Hoy puedo decir orgulloso que he conseguido no sólo sobrevivir en una Europa de guerras durante casi 4 siglos, si no que además he logrado conducir a una corona al éxito, convirtiéndola en un imperio y fuerza influyente sin parangón.
Tomé las riendas de la Corona de Aragón en el año 1444, cuando sólo era esto:
Y para el año 1820, un año antes de llegar al final de la partida (2 de enero de 1821) es esto:
Primera potencia mundial muy igualada con Francia:
Y segundo lugar en la puntuación general, por debajo del Imperio Ming:
Durante mi mandato han pasado decenas de monarcas de la casa de Trastámara por la corte, pero dejando de banda sus pros y sus contras, he intentado mantener un desarrollo equitativo entre los territorios y estados que ya formaban parte de la corona y los que he ido anexionando a lo largo de las décadas, creando un bonito y uniforme mapa de desarrollo nacional:
Aquí el contraste con el desarrollo del resto de Europa, de rojo a verde es de menor a mayor desarrollo:
También he trabajado el tema comercio, porque sin el dinero necesario para invertir en las provincias y sostener los ejércitos (actualmente 214.000 soldados repartidos en 3 tercios y 2 divisiones) es imposible sobrevivir. Actualmente Aragón domina el comercio en el Mediterráneo y tiene los ingresos más altos de toda la partida, y pese a tener unos gastos descomunales, todavía queda un buen margen de ahorro:
Todo esto no hubiera sido posible de no haber tenido los aliados adecuados en cada momento de la partida. Lo primero que hice después de la unión personal con el Reino de Navarra (inevitable tras la muerte de Alfonso V el Magnánimo, por la que Juan II de Navarra se convierte en monarca de ambas coronas poco después del principio de la partida) fué organizar una reconquista conta el califato de Granada y luego allanar el terreno para propiciar la boda ibérica y "comerme" el Reino de Castilla bajo otra unión personal, pasando a gobernar ambos reinos. Después de la unión, evité formar la nación española porque me convenía más tener una cierta automatización de las tropas castellanas para las siguientes guerras, usando Castilla como una poderosa nación aliada obligada a apoyarme militarmente. También forjé lazos con Francia, aunque a media partida se cansaron de que los llamase como apoyo a mis guerras y rompieron nuestra alianza.
Otro valioso aliado que he tenido fué la pequeña Valaquia, con la que ya en tiempos de Vlad II Dracul tuve buenas relaciones e incluso garanticé para protegerla del, por entonces, poderoso Imperio Otomano. No pude evitar sonreír cuando fuí a mi primera guerra defensiva contra los Otomanos con el apoyo del mismísimo Vlad III Draculea, me imaginé a miles de moros empalados a las orillas del Danubio.
Quién me iba a decir que gracias a mi protección, ese pequeño voivodato (principado) acabaría comiéndose el Reino de Hungría y el voivodato de Moldavia, formando esa gran mancha azul llamada Rumanía...
Por esos tiempos también me anexioné Nápoles y Navarra diplomáticamente, y poco después me lancé a la conquista de Atenas, junto a mis aliados, para arrebatársela a los Otomanos. Por esos tiempos Francia me dió la espalda y tuve que buscarme otros aliados a la altura en las siguientes guerras ofensivas para comerme Constantinopla y el resto de los balcanes, por lo que hice migas con Austria y Hungría, y por supuesto Valaquia, a la que doné varias de las provincias conquistadas para que prosperara sin depender de mi, por entonces, incipiente poder.
Hasta hace una década, había una mancha roja que una vez fué Albania, un pequeño principato que convertí en mi vasallo cuando conquisté tierras griegas y que también expandí mediante la cesión de algunas de las provincias que tomé de los Otomanos, llegando a partir mis dominios en los Balcanes por la mitad. No he podido evitar anexionarlo porque he querido llegar finalmente a ser la 1ª potencia mundial, y para ello se suma el desarrollo de todas las provincias que se posean (cuantas más, más puntuación).
También intenté comerme parte del norte de África, aunque por esos tiempos sólo pude comerme parte de Marruecos, porque el resto estaban aliados con el Imperio Otomano, que pese a haber sido fuertemente debilitado cuando los eché de Europa, todavía era peligroso si acudía en la ayuda de los Tunecinos.
Otra de las cosas que hice fué comerme a mi principal rival comercial en el Mediterráneo, Génova, anexionándome todas sus provincias y pasando así a dominar el comercio. También anexioné dos veces Roma, la primera vez fué para quitársela a Toscana y reestablecer los Estados Pontificios, pero luego éstos me insultaron y los invadí por despecho.
También conquisté algunas provincias del sur de Francia como venganza por haberme dado la espalda y para intentar equilibrar los poderes en el continente después de que los gabachos colonizaran la mayoría de América del Norte y casi eliminaran a Gran Bretaña de la faz de la tierra, aunque por ese entonces ya eran la primera potencia mundial y tenían buenas alianzas con Brandeburgo, simplemente no era tan fuerte como para frenar completamente su creciente poder.
He de decir que tener a Castilla como socio menor ha sido indispensable para lograr el éxito en la partida, porque pese a estar subyugados bajo mi dinastía, han sabido expandirse por las américas, aumentando su poder y, por ende, el mío. Estos son sus territorios (me he olvidado de sacar capturas de pantalla de los territorios castellanos en Bélgica y Holanda, que han ayudado a frenar la expansión francesa por Europa):
Estas dos últimas semanas he estado bien entretenido eh...