La historia del día que follé en una portería

Como hace mucho que no abro un hilo, y por circunstancias de la vida este finde no puedo salir, os voy a contar una historia:

Tenía por aquel entonces unos 17 años. No hacía ni uno que había perdido la virginidad, así que mi vida consistía en estudiar poco y follar mucho con la novia de entonces.
Bien, pues un sábado por la noche, a altas horas y tras haber ingerido abundantes cantidades de alcohol, me encontraba con ella buscando un lugar donde echar un polvete para rematar la noche. Las casas de ambos estaban ocupadas y no había forma de encontrar un sitio donde follar. Íbamos por la calle deambulando cual muertos de hambre, sin ir a ningún sitio en concreto. Total, que en mi estado de embriaguez, iba empujando todas las puertas de los portales por si alguna estaba abierta y podíamos ejercer la cópula allí mismo. En esto que iba a darme por vencido, y precisamente una de las puertas cede hacia dentro.
"Hostias", pensé yo, "voy a tener suerte". Pero nada más meter la cabeza para ver el portal, resulta que era pequeño. No tenía ni una mísera esquina, ni un hueco donde se pudiera estar medianamente escondido, y se veía mucho desde fuera.
Tales eran mis ganas de meterla en caliente, que a pesar de mi borrachera y mi cansancio, decidí subir los pisos hasta arriba del todo, a ver si había algún sitio donde se pudiera hacer. No eran muchos, 4 ó 5, pero se me hicieron eternos. Cuando llegué al último jadeaba, pero mi esfuerzo mereció la pena. Había, al fondo del pasillo, una puerta abierta. De lejos parecía un trastero o algo así.
Me acerqué a investigar, era todo muy raro. Entré con cuidado de no hacer ruido (o eso pensaría yo, supongo), y vi una habitación pequeña, un salón-cocina, todo en uno. Parecía que estaba vacío.
En el salón sólo había un sofá bajo, ni televisión ni nada. En la cocina había unos huevera medio vacía en la encimera, un microondas y una sartén con aceite. No había ni nevera. Seguí avanzando y vi una habitación que no mediría más de 1,50 de alto e iba disminuyendo de altura, con un colchón doble tirado en el suelo, y una ventana pequeña. No había sábanas ni almohada, ni sitio para nada más que ese colchón. No había puertas en toda la casa, ni de la cocina a la habitación ni al baño, que era lo más normal de todo.
Total, que como no había nadie y me pareció aceptable, llamé a la hembra que iba a tener el placer de recibir mis embestidas, subió, y acabamos haciéndolo de pie en el baño porque daba bastante asco tumbarse en el colchón sin sábanas o en el sofá con sida. Ejercimos un buen rato debido a que con las borracheras latentes no había forma humana de correrse, y llegamos a la conclusión de que aquello sería una especie de portería, a falta de una explicación mejor.

Y la historia acaba aquí, ni nos pillaron ni nada. Nos fuimos como habíamos venido

Resumen

No hay, putos vagos, si estáis un sábado a las 10 de la noche leyendo esto es porque no tenéis nada mejor que hacer.

entro, veo que no hay resumen y me voy