Iniciado por
Alphista
Estoy convencido de que cada vez más hombres, especialmente aquellos que han llegado a la treintena sin emparejar, optan por un camino nuevo, que antes apenas se conocía, basado en restringir al máximo su trato con mujeres.
Pueden tener un trato incluso afectuoso con mujeres de su familia, cordial con mujeres de su entorno laboral y correcto con el resto de mujeres con las que se cruzan, pero no van a llegar a más.
Cada caso de un hombre desplumado, encarcelado, defenestrado, va dejando huella. Y no va a ser un Movimiendo organizado de reacción ante situaciones profundamente injustas y de grave insatisfacción de los hombres, sino una salida personal, individual, que se va generalizando.
Pongamos el caso de Pepito.
Pepito ha visto desde su adolescencia que las chicas de su clase se liaban con Ramses, formando él auténticos hárenes. Es una realidad social, hoy en día en España. Ha visto como amigos suyos se han convertido en auténticas sombras sin personalidad de mujeres que les mangoneaban, y muchos de ellos acababan a los pocos años divorciados a petición de ella, y malviviendo realmente, cuando no amargados en un matrimonio que les atrapa. Pepito ha tomado nota mental.
Ha ido hilvanando pensamientos y ha llegado a la conclusión de que todas aquellas que exigen mucho más de lo que dan, que luego terminan siendo amantes ocasionales de hombres muy atractivos, quizá con el tiempo le puedan buscar, pero qué es lo que se va a encontrar: Mujeres de mediana edad, con prisas enormes por formalizar, que firme papeles e hipotecas y ser madres. ¿Para qué? ¿Para estar divorciado a los pocos años?
Pepito cada vez siente más repulsión por la mujer actual, por su hedonismo, por su victimismo alimentado y alentado en los medios, por su carencia de autocrítica, por lo que él entiende como su amoralidad. Pero Pepito no se enfrenta a ellas, ni discute, ni se organiza política o socialmente, simplemente opta por un camino individual de huida.
Opta por pasar cada vez más de las mujeres.
Se da cuenta de que muchas mujeres parecen obtener más placer humillando a hombres que se les acercan que dando una oportunidad de conocerles.
Se da cuenta de que son seres vacuos que buscan que les suban el ego, que se pasan la vida conectadas al móvil a ver cuántos nuevos pretendientes les salen. Escogiendo siempre a los que están más buenos, que las follarán y dejarán con rapidez.
Y cuando llegan a una edad, empiezan a preguntarle que en qué trabaja, si vive solo... Como comerciales de banca.
Y a Pepito esas cosas, no se le escapan. Ha leído foros, tiene testimonios de conocidos. Vio aquel video de un camionero multidenunciado constantemente que terminó con su vida jodida para siempre. Y ve a las mujeres de su alrededor pendientes siempre del móvil, de facebook, del instragram... ¿Confiaría su vida en ellas? Su respuesta es no.
Puede optar como hacen algunos, por tratar de seducirlas para desaparecer después, pero eso le da pereza, es como pasar entrevistas de trabajo cada semana, someterse a un exahustivo examen para echar un polvo.
Puede recurrir a las prostitutas como hacen otros, cuando tienen ganas, pagan y se desfogan, con mujeres por lo general bastante más atractivas y complacientes para ese rato de las que podrían aspirar. Son cientos de miles de españoles los que acuden a ellas...
Puede masturbarse en silencio viendo pornografía, eso desahoga.
Pero lo cierto es que cada vez tiene menos ganas de tener una pareja, de dar explicaciones a nadie, de que nadie le controle, de tratar de complacer o contentar a nadie. Que lo suyo es suyo y a la mínima se lo van a intentar quitar cómo les ha pasado a tantos.
Pepito sabe que más de un millón y medio de españoles ya han sido denunciados por violencia de género y que eso va a más, que muchos han pasado por la cárcel, y Pepito no se quiere complicar la vida.
Así que Pepito cada vez más se aleja de la mujer. Ha sido rechazado en su juventud, ninguneado cuando no tenía trabajo y era un casapapi, lo poco que tiene lo ha conseguido él no se lo ha regalado nadie, y no le apetece compartirlo con alguien a quien en realidad no importa, que no estuvo ahí en sus momentos malos; y solo busca su estatus, su estabilidad y su dinero a la postre.
Pepito ha logrado construir una vida ajeno a las mujeres. Fue convertido en pagafantas en la universidad, vio como sus amigos y él mismo eran frecuentemente menospreciados cuando salían a tomar copas y tratar de ligar. Ha conocido a tías, quizás, en portales de ligue, que le han parecido promiscuas y deshonestas, caprichosas y endiosadas a menudo; y no le han gustado en realidad, no le gustaría tener que convivir con alguien como ellas, capaces de mantener varias relaciones paralelas y de exigir mucho más de lo que daban.
Y Pepito, ve como van pasando los años, y cada vez necesita menos a las mujeres. No precisa de validarse a costa de su aceptación. Le es indiferente ya que le acepten o no. Ya no sufre porque le ignoren, porque él las ignora a ellas. Ha llegado a un punto de ataraxia en el cual le son completamente indiferentes, y es un punto de no retorno, que cada vez toman más sin darse cuenta, llegan al punto de que las mujeres no les interesan, a menudo las perciben como seres tóxicos y molestos, que de mala gana toleran en su ambiente, pero que nunca jamás se plantearían tener la menor relación con ellas.
Cada vez hay más pepitos, en este foro he conocido a muchos y les animo a decir: sí yo también soy uno de ellos.
Pepitos que ya pasaron su etapa pagafantas, su etapa huelebragas, su etapa lametacones, incluso su etapa misógina. Ya no odian a las mujeres, ni les reprochan nada, si había heridas, cicatrizaron, simplemente no les interesan. No les interesa aguantar a ninguna aunque sea un par de horas su interminable cháchara basada en el yo, mi, me, conmigo, que soporta hasta en un foro, cuando se comenta cualquier cosa, y ansiosas por acaparar la atención hablan de ellas mismas una y otra vez, que no del tema que se trata, porque ellas son más importantes. Que abren hilos con cualquier excusa, simplemente para hablar de ellas, para tratar cada vez más en vano, de llamar la atención, que consiguen de algún huelebragas desesperado, que no obtendrá nada a cambio. Ya sabe cuál es su juego y no le interesa, le aburre en realidad, las mujeres le aburren, le parecen previsibles , anodinas y tóxicas.
Así que pepito cada vez se aleja más de ellas. Llega un día en que ya no le apetece tratar de quedar con ninguna, que le mire por encima del hombro o que le examine por si da la talla. Y las ve cada vez más enloquecidas y ansiosas por tener pretendientes. Escribiendo que están cachondas en el foro, sin pudor, sin vergüenza, sin respeto a sí mismas. Y hace una mueca de desagrado que le sale de dentro y piensa: prefiero estar solo, no necesito a esas personas en mi vida, no me interesan ni me aportan nada bueno.
Y es una decisión que poco a poco va tomando. Ya no le apetece tratar de impresionar a ninguna ni hacerla ver lo válido que es. No tiene ningún interés en venderse ni quedar con extrañas. Se ha acomodado a su vida y no le apetece quedar con mujeres.
Hasta que llega el punto que se ha abstraido completamente de ellas. Le son tan invisibles como el gordo granudo de la clase a la tía buena. No le interesan, ni le importan, ni le llaman la atención. Ni quiere perder más el tiempo con ellas. Y entonces pepito es libre, en su soledad, en su propio mundo, no precisa ya nada de ellas, le importan una mierda así como lo que puedan pensar o decir de él, No se va a tomar la molestia de complacer a ninguna. ¿Se ha molestado alguna en complacerle a él? Y sigue con su vida, como si ellas no existiesen