un pequeño cuento para vosotros

  1. #1
    ForoParalelo: Miembro Avatar de OrtegaYCassette
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    un pequeño cuento para vosotros

    No es común entre las personas dar importancia a los sueños, al menos la importancia ahora sé que merecen. Yo mismo, antes de enfrentarme a los sucesos que han acontecido en los últimos tiempos, no daba el más mínimo valor a todo aquello que no ocurriese durante el tiempo de vigilia.
    Si se me preguntase por el inicio de las escalofriantes experiencias que, sin duda, han cambiado mi carácter de una forma extraordinaria y han determinado mi destino, no dudaría en referir a la noche del día 5 de noviembre de 1907.
    Desde la infancia había sufrido de jaquecas extremas e incontrolables, que me dejaban en cama durante todo el día, al menos dos o tres veces por semana. Yo era estudiante de Derecho en la Universidad de Oxford, y mi mejor amigo estudiante de química en la misma Universidad. Él conocía mi mal y se había propuesto encontrar la manera de solucionarlo. Aquel día me aseguró que había logrado desarrollar un analgésico potente pero sin efectos secundarios, que me permitiría superar, de una vez por todas, mis problemas de migraña.
    Precisamente esa noche de noviembre fue en la que ingerí el líquido inodoro, incoloro e insípido, que mi compañero había desarrollado en el laboratorio de su Facultad con, según me dijo, ciertas hierbas de origen africano.
    En cuanto tragué ese extraño y presuntamente milagroso brebaje, se me nubló la vista, me fallaron las piernas, y caí rendido a un profundo sueño que se alargó durante más de doce horas.
    Aunque aquello ocurrió hace varios años, recuerdo con extrema nitidez lo que vi.
    Era de noche, y me encontraba yo flotando sobre un valle de vastísima extensión, surcado por un río que contaba con un cauce incomparable a cualquier otro. En el centro del valle, desde la altura en la que yo me encontraba, podía distinguirse un inmenso círculo exacto al cual yo me aproximé, atraído por la luz que de él surgía. Ese círculo estaba dividido por el río en dos partes iguales. Más de cerca, comprobé que el perfecto círculo era, en realidad, una enorme ciudad, rodeada por una muralla como nunca antes la había visto, más de 50 pies de alto y 25 de ancho debían ser las medidas del muro.
    Desde donde yo estaba, en lo alto, podía apreciar la perfecta organización con la que se había construido la ciudad. Cincuenta calles la conformaban de derecha a izquierda, cincuenta calles la atravesaban de arriba a abajo. Cincuenta puentes cruzaban el río que atravesaba la ciudad. Pese a esta organización que se apreciaba desde lo lejos, un ordenado caos era lo que podía observarse más de cerca. Cada edificación era distinta a la anterior, si bien todas y cada una ocupaban la misma extensión, y todas seguían un estilo arquitectónico oriental. Oro y plata eran utilizados como madera y roca en este mundo. La riqueza era inmensa, eso era fácil de apreciar.
    En el centro de la ciudad, sobre el río, sustentado con 50 columnas, había una edificación especialmente grande. Contaba con una base circular, de la que surgían infinitas torres de inconcebible altura, en cuyo extremo tenía, cada una, una esfera ardiente, imitaciones a pequeña escala del sol, que iluminaban hasta el único rincón de la ciudad con una luz suficiente pero suave que, según se quisiera, podía incitar tanto al sueño como a la fiesta.
    Mucha vegetación poblaba la ciudad, flores y árboles frutales se contaban a millares, y todos crecían con una fuerza derivada del clima, que parecía encontrarse permanentemente atascado en la primavera.
    Los habitantes eran hombres y mujeres bellos en grado sumo, todos de rasgos suaves, aparentando delicadeza pero contando con una innegable fuerza y energía propia de la juventud de la que todos gozaban. Hablaban entre ellos animosamente, ninguno parecía triste, desanimado o cansado. Vestían todos con largas y ligeras túnicas, del mismo modo los hombres que las mujeres, y compartían adornos en el pelo, las manos y el cuello. Iban descalzos, ya que toda la ciudad se hallaba pavimentada con guijarros que habían sido suavizados por el efecto del agua durante milenios.
    Palabras como muerte, enfermedad, vejez, miseria, tristeza o fealdad parecían no existir en esta ciudad. Una ciudad que parecía existir desde toda la eternidad y para toda la eternidad.
    Jamás podré olvidar las sensaciones que me invadieron mientras observaba la ciudad. Fruto de estas imágenes, del aroma, del suave susurro de las aguas del río, de la cálida brisa, de las extrañas palabras del extraño idioma de los pobladores de la ciudad, de la arquitectura fantástica de las construcciones, entré en un trance de inmenso placer como nunca lo había sentido y como nunca lo volví a sentir.
    Sin embargo, la maravilla no duró demasiado. Como de la nada, aparecieron miles de criaturas negras, de piel escamosa y garras afiladas, que asesinaron, ante mis ojos horrorizados e impotentes, a todo poblador de la fantástica ciudad, prendiendo fuego después a las construcciones.
    Esas malolientes criaturas de horroroso rostro, con ojos rasgados y malignos, con dos orificios en lugar de nariz, con dientes afilados y sin pelo, redujeron la ciudad a cenizas a una velocidad vertiginosa, y sin aparente motivo.
    Desperté después de doce horas desde la ingesta del elixir, bañado en lágrimas, pero sin rastro de los dolores de cabeza.

    No puedo explicar cuales serían los cambios que mis capacidades de conciencia y percepción del mundo sufrieron durante el maravilloso y trágico sueño, pero desde aquella noche pude distinguir cosas que nunca antes había distinguido.
    Cada nueva persona que conocía me traía reminiscencias, bien de los habitantes de la ciudad, bien de los negros destructores. Incluso caminando por la calle podía distinguir quienes de aquellos desconocidos pertenecían, en realidad, al repugnante grupo de extrañas y malignas criaturas.
    Pese al profundo cambio que supuso en mí esta nueva capacidad, solo en un primer momento la afronté como algo traumático o perjudicial. Sin embargo, posteriores sueños en los que se repetían imágenes de la matanza y destrucción de la ciudad maravillosa, me convencieron de la importancia de mis nuevas aptitudes.
    Comprendí que yo me había convertido en el enlace de unión entre el sueño y la vigilia, y no tardé en entender cual era mi cometido como tal.
    Recopilé gran cantidad de libros, aprendí a desarrollar venenos, utilizar armas, borrar huellas. Me convertí en un asesino perfecto, un asesino de las criaturas destructoras.
    Cada día, elegía una de las varias personas que, con mi nuevo sentido, diferenciaba como parte de ese grupo de bestiales y nauseabundos entes y, siguiéndolos hasta un callejón poco transitado o colándome en sus casas al amparo de la noche, los apuñalaba,envenenaba o asfixiaba, sintiendo, al acabar, el alivio de poder exterminar a los seres que acabaron con la ciudad maravillosa.

    No puedo alargar mucho más estas líneas, ya oigo como abren la puerta de mi celda. Hoy es día 31 de diciembre de 1907 y voy a ser ejecutado en la horca. Aunque no conseguí acabar con todos, muchas son las criaturas que perecieron gracias a mí. Confío en que algún otro sea elegido como yo lo fui, y termine la tarea que no me han permitido acabar.

  2. #2
    ForoParalelo: Chanante Avatar de Polin de Basauri
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    Ni del palo

  3. #3
    Alma atormentada Avatar de Khyle
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    Cita Iniciado por OrtegaYCassette Ver mensaje
    El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
    No
    Hasta aquí he leído.

  4. #4
    Nancy: Becario Avatar de D0CTSUB4
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    aprende a redactar hijo de la gran puta

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