenido un apego brutal a la licorería, whiskería o, en lenguaje de baby boomers, puticlub de toda la vida de Dios.

el puticlub es un concepto que trae a la memoria tiempos de cuando el interviú era una de las pocas cosas que teníamos ante la inexistencia del internet, se estrenaban pelis como perros callejeros o sonaban grupos del rock andaluz. El puticlub con sus jamelgas con toque pueblerino de tetas caídas, faldas ceñidas con piernacas mostradas y bien desvergonzadas. Donde los hombrecitos aburridos de la moral y hastiados de las supuestas prebendas del Reino de Dios acudíamos a impregnarnos del aroma seductor del lado oscuro de la fuerza.

en la vieja Roma, lupanar o madriguera de loba era el término empleado por los romanos para referirse a los lugares sórdidos y alejados de los núcleos de civilización, en los que las hesiacastas, meretrices o rameras ejercían. El panzerismo en la terminología es evidente. Se asimila oscuro y animal, guarida, a los lugares para el esparcimiento básico de la especie.

el concepto de puticlub ahora se ha expandido y ganado polisemia. Pero un club de alterne o club de carretera no es lo mismo realmente que un puticlub urbano. La diferencia radica en el carácter de pernoctación del primero para las alquiladas y de " simple" bar para concurrir con las habituales en el segundo caso.

personalmente no entiendo que todo ésto no tenga la misma consideración cultural que lo relativo a ermitas, parroquias, conventos, monasterios, basílicas o catedrales. Los segundos se suponen por el bien de nuestras almas. Pero se erigen en esa otra forma de injusticia llamada persecución religiosa. El mármol de la plaza con la cruz me parece bastante menos estético que la barra con las botellas, los asientos giratorios y la otra barra en la que baila la striper.

el deseo del sexo es mucho más antiguo, sagrado, satisfactorio, esencial, nutricio y excelente que esa porquería de religiere ( relectura) de la realidad que es la religión. La única lectura correcta de la realidad es la que no pretende transformarla. Cualquier intento de mundo celestial en otras vidas resulta peor infierno que el simple goce de la propia terrenal.

Gocemos con una pilingui patria