Iniciado por
Van A. Rumpuy Tolojete
Así es.
Nunca encontraréis un libro que os explique qué es la magia verdadera, que os hable de ella en serio. Se trata de algo que está fuera del corriente temporal y social, fuera del alcance del borrego medio.
Las bibliotecas están llenas de libros de "trucos de magia", los espectáculos de magia son populares, los curanderos baratos, el Tarot y otras supercherías, están ahí para que la idea de la magia resulte risible, ridícula; pero la magia verdadera, existe, es muy diferente a esas estupideces, y permanece oculta.
Nunca encontraréis a nadie conocido que, cara a cara, os confiese conocer la magia, ser mago o brujo. Es un tabú. Los nuestros aún recuerdan los no tan lejanos días de la Inquisición, días en los que nuestra estirpe fue arrojada a las sombras.
Pero existe.
Se trata de un compendio de fuerzas oscuras, ocultas al imaginario colectivo, que solo unas pocas familias conocen, manejan, y transmiten. En España, nueve originalmente, firmaron el pacto; tres de ellas aun existen. Incluida la mía.
La magia está estrechamente relacionada con la religión, y con Satanás, a quien los brujos servimos. Hay toda una mitología alrededor de la religión, desmontando muchos mitos y mentiras (la Historia la escriben los vencedores) pero no os lo voy a contar. Digamos, solamente, que hubo un tiempo en que el ser humano tenía un potencial para manipular las fuerzas ocultas, afectar a las vidas de otras personas, y cambiar los acontecimientos. Ese potencial fue prohibido y cortado de raíz, y solo los que lo tuvieron en un principio, lo conservaron; ellos, y sus descendientes hasta hoy. Nadie más podrá tenerlo jamás.
Mi familia siempre ha estado mal considerada en el pueblo. Sospechan de nosotros, nos temen, y nos envidian. Nadie lo dice abiertamente, pero todos saben qué somos. La palabra está ahí, y todos la conocen: brujos. Pero nadie se atreve a utilizarla. Es tabú. Nuestra casa tiene fama de embrujada, y los adultos prohíben a la gente joven pasar por aquí de noche, sobre todo en ciertas fechas.
Desde que era pequeño, fui educado para ser brujo. A los cuatro años, acompañaba a toda mi familia a la parte trasera de nuestra finca en ciertas noches: desenterrábamos huesos, y objetos extraños allí enterrados, y los usábamos para hablar con los muertos. Aprendí que el mundo de las tinieblas es real, que los espíritus nos rodean, y que, si tienes el don, no solo puedes oírlos y verlos, sino que puedes reclamarlos como tus esclavos, y atarlos a tu voluntad.
A los siete años, incubé y crié a mi primer familiar. Son espíritus ambiguos, con un pie en el mundo físico y otro en el espiritual. Tienen aspecto antropomorfo, pero son pequeños, retorcidos, y grotescos. Pueden realizar muchos prodigios. Si les enseñas, pueden ser muy poderosos. Pueden hacerse invisibles, transportarse a cualquier espacio en un segundo, encontrar riquezas enterradas en los campos, dominar la voluntad de los animales. Pero no viven demasiado tiempo.
En el colegio, me di cuenta enseguida de lo diferente que era mi familia. Los otros chavales no tenían efigies de oro representando a demonios en su habitación, ni tenían una capilla dedicada a Satanás en el sótano de su casa, ni celebraban misas negras. No hablaban con los muertos, ni habían estudiado cómo era el Infierno. No se sabían los nombres de todo el cosmos demoníaco.
La magia es un poder muy absorbente. Una vez la conoces, no quieres dedicarte a otra cosa. Está dividida en nueve ramas, todas con un poder central, la Visión. Es un poder que nadie que no nazca como brujo, tiene. Te permite enfocar tu voluntad en una visualización negativa, y esta se cumple. Puedes atraer hacia tí riquezas, premios y recompensas, pero solo arrebatándoselo a otros. Puedes causar dolor, enfermedades, e incluso la muerte. Puedes atraer las desgracias sobre tus enemigos.
Cuando un brujo Visualiza solo, su poder es limitado. Puedes conseguir cosas pequeñas, con esfuerzo. Cuando una familia de brujos se une en un ritual en honor de Satanás para Visualizar, no hay nada que no consigamos. Podemos interferir en los hechos importantes que están por venir, alterarlos, anularlos. Podemos influir en la política, la economía global, podemos detener progresos científicos que no deseamos, o estimular cosas que deseamos que vengan. Y la borregada piensa que casi todo es causa del azar! Todo está planeado, y aquí solo ocurre lo que nosotros consentimos.
A los doce años, ofrecí mi alma a Satanás, en el primer ritual como adulto donde intervine. No la vendí; la ofrecí. El pacto para vender el alma es una farsa; en realidad, si de verdad deseas vender tu alma a Satanás, esta ya está podrida, y ya le pertenece. ¿Para que dar nada a cambio de algo que ya posee?
No, los brujos no vendemos el alma, la ofrecemos, y él nos hace el favor de aceptarla. Es un ritual de paso a la edad adulta, donde voluntariamente aceptamos nuestro don, y nuestro destino. A partir de ahí, toda la vida me cambió.
Todo deseo personal que he soñado, lo he tenido. Grandes créditos académicos sin tener que esforzarme absolutamente nada. He tenido siempre suerte, cuando la he necesitado. He sido ascendido por encima de otros que tenían más méritos. Yo no hago cola para nada. Todos los placeres terrenales que podáis soñar, los he experimentado. Aprobé unas oposiciones para un cargo importante, por encima de muchos otros miles, mejor preparados que yo. Hace cuatro años, obtuve un trabajo que era todo un caramelo, y al que mucha gente aspiraba, gente con mejores contactos y mejor currículum que yo.
Cuando quiero algo que no puedo obtener con mi poder, simplemente, nos reunimos toda la familia en el siguiente ritual, y ellos piden por mi, Visualizan conmigo, cumplen mi deseo. Yo hago lo mismo cuando otro miembro de mi familia necesita algo.
Cuando alguien ha interferido en nuestro camino, lo quitamos de en medio. Una parálisis, una enfermedad no diagnosticada, un accidente, una muerte súbita, inesperada. Nadie puede oponerse.
La magia existe.