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Incógnito
Dicen que el dinero de los impuestos es para las carreteras, los trenes, los hospitales, las escuelas, el ejército, los policías, los bomberos y los empleados municipales que recogen nuestra basura. Y tendrían toda la razón, de no ser por un pequeño detalle que se les escapa a todos estos deficientes mentales: que la gran mayoría de los impuestos no se destinan a ninguna de esas cosas.
Si la mayoría del dinero se quedara en todo eso que dicen, entonces estaríamos hablando de una buena inversión de nuestros impuestos. Pero resulta que la mayoría del dinero se pierde en Marruecos, chiringuitos, amiguetes e instituciones públicas que promueven ideologías nocivas para crear una sociedad podrida.
Los que nacieron en los 60 ven ahora mismo un contraste enorme. Cosas que hoy se consideran normales, como la homosexualidad y el transexualismo, eran consideradas trastornos mentales. El aborto y la eutanasia, crímenes, pero ahora todo eso son derechos humanos. Esas cosas siempre fueron y seguirán siendo pecado.
Lo que está ocurriendo es mucho más triste para aquellas personas que conocieron otra sociedad. Las mujeres eran femeninas, no vestían pantalones, solo faldas. El hombre era viril y responsable. Se respetaba la dignidad del cuerpo, hoy van tatuados como presidiarios o delincuentes. Los jóvenes respetaban a sus mayores, padres y profesores, hoy se burlan. Es normal que la gente quiera irse de España.
Pero lo que más pena me da no es esta sociedad decadente. Lo que me indigna de verdad es la actual deriva caótica de la Iglesia, mal gobernada por Bergoglio y los suyos. Ese es el peor de los males que nos toca sufrir: una Iglesia mundana que coquetea con el mundo. Una Iglesia puramente social, vaciada de todo contenido sobrenatural. El 89% de católicos posconciliares aprueban los anticonceptivos. El 51% de los católicos posconciliares aprueban el aborto. En efecto, esta es la Iglesia bergogliana. Bergoglio es un cáncer para la Iglesia, es un castigo, un desastre. Todos los que lo apoyan cometen el mayor error de su vida y tendrán que rendir cuentas ante el Altísimo. El último Papa legítimo fue Benedicto XVI. Esa es mi postura inamovible. Hoy la Iglesia es una gran ramera que se ha vendido.
Los niños complican la vida, mejor los matamos en el vientre de su madre antes de que nazcan. Los ancianos están enfermos y no sirven, mejor los matamos para que no sufran más. ¿El matrimonio para qué? Mejor vivir libre, sin ataduras... ¿Creer en Dios? ja ja ja, yo creo en mí, y eso me basta. Resultado total: sin hijos, sin padres, sin familia, ¡y sin Dios! Seréis felices sin nada. Y ahora sois sabedores de que los impuestos fruto de nuestro trabajo van destinados a destruirnos.