Soy musulmana, vasca, feminista y me gusta el heavy - MEZCLA EXPLOSIVA!!!!

su visión feminista de los textos coránicos ha convertido a Laure Rodríguez en una escritora diabólica para muchos intolerantes religiosos. Hasta la policía ha tenido que protegerla en alguna presentación de su libro ‘Falsos mitos de la mujer en el Islam’ (Ed. Almuzara). En esta entrevista también habla de erotismo: “En la mente femenina musulmana el juego está más en lo que no se enseña que en lo que se enseña. ¡Lo más importante son los tobillos!”




A las cinco de la tarde, bajo un sol madrileño y justiciero, aparece Laure Rodríguez Quiroga (Paris, 1975) en un bar de la zona del Alto Extremadura (Madrid). Lleva un turbante rosa y unas pestañas kilométricas. Acaba de salir de la sesión de fotos con interviú. Muestra sus manos, decoradas con genna. “Mira, son como calaveras”, comenta entre risas. Si algo caracteriza a Laure Rodríguez es el sentido del humor, la capacidad de reírse de sí misma y sus circunstancias. Mucho de eso hay en su libro Falsos mitos de la mujer en el Islam (Editorial Almuzara), pero también años de documentación en las fuentes originales y dentro del día a día de la comunidad musulmana internacional.


Laure Rodríguez, hija de emigrantes gallegos en Francia, criada en el País Vasco, se define como “musulmana, vasca, feminista, anarquista y metalera”, y afirma con una sonrisa que “no entiendo mi condición de musulmana si no es dentro de un anarquismo místico, y lógicamente, desde una mirada feminista, para mí no existe contradicción”.


¿Cómo llega una chica educada en un ambiente católico a convertirse en una voz autorizada en la comunidad musulmana? “Ha sido un proceso muy largo. Vengo del feminismo ateo, así que como te puedes imaginar no me levanté una mañana diciendo: ‘Creo en Alá’. Yo misma he tenido que romper y superar muchas barreras. Al final, una serie de cuestiones me hicieron abrir la mirada. No entiendo el Islam como una religión, sino como una forma de vida, una forma de vida feminista, pacífica y respetuosa con todas las especies de este planeta”.

Desde esa óptica, ha analizado la controvertida imagen de la mujer musulmana en el discurso internacional, como si fuera un campo de batalla más en la actual situación de conflicto permanente. “Más del 90 por de las noticias de Google sobre la mujer musulmana tienen que ver con su vestimenta. Somos los chivos expiatorios de unos y otros. Desde el punto de vista coránico, el hiyab no es una prenda, es un concepto; por ejemplo, yo no llevo un hiyab, llevo un pañuelo, pero entiendo y respeto que para otra mujer lo sea. Lo importante es que las mujeres musulmanas hemos incorporado la prenda del hiyab como parte de nuestra identidad para expresar que nos vestimos como nos da la gana y que hemos aprendido a no entrar en conflicto entre nosotras. Al fin y al cabo, todas hemos sido educadas para convertirnos en las guardianas del patriarcado”.



Desmontar tópicos
Rodríguez intenta desmontar uno a uno todos los tópicos sobre la situación de la mujer en el Islam, entre ellos el de que el propio Corán justifica los malos tratos. El origen de este mito se encuentra en su polémica aleya (versículo) 4:34, en el que se afirma que es bueno pegar a la mujer si se rebela: “La cuestión de esa aleya es la palabra daraba, que en árabe tiene más de cien significados, desde pegar hasta… hacer el amor. El problema está en que la práctica totalidad de las traducciones que se han hecho del Corán al castellano son de hombres no musulmanes. Es como si un señor con bigote me explicara qué es tener la regla o dar a luz. Por eso es importante darle voz a otras iniciativas, como se ha articulado en Argelia, con presencia de mujeres en las mezquitas y donde se ha prohibido la entrada a determinados clérigos que vienen de fuera con una visión patriarcal del Corán. Esa es la manera de cortar de raíz esos procesos mal llamados de ‘radicalización’, porque quien abraza la violencia se aleja del Islam”.


Ultracatólicos
Su visión feminista de los textos coránicos no solo levanta ampollas en los sectores más conservadores de la comunidad musulmana, sino que, desgraciadamente, ha llamado también la atención de los ultracatólicos, que la amenazan de muerte casi a diario. Por eso, ha necesitado la protección de la Ertzaintza en alguna de sus presentaciones del libro. “Por las redes sociales me dicen de todo. Las más graves son las que escriben que me van a matar, pero luego también me llaman ‘hija de una camella borracha´ y ‘si no quieres vivir en libertad, coge la patera de vuelta’. Como si no fuera de aquí… en fin. Ahora procuro no darle publicidad a los actos en los que participo, lo que me perjudica en la visibilidad de mi trabajo. Pero hasta que no se sepa claramente quiénes son las personas que están detrás de esas amenazas, es importante protegerse, no dar tantos datos en las redes”.


Para preparar la sesión de fotos, la escritora ha visitado el salón de belleza Masturah, un espacio de intimidad en el que las mujeres muchas veces debaten sobre su identidad femenina y su concepto de erotismo, alejado de los cánones occidentales. “Dentro de la mente femenina musulmana, si es que existe algo así, el juego está más en lo que no se enseña que en lo que se enseña. El otro día nos reíamos ironizando entre nosotras, no se trata de que tu pareja le mire el culo o el escote a otra, ¡lo más importante son los tobillos! Pero, sin duda, el elemento de seducción con que ofrece más matices a la mujer musulmana es la mirada, pero una mirada limpia. Un concepto que queda claro en el Islam es la moderación, que contrasta con el ambiente de hipersexualización que nos rodea”.

















telafo y lo sabes..

Y pensar q puedo llegar a coincidir en un concierto de metal con esa infraser ...