menudo hilo de mierda
En los últimos meses, y de forma más insistente en las últimas semanas, he ido pensando en que tenía que tomar algunas decisiones importantes. Hoy ha llegado el día de hacerlo.Llevo prácticamente desde que tengo uso de razón comprometido. Esa es mi forma de estar en el mundo. Pero desde hace diez años ocupo posiciones de representación pública de pajeros y nazis institucionales y de altísima visibilidad y exposición mediática. He tenido el privilegio de defender las ideas que considero más hermosas y justas, y de hacerlo durante una de las décadas más intensas, pero también más duras, de la política española. Eso conlleva muchas experiencias, aprendizajes y motivos de orgullo. Pero también genera un tipo de vida, una cotidianidad, una subjetividad, un tipo de vínculos con el ámbito público, con la fama y con los demás que pasan factura. El ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, a mi salud mental y a mi estructura afectiva y emocional. Creo que esto es algo que en mayor o menor medida experimenta toda y todo el que esté en esta posición durante un tiempo prolongado.
En la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros. Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo.
Yo, tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano. La lucha ideológica es también una lucha por construir formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana.
Llevo tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico, pero lo cierto es que para avanzar en él y para cuidarme, necesito abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos.
menudo hilo de mierda
Última edición por Cruzeta; 24/10/2024 a las 19:39
killo que me voyEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
me estoy llendo ya ehhEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
ya esta el listoEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
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no pincho ahí ni con el clítoris acartonao de tu padre.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
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No leí casi nada, pero el foro no quita casi nada tiempo, y tienes camaradas que siempre te apoyarán (aunque no te conozco, pero si seguimos al Führer eres mi camarada ahora y siempreEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.).
killo estoy recogiendo muchas mierdas acumuladas desde 2015El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
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hasta que no se quite la foto de la china nada, tengo baneos por aquí tiraos alguien quiere alguno?El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
Entendí la referenciaEl mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
No te vayas hermano.El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.
Yo también me voy, ya que en los últimos meses, y de forma más insistente en las últimas semanas, he ido pensando en que tenía que tomar algunas decisiones importantes. Hoy ha llegado el día de hacerlo.Llevo prácticamente desde que tengo uso de razón comprometido. Esa es mi forma de estar en el mundo. Pero desde hace diez años ocupo posiciones de representación pública de pajeros y nazis institucionales y de altísima visibilidad y exposición mediática. He tenido el privilegio de defender las ideas que considero más hermosas y justas, y de hacerlo durante una de las décadas más intensas, pero también más duras, de la política española. Eso conlleva muchas experiencias, aprendizajes y motivos de orgullo. Pero también genera un tipo de vida, una cotidianidad, una subjetividad, un tipo de vínculos con el ámbito público, con la fama y con los demás que pasan factura. El ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, a mi salud mental y a mi estructura afectiva y emocional. Creo que esto es algo que en mayor o menor medida experimenta toda y todo el que esté en esta posición durante un tiempo prolongado.
En la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros. Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo.
Yo, tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano. La lucha ideológica es también una lucha por construir formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana.
Llevo tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico, pero lo cierto es que para avanzar en él y para cuidarme, necesito abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos.