impostores somos todos

Existen lindes de terrenos e intrusismos profesionales. En el momento actual, los segundos se atacan con la misma virulencia que se producen. Mediante un sistema de lindes en lo intelectual. Es obvio que titulación es el palabro correcto. Pero también eficacia. Si un hijo mío tuviera una enfermedad y la medicina ortodoxa sólo ofreciera dolor, intentaría con la alternativa asiática. Las lindes terrenales de las propiedades físicas son claras. Las intelectuales de la sfairagnosis, o esfera del conocimiento, están legisladas. Pero las de la eficacia sólo cuentan con el boca a boca.

Vivimos una época de tapabocas por todos lados. La tecnificación está creando productos basura que se venden con todas las de la ley, y poniendo trabas a productos eficaces que no cuentan con el respaldo de los doctores de la iglesia. Que dicho sea de paso, son los que manejan los dineros. Internet puede ser fuente de desinformación. Pero también lo contrario. La cultura general y una sensibilidad intuitiva son las únicas y mejores maneras de gestionar la incertidumbre en el conocimiento. Es imposible evitar que se genere una sfairagnosis sobre la base de una democratización en el acceso al diseño y uso de diseños. Un aparato de electroencefalografía era algo caro en tiempos pasados. Ahora se puede hacer do it yourself por el low cost de trescientos euros.

Todas las ideas y todas las máquinas tienen derecho a la vida y su exposición. Aquellas que demuestren eficacia podrán contar con el beneplácito del boca a boca. Y así los médicos nutricionistas caerán ante los naturópatas con niveles casi de biotecnólogos, los ingenieros conceptuales aplicados al software ante los filósofos estructuralistas resabiados o los actores convencionales ante los artistas callejeros avanzados. La calidad se demuestra fascinando. El dogma se impone por la idea gris de que un dogma del Estado tiene una naturaleza de axioma. Cuando en realidad el propio axioma hace tiempo que falleció como el dogma.

Yes.