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Ángel
¿Para qué elevas hacia mí tu gruesa mano todavía negra de sangre vieja? ¿Crees que no te reconozco? La marca roja está aún sobre tu frente, Caín. Fuiste el primer hombre salido del vientre de la mujer y fuiste también el primero en arrojar un hombre al vientre de la tierra. Y aquel hombre era tu hermano, nacido de tu misma madre, y ejemplo fue seguido durante millares y millares de años, por millones y millones de hombres. Fuiste, para siempre, el maestro y el padre de los asesinos. Pero Dios, que te salvó en vida, quiso que tampoco a ti te sea negada la palabra en esta hora suprema.
Caín
Dios me ha juzgado siempre más amorosamente que los hombres. Él sabe que mi delito fue ímpetu de celos, es decir, resentimiento de amor no correspondido, delito de amor herido.
Había aceptado, obediente, la condena infligida a mi padre. Me procuraba el alimento combatiendo contra la dura corteza de la tierra, el sudor brotaba de mi frente, de mis ojos, de todos mis cansados miembros. Mi hermano, por el contrario, se estaba sentado al frescor de los árboles umbrosos, contemplando tranquilo las bestias que arrancaban las hierbas de los campos. Cada uno de nosotros presentaba a Dios sus ofrendas.
Los inocentes frutos de la tierra, frutos de mi trabajo y de mi sudor, no eran gratos. Mi hermano ofrecía animales degollados y sus dones sangrientos, obtenidos sin trabajo, eran preferidos a los míos. El Eterno, pues, prefería el ocioso pastor al fatigado labrador. Prefería las carnes de los inocentes sacrificados a las primicias terrestres, pagadas con mi sudor. Esta preferencia le pareció injusticia a mi espíritu sencillo, le pareció repulsa de mi amor y condena de mi esfuerzo. Al tormento del trabajo se añadió el suplicio de los celos contra Abel. Y en mi interior, encorvado sobre los terrones, bajo el ardor del Sol, pensaba: ¿Acaso no amo a Dios lo mismo que mi hermano? ¿No obedezco, mejor que él, el mandato divido? ¿No le ofrezco a Dios lo mejor que tengo?
Y un día, exasperado y cegado por los celos, golpeé a mi hermano e hice brotar su sangre sobre la tierra sedienta. Llegué a pensar, en aquel momento de delirio, que puesto que Dios prefería las víctimas sangrientas yo ofrendaba a su sed una víctima más noble que los corderos y los terneros.
Mi delito, pues, tuvo su primer principio en el amor a Dios, por un amor que me pareció ofendido y desengañado, por unos celos rabiosos y furiosos que el pobre cavador sudoroso y despreciado no logró vencer. Error, pues, mucho más que culpa.
Dios, en su infinita sabiduría, en su infinita compasión, comprendió mi error, se compadeció de mi infelicidad, perdonó mi horrenda acción. Yo había dado muerte, pero Él amenazó de muerte a cualquiera que quisiera darme muerte a mí. Dios quiso que la roja señal del delito fuese también el sello de la absolución.
Mi vida no fue, desde aquel día, más que cansancio y pavor. Vagué por la tierra como una fiera intocable, perseguido por el remordimiento de aquella sangre y por el peso de aquel perdón. Me di cuenta de que Dios, conservándome la vida, me había concedido reparar mi error con mi dolor. Y sorbí, hasta el último latido de mi corazón inquieto, el agua amarga y negra de la expiación. Dios no me impuso otro castigo que el atroz castigo de vivir, de vivir y de dar vida, de vivir y de sufrir. Con aquellos innumerables días de sudor y de temor he pagado aquel instante de rebelión, aquel golpe, aquella muerte, aquella sangre. Ahora estamos en paz mi hermano y yo, el Señor y yo.
Después de estas pruebas de clemencia de Dios, lo amo ahora tanto que confío, a pesar tuyo, en la justicia final de su amor.
Pues he estado por poner el juicio a Carlos V, Felipe II o Napoleón, eh.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
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Juicio Universal de Giovanni Papini, juzga a sacerdotes, a señores de la guerra, reyes, ladrones, etc. Está interesante, la verdad.
No sé si es este libro pero este autor tenía uno en que venía a decir que Dios en su amor durante el Juicio Final terminaría por perdonar a todos y dejándolos entrar al Cielo, aunque esto contradice la doctrina de la Iglesia (todo esto según la wiki).
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y yo que me alegro!
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Es todo cuanto pido.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.